Esmeralda y Diana crecieron rodeadas de bicis. Su padre, Juan Vitoria, fue ciclista profesional y su pasión por las bicicletas le llevó a fundar Vitoria Bikes -entonces llamada Ciclos Vitoria- en 1988. Con los años, la empresa se fue ganando el respeto del sector por la calidad de sus productos pero ahora, tres décadas después, ha dado el salto al mercado internacional de la mano de sus hijas.
Su llegada hace cinco años fue como un soplo de aire fresco para la empresa. Estas hermanas gemelas, de 31 años, trajeron consigo una visión joven, moderna y, sobre todo, internacional gracias a sus estancias en el extranjero.
Poniendo a dos mujeres al frente, Vitoria Bikes es un reflejo del cambio social que ha provocado que en los últimos años aumente de forma importante la presencia femenina en el ciclismo, un deporte cada vez más practicado en España. Es divertido, se disfruta del aire libre (tanto solo como acompañado) y, sobre todo, es uno de los más completos para mantenerse saludable.
Sin embargo, dentro de la industria no se ha experimentado la misma evolución y el caso de las hermanas Vitoria es una excepción aunque, como cuenta Esmeralda a MagasIN, ya estaban acostumbradas a estar rodeadas de hombres antes de dirigir la empresa. Desde los ocho años, e influenciadas por su padre, comenzaron a practicar este deporte y se apuntaron a grupos de ciclismo en el que todos los participantes eran niños. "Éramos las únicas. A veces te encontrabas alguna niña, pero era raro. Siempre competíamos contra chicos", relata.
Pero su pasión por este deporte se mantuvo y desde entonces siguen saliendo a montar en bici. Quizá por eso es que nunca dejaron por completo el negocio familiar, en el que ya ayudaban desde jóvenes, una experiencia que a muchos niños no les gustaría pero que a ellas les parecía "interesante".
"Lo que más nos acercó al ciclismo fue haber competido, pero sí que ayudábamos puntualmente. Por ejemplo cuando hacíamos alguna exposición ayudábamos a colocar el material. Eran cosas simples y sencillas, pero pasábamos ahí el tiempo viendo lo que hacían los adultos", recuerda.
Entrada en la empresa
Al crecer tanto Diana como Esmeralda estudiaron Economía en la universidad. La primera se especializó en marketing, trabajando en una empresa de marketing online en Valencia; y la segunda en negocios internacionales, adquiriendo experiencia en una compañía de gestión de importaciones y exportaciones del puerto de Barcelona.
Poco a poco comenzaron a aplicar sus conocimientos en Vitoria Bikes, aunque primero "haciendo trabajos parciales". "Nos fuimos involucrando poco a poco en el negocio hasta que al final nos vimos envueltas al 100% y tuvimos que dejar todo lo demás", cuenta Esmeralda, que asegura que lo hicieron "sin pensarlo mucho".
"No fue una decisión que tomáramos de un día para otro. Mientras estudiaba, tuve la suerte de poder hacer varias experiencias en el extranjero, concretamente en Italia y Londres. Después, mi hermana y yo empezamos a tener interés en todo lo que se hacía 'en casa' con la bicicleta. Nos parecía muy interesante y le veíamos mucho potencial. Fuimos entrando y final terminamos dedicándonos a ello".
Miedo a los cambios
Con ellas llegaron importantes transformaciones en marketing, el diseño, la forma de presentar el producto, la creación de plataformas online y el enfoque internacional. Este último plan las ha llevado a vender las bicicletas españolas en Portugal, "donde hemos conseguido tener un importante mercado", Polonia, Reino Unido, y en Francia, donde acaban de empezar. "Además, hemos hecho ventas puntuales a Latinoamérica, en concreto a Ecuador y Colombia, donde hay mucha afición al ciclismo deportivo".
Los cambios pueden ser difíciles de aceptar para alguien que lleva treinta años en el negocio y que empezó haciendo los cuadros de las bicicletas de forma completamente artesanal. No obstante, su padre, que sigue en activo, ha reconocido los buenos resultados de las medidas impulsadas por sus hijas.
"Al principio le costaba. Había cosas que no podía entender por la edad y ponía pegas... Pero la verdad es que hacemos muy buen equipo los tres porque tenemos formas muy parecidas de ver las cosas. Hemos ido todos cogiendo confianza, él en nosotras y nosotras en el trabajo, y ahora cuando hay que tomar decisiones siempre llegamos a acuerdos, y nunca entramos en conflictos de poder" asegura satisfecha Esmeralda, que añade que "él aporta la experiencia y nosotras los cambios".
Esmeralda y Diana no tuvieron que hacer frente solamente a los recelos de su padre. En un sector "que sigue siendo muy de hombres" tuvieron que abrir camino para ser tomadas como buenas profesionales.
"Siendo sincera al principio costó un poco. Digamos que un hombre no esperaba que una mujer le estuviera explicando 'temas de bicis'. Lo veían con escepticismo, yo lo percibía y hasta lo entendía en el fondo. Ahora ya puedo decir que esto no ocurre, en parte porque ya nos conocen, y otra razón importante porque la sociedad ha cambiado considerablemente los últimos 4-5 años en muchos aspectos. Y en estos detalles realmente se nota. Aunque hay que reconocer que aún queda mucho camino por recorrer".
Esmeralda considera que, ante el aumento del número de mujeres que practican ciclismo, es posible que la tendencia se traslade a la industria. "Las mujeres que te encuentras trabajando en la industria son muy pocas, aunque también se nota que cada vez hay más. Creo que ver más presencia femenina en el ciclismo es un paso más. Si aumenta el conocimiento y el interés por el ciclismo por parte de ellas, crecerá también su introducción dentro del sector".
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