Laura Riñón (45 años), librera del alma desde siempre y de profesión de hace dos años, tiene claro que "los libros te eligen". De hecho, a ella la ha elegido una librería entera, la que dirige en pleno centro de Madrid, "Amapolas en octubre", y sobre todo Mujercitas.
"Un día, mis padres nos regalaron a mi hermana y a mí un libro envuelto. Cada una escogió el suyo sin saber lo que había dentro. A mí me tocó Mujercitas y a ella, Robinson Crusoe... Muchas veces me pregunto qué habría sido de mi vida si en lugar de Jo me hubiera tocado un Viernes", se pregunta sentada en un sillón, bautizado como Soledad Puértolas, en la entrada de su librería, café, lugar de reunión, salón cultural... o los apellidos que se le quiera poner para describir un sitio que es el remanso perfecto para reunirte con las letras justas que necesitamos.
Pero Laura Riñón no siempre fue la anfitriona de este bello lugar. Antes estudió cuatro años de Derecho hasta que se decidió a conquistar los cielos: 22 años como azafata en Spanair y en aviación privada, para aviones ejecutivos.
"La realidad es que esta librería estaba en mi imaginario desde hace muchísimo tiempo. Pero he sabido aguantarla para encontrar el timing perfecto. Primero la hice en ficción, en mi novela "Amapolas en octubre", que da nombre a la librería, hace cuatro años, y luego... aquí está", explica esta escritora de cuatro libros.
Su inspiración siempre fue Sylvia Beach y su Shakespeare and Company. Si esa librería parisina se convirtió en el refugio de autores como Hemingway, Ezra Pound, Scott Fitzgerald, Gertrude Stein o James Joyce (de hecho fue Beach la primera editora del Ulises, que no encontraba salida), ¿por qué sus Amapolas no podrían ser una atracción para juntar a personas de la cultura para hablar sólo [sic] de cultura?
"Yo no quería una librería sin más, quería ser la anfitriona de una casa de libros. Hace 22 años en un cumpleaños mío, estábamos brindando y yo dije que lo hacía por tener algún día no sólo una librería sino un sitio de encuentro de la cultura, de escritores, de gente del cine, de la música, cuando todavía el coworking no estaba aquí muy asentado".
De hecho, la charla se ve interrumpida por una escritora que entra en la librería. "Pasa, pasa, claro...", la invita Laura. "Tengo alquilada la parte de abajo a dos escritoras que vienen aquí a escribir". Todo un ciclo.
El lugar, situado en la madrileña calle de Pelayo, muy cerca del precioso edificio de la SGAE, ayuda a crear ese clima mágico. "Era la tienda de una amiga mía y cuando la iba a cerrar me llamó porque yo estaba enamorada de este sitio. A las 24 horas me despedí y puse en marcha el proyecto. Muchas veces pienso que el sitio fue el detonante".
Dos años después, "Amapolas en octubre" (en honor a un poema de Sylvia Plath) tiene, por lo menos, tres vidas: la de su novela, donde aparece descrita tal cual; el lugar físico donde se puede ir a dejar que un libro te atrape, y el de la web, donde Laura cuelga recomendaciones y reseñas de novedades que van más allá del resumen del libro.
"A través de las redes he dado mucha visibilidad a la librería, con encuentros que antes eran presenciales y ahora son virtuales, recomendaciones para acercar el libro a la calle, contando historias sobre qué emoción va a dar esa lectura... Muchas veces vienen y me cuentan cómo son y quienes son para que yo les recomiende un libro".
Hasta su puerta acristalada llegan lectores de todo tipo, "muchas mujeres porque estadísticamente, somos más lectoras", que buscan, sobre todo, "un libro que les enganche". "La gente ahora busca historias que no sean dramas. Quieren historias bonitas, que ayuden a desconectar y que te hagan sentir bien. Viajar a otros sitios, en otros lugares...".
A Laura no le gusta recomendar cosas que no haya leído, por eso pasan por sus manos entre siete y ocho libros a la semana, para poder aconsejar a sus clientes con conocimiento de causa. "Abrí la librería con los libros que tenía en mi casa, porque los había leído. A partir de ahí me han llegado las novedades que en este país son centeneras todas las semanas, que no tiene ningún sentido porque no hay tanto lector, y voy escogiendo"
Entre sus últimos descubrimientos: Otoño de Ali Smith, Los Viejos creyentes, de Peskov en Impedimenta, y por supuesto Irene Vallejo. "Y un libro buenísimo que Cervantes para cabras y Marx para ovejas, de un autor español que es una delicia, de los que la gente quiere ahora".
De sus viajes por el mundo se ha enamorado de librerías como el Ateneo Grand Splendid de Buenos Aires o la McNallis en pleno Soho neoyorquino. Pero no son los únicos cafés librerías en los que ha encontrado la mezcla perfecta de un buen vino, un buen jamón y una buena historia.
"Amapolas es mágico, aquí pasan cosas de verdad increíbles... Y lo único que está prohibido es hablar de política y de covid. La gente ya lo sabe. No quiero que se contamine esto".
Por su puesto, en este local hay un "Rincón de Jo", porque Mujercitas es uno de los libros más vendidos en Amapolas. "Tengo hasta seis ediciones distintas... Todo el mundo debería leerlo. Es la primera heroína literaria que es referencia de muchas mujeres".