Muchas veces no somos consciente de la cantidad de profesionales que están trabajando para que podamos celebrar una entrada al nuevo año segura y feliz, aunque este año sea la más rara en décadas.
Son muchas las tiendas que están abiertas hasta última hora para recoger los pedidos que nos faltan pero cuando todos bajan las persianas, los servicios esenciales siguen abiertos 24 horas al día, siete días a la semana.
MagasIN ha hablado con tres mujeres que esta noche seguirán al pie del cañón para que el resto podamos tomarnos las uvas tranquilamente, aunque sea en casa, en reuniones de menos de seis personas y con toque de queda.
Yolanda Lahoz, médica del Samur
Yolanda Lahoz (52 años) sabe muy bien lo que es una guardia de Nochevieja y hasta de Nochebuena. Su fiesta preferida de todas las navidades es el 31 de diciembre y este año, lo pasará con su equipo, poniendo una sonrisa en cualquiera de las emergencias que surja este día. "Te haces a la idea de que en vez de estar con tu familia estás con tus compañeros".
Lleva en el Samur, el servicio de emergencias de Madrid, 20 años, y es consciente de que las nocheviejas en la capital ya no son lo que eran. "Las guardias de hace 15 años eran bastante peor de lo que van siendo últimamente, parece que la gente se modera. En los últimos años han sido más tranquilas quizá porque las macrofiestas se han ido fuera de la capital y el Samur solo trabaja en la ciudad de Madrid".
La mayoría de los avisos que les toca atender en un día como hoy van desde caídas de personas mayores que salen a comprar durante la tarde, a temas más relacionados con la fiesta por la noche. "A primera hora de la noche son emergencias que tienen que ver con beber, comer, broncas, agresiones por arma blanca... Ya de madrugada son más accidentes de coche, aperturas de puerta, donde acompañamos a los bomberos... de todo".
Al contrario de lo que podía pensarse, no saben cómo va a resultar esta noche ni si la pandemia va a relajar las emergencias. "Mi equipo estuvo de guardia en Nochebuena y salieron a muchos avisos. Así que no sé, esperamos que haya movimiento".
Yolanda sabe que "hay mucha gente enfadada por no poder celebrar y, a lo mejor, hasta resulta un poco peor que otros años aunque tengamos que estar en casa a la una y media".
Su guardia empieza a las diez de la mañana del 31 y no acaba hasta las 10 de la mañana del 1 de enero. "Nos toca todo lo del 31, más lo de la noche, la madrugada y el inicio del día, que es la hora de los residuales, de los que están hasta la bola de todo y llega la mañana y no se soportan", explica esta experimentada médica.
Aunque es un trabajo muy duro, Yolanda insiste en que es "entrañable" estar con sus compañeros ese día. "Te vas mentalizando y sabes que tienes que estar bien y sirviendo al ciudadano lo mejor posible y siempre con una sonrisa. Te lo tomas con más alegría".
De hecho, dos días antes del 31, el equipo ya está haciendo la lista de la compra para ver qué cenan esa noche con las uvas incluidas. "Siempre llevamos uvas, otra cosa es que podamos tomarlas", advierte. Incluso no les falta el atrezo: "Nos ponemos nuestro gorro de Navidad, aunque no es que esté completamente permitido, pero no se puede evitar. Al paciente, intentas darle un poco de vida, porque es un día muy malo para ponerse enfermo y lo afrontas con una sonrisa".
Este año la pandemia ha cambiado cualquier celebración, en casa y en el trabajo, pero intentan mantener el humor como siempre. "Es muy farragoso el ir a cada aviso con tu gorro, tus cuatro guantes, gafas, mascarillas pero por lo demás estamos contentos".
Las mesas de Nochevieja de las unidades de Samur no tienen nada que envidiar a las de sus familias y Yolanda se conforma con estar todos juntos para poder comer y cenar con su segunda familia, sus compañeros.
"La familia entiende que los festivos trabajo, no es que lo lleve de maravilla... pero bueno. Somos 5 en casa, mis tres hijas y mi pareja, porque mi marido falleció hace 11 años, y la verdad es que ellos están hechos a la idea". Aunque reconoce que les cuesta un poco porque "yo soy la que dirige el cotarro", bromea.
"Mi pareja es el que peor lo lleva porque las niñas están perfectamente adaptadas a mi horario desde pequeñinas pero es lo que toca. Además, en este año tan raro...", asegura.
La suerte es que el 1 de enero, Yolanda llega a casa con muchas historias que contar no siempre agradables. "La calle en Madrid es muy variopinta, a veces muy peligrosa. Hay que mirarla con pudor. Hay avisos divertidos, pero la mayoría de las veces que nos llaman es por algo malo".
De hecho, aunque no fuera en Nochevieja, sino en Halloween, recuerda la tragedia del Madrid Arena donde estuvo presente: "Teníamos a tres chicas paradas y en un rato que miré, cuando ya vas terminando, la música seguía, era horrible y pensé que podían ser mis tres hijas. Por eso les pido mucha prudencia". Un buen deseo para empezar el 2021, después del año tan difícil que hemos pasado.
Belén Barreiro, trabajadora de limpieza en Sevilla
Belén (34 años) lleva trabajando en Lipasam, el servicio de limpieza de la ciudad de Sevilla, más de 15 años. Reconoce que se ha apuntado voluntaria a la guardia del 1 de enero porque lo pagan aparte, "y un dinerillo extra siempre viene bien". No es la primera vez que arranca el año trabajando, de hecho, también hizo la guardia del pasado día de Navidad. Eso sí, la pandemia ha hecho que estos días sean mucho más tranquilos que otros años.
"En las guardias, normalmente, suele haber mucho trabajo, pero con esto de la pandemia al no haber gente en la calle con el toque de queda, no hay restos de botellón y demás, como otros años, hay mucha menos suciedad. El trabajo se hace bastante más liviano", asegura.
El servicio en el que trabaja es uno especial que suele acudir a los puntos donde más incidencias se producen: "La zona del río, del centro, la verdad es que prácticamente todo Sevilla".
Su jornada empieza el 1 de enero a las seis de la mañana, pero ella tiene que estar en pie mucho antes. "Me levanto a las 4.45 horas porque vivo en Burguillo, un pueblo de Sevilla, para llegar a las seis. Ese día se lleva regular el madrugón porque por pronto que te acuestes, es tarde y duermes poco... Lo que intento es descansar la tarde de antes para que luego no se me haga el día tan largo".
De hecho, aguantará hasta las uvas, que se las toma siempre en familia, y un ratín más. Luego, a dormir. "Suelo ser la primera en irme siempre", reconoce esta sevillana cuya familia ya está acostumbrada a que se vaya pronto o a que llegue tarde.
Normalmente, en otras guardias que le ha tocado en el almacén o en talleres, compraban churros y desayunaban todos juntos para empezar el año con buen sabor de boca pero este año con el Covid, ni eso. "Este año no creo que hagamos nada, porque con el tema de la pandemia no podemos reunirnos".
Eso sí, todavía se mantiene el espíritu navideño en algunos con los que se cruzan por la calle. "La gente nos canta villancicos, te dan la enhorabuena por tu trabajo... y a veces también está el típico borrachillo que la va liando pero al estar en la calle nunca nos aburrimos, siempre hay algo".
Belén es trabajadora fija discontinua pero está muy contenta porque lleva muchos años en esa empresa. Para ella, empezar el año trabajando es "como un día cualquiera pero con más ilusión, más ganas y con los propósitos del nuevo año". Y es que, "como está la cosa hoy en día, un trabajo estable se valora mucho".
Su guardia acaba a las 13.20 del día 1 de enero, así que con Sevilla ya toda limpia y en orden, se va volando a su pueblo a ducharse y a comer con su familia, con el deseo cumplido para 2021 de acabar como lo empezó, trabajando.
Yaiza Quiroga, guardia civil en Las Rozas
Para esta guardia civil destinada en Las Rozas (Madrid) de 27 años, ésta es su primera Nochevieja trabajando pero tiene claro que será algo diferente. "Para nosotros es un servicio más pero especial, poder celebrar la entrada de año con tus compañeros es una experiencia profesional para añadir a tu currículo", asegura.
Ella prefiere trabajar en Nochevieja que en Nochebuena, porque el día antes de Navidad "intento siempre pasarla con la familia", y además, este 31 de diciembre será, según parece, el más diferente de los últimos años.
"Seguramente esta guardia será diferente a lo que estamos acostumbrados a ver en esa noche. Las restricciones por la Covid-19 se notarán y harán que la última noche del año sea más tranquila", advierte.
Después de pasar dos años en el Colegio de Guardias Jóvenes y hacer prácticas de eventual en el puesto de Cangas del Narcea, en Asturias, esta joven guardia civil tiene claro que "empezar el año trabajando es hacerlo con buen pie", sobre todo "después de este 2020 tan complicado en el trabajo para mucha gente". Para ella, "poder empezarlo de esta manera es un privilegio".
Sus compañeros también han preparado con ilusión la cena de Nochevieja y han contado sus 12 uvas para cada uno ya que esperan poder comérselas a tiempo, si no hay ninguna emergencia. "La noche la vamos a pasar respetando las medidas de seguridad debido al Covid y si no tenemos ningún tipo de incidencia intentaremos tener una cena tranquila todos juntos".
En su casa ya están acostumbrados a estas ausencias. "Mi padre también ejerce esta profesión y alguna vez se ha perdido estas fiestas debido al trabajo". Ahora le toca a ella dejar su sitio vacío en algunos de esos momentos para cumplir con el deseo de muchos ciudadanos de que el 2021 sea un año más seguro para todos.