Marian Santiago es mujer, guardia civil, motera y pionera en su trabajo. Pero sobre todo es una guerrera que superó un cáncer de mama hace tres años y que se atreve con cualquier reto que se le presente, incluso el de ser la única mujer en la motorizada de la Guardia Civil presente en la Vuelta a España (por tercer año).
"Ya vine en 2007, siendo la primera mujer en hacer la Vuelta a España. Entonces iba en el pelotón. El año pasado y éste ya vengo como sargento, como jefa de 14 hombres en un pelotón que están a mi cargo. Es más divertido", explica desde Pamplona donde este lunes estaban concentrados todos los efectivos ultimando los preparativos de una Vuelta que comienza hoy, 20 de octubre.
Marian pertenece a la quinta promoción de mujeres que entraron en la Guardia Civil. Era el año 1993 y siempre tuvo claro que lo que quería ser era motorista de Tráfico, aunque cuando lo soñara, de pequeña, ni siquiera le estuviera permitido a una chica ser agente de este cuerpo.
"En mi familia no había tradición ni de guardias civiles ni de militares... pero a mí se me metió en la cabeza desde pequeña que quería ser guardia civil y motorista. Mi madre me decía 'pero si no hay ninguna mujer', porque en aquella época no había todavía mujeres en la Guardia Civil. Y yo le contestaba: "No te preocupes, que voy a ser la primera". Y lo ha cumplido en muchos aspectos.
Su primer destino fue Tenerife donde, cuando ella llegó, aún no habían visto a una mujer vestida con el uniforme de la Guardia Civil. "Imagínate la gente cómo me miraba allí, como si fuera un bicho raro", bromea. A partir de ahí, lo suyo ha sido abrir puertas a caminos que nunca antes habían sido pisados por una compañera, acostumbrándose a ser "la única" en muchos sitios.
De hecho, en Jaca, la ciudad donde trabaja y donde por ahora no quiere ni oír hablar de moverse, es la sargento de una unidad en la que no hay ni una sola mujer. "En realidad yo nunca he trabajado con otra mujer, siempre con hombres. Sólo trabajo con hombres. En el destacamento, motoristas somos muy pocas y en los 20 años que llevo aquí, nunca he coincidido con otra chica", reconoce.
Eso sí, esta madrileña de nacimiento no tiene ningún problema con ser "la única". "Las motos no entienden de sexo. Es que te guste ser motorista y a mí me encantan las motos, tengo la mía particular y estoy todo el día en una. Para mí es muy fácil", explica con la alegría de quien encontró su sitio en el mundo (laboral y espiritualmente hablando) hace ya mucho tiempo.
Sin embargo, lo que le llama la atención es que siga sorprendiendo su presencia en la carretera de la Vuelta 13 años después de su primera misión, como si no hubiésemos evolucionado nada en este tiempo: "En el 2007, cuando vine, pasaba por los sitios y la gente decía 'mira una mujer'. Se quedaban superextrañados. Pero es que volví el año pasado y seguía pasando. La gente seguía diciendo 'una mujer, una mujer'. No hemos cambiado nada. Te saludan como si fuera la primera vez que ven a una mujer en moto".
Marian bromea que, cuando ascendió a sargento, en el año 2014, pensó que tenía que volver a la Vuelta, "no se fuera a pensar alguien que es una cosa sólo de hombres". Y así lo hizo tras estar un año sin poderse poner su amado uniforme por un cáncer de mama.
"2017 fue un año muy malo para mí porque tuve que colgar el uniforme cuando me diagnosticaron un cáncer y no sabía si me lo iba a volver a poner. De repente tenía que dejar mi hobby, que es mi trabajo, y me dolía en el alma, y enfrentarme a un cáncer de mama. Estuve seis meses con quimio, dos con radioterapia que me dejaron hecha polvo", relata con la naturalidad con la que pide que se hablen de estas cosas.
El cáncer de mama no puede ser más ocultado, todas las mujeres deberían de poder hablar como lo que son, guerreras que se enfrentan a su lucha sin dejar de vivir su día a día. "Me acuerdo perfectamente cuando volví a ponerme el uniforme. Me corría mucha prisa. Terminé el tratamiento de quimio y radio y estaba hecha polvo, pesaba 10 kilos más, con las defensas a cero... pero un mes después me di el alta. Yo quería empezar ya", asegura mientras el ruido de las motos de fondo se entremezclan con la conversación.
"Lo primero que hice fue ponerme el uniforme y salir en moto. Era como que la otra parte de mi vida ya se había acabado. Empecé pronto, estaba débil, pero siempre trabajando", continúa.
Su esfuerzo en esa lucha la llevó a una propuesta de aventura a la que, como siempre, Marian Santiago no dijo que no: atravesar el Atlántico en velero junto con otras mujeres que habían superado en cáncer de mama dentro del proyecto Pelayo Vida. "Después de superar un cáncer, ya me como el mundo", contestó entonces.
De repente, la chica de las motos tuvo que aprender a patronar una embarcación, a navegar en velero, a practicar con un medio de transporte sin ruedas pero donde el viento, las tormentas y el propio mar le ponían la emoción que tiene cualquier viaje en moto. "Salimos en noviembre y en 14 días atravesamos todo el Atlántico y llegamos a Martinica. Es una experiencia increíble... No es que compense haber pasado un cáncer pero si lo piensas, dices 'he atravesado el Atlántico en un velero'".
La experiencia no fue fácil pero es que "no es fácil someterse a un tratamiento de cáncer y salir de él y la travesía tenía que ser un poco el resultado de eso".
Sigue siendo la única mujer en las unidades motorizadas que van a custodiar la Vuelta a España, pero ella reconoce que le gusta romper techos de cristal y seguir marcando su presencia. "Porque esto no es cosa sólo de hombres, las mujeres también podemos estar aquí sin problema".
Y lo dice quien lleva 20 años subida a una moto y quien no piensa bajarse por muchos años: "A mí lo que me gusta son las motos y el tráfico y no voy a cambiar. Mi madre nunca me ha dejado tener moto y yo siempre quería comprármela. Al final, estoy todo el día en la moto y se tiene que aguantar", responde haciendo gala de su humor y aclarando que si tuviera una hija estaría orgullosa de que fuera también de la Guardia Civil motorizada.