Los actos de violencia machista no han tardado a llegar en este 2021 y se han materializado en un cruel ataque con ácido a dos mujeres en Cártama, Málaga. El exnovio de una de ellas, un maltratador con tres órdenes de prisión, presuntamente lanzó desde la ventanilla de su coche un bote con un litro de ácido y huyó. La víctima se encuentra "muy grave" en la UCI del Hospital Virgen del Rocío, en Sevilla, con quemaduras en el 45% de su cuerpo.
Esta forma salvaje de atacar a las mujeres no es nueva en España y cada año se da algún caso. Generalmente, se trata de una forma de venganza contra la víctima, por parte de una expareja o un maltratador, que no solo busca hacer daño físico o mortal, sino que la desfigura y mutila para que, si sobrevive, viva con una cara y un aspecto que le recuerde siempre este acto violento.
Este tipo de ataques no son algo surgido en la historia reciente. Se dice que los primeros registros de atentados con ácido datan de la Antigua Grecia, pero realmente es a partir del siglo XVI-XVII cuando más de documentan en Europa.
En aquella época se daban sobre todo en Francia y Reino Unido y se creía que era una 'tradición' creada por mujeres para atacar a sus maridos infieles. Incluso surgió la figura de "la Vitrioleuse", un término que derivaba de la palabra "vitriol" -vitriolo en español-, que era el nombre que se le daba al ácido sulfúrico.
La "vitrioleuse" era una mujer, generalmente pobre, que perpetraba "crímenes de pasión" contra maridos infieles o contra sus concubinas para desfigurarlos e impedir futuras relaciones amorosas.
¿Cosa de mujeres?
Durante mucho tiempo consideró como la inventora de los ataques con ácido a la conocida como "célebre viuda Gras". Pero en la publicación El contagio del asesinato (1887), el antropólogo criminal Paul Aubry refutó esta idea mediante la recopilación de otros ataques con vitriolo por parte de hombres.
Como la agresión llevada a cabo el 26 de mayo de 1639 por "cinco caballeros enmascarados" que "arrojaron al rostro de la duquesa de Chaulnes un frasco lleno de agua fuerte".
Describe cómo estos delitos se habían generalizado en algunos lugares de Europa como en Italia. "Actualmente, según Garofalo -en su obra La Crimonología-, los amantes desgraciados o engañados desfiguran el rostro de las jóvenes que no los han preferido o los han abandonado. Una ley especial de 1844 tiende a que desaparezca este delito, que en 1859 retornó con mayor fuerza", escribe en el capítulo I de la segunda parte de su obra.
Además, añade: "Hoy, en los alrededores de Nápoles, hay pueblos y aldeas enteras en las que solo las jóvenes muy feas pueden escapar". En Escocia, "se usó tan a menudo el vitriolo que el Parlamento se vio obligado a expedir una ley especial a propósito del delito que era 'generalmente conocido".
Por otra parte, todavía hay estudiosos que sostienen que esta forma de ataque sí que fue empleada principalmente por mujeres a lo largo del siglo XIX, tal y como expone Karine Salomé en su libro Vitriol: Les agressions à l'acide du XIXe siècle à nos jours (Vitriolo: las agresiones con ácido desde el siglo XIX a nuestros días).
La historiadora francesa sostuvo en una entrevista en TV5 Monde, recogida por Anaclet Pons, que se trataba de un acto de venganza por parte de mujeres de clase trabajadora, "y muy raramente de la gran burguesía". "Hay una verdadera cuestión de honor tras el acto y la agresora desea marcar la difamación en la cara de la víctima", afirmó.
Expansión mundial
Sea como fuere, el uso del vitriolo como forma de venganza no se quedó solo en el Viejo Continente y cruzó el charco con la llega de emigrantes europeos. Según el ensayo académico Aspectos generales de la agresión con ácidos, un delito que deja huella, publicado por Judith Patricia Beltrán-Ramírez y Ronald Edgardo Cuenca-Tovar en la Revista Criterio Libre Jurídico, a finales del siglo XX se dieron los primeros casos en Asia.
"A mediados del siglo XX disminuyeron estos ataques debido a la escasez del producto, por las guerras mundiales. Posteriormente, se pudo conocer los primeros ataques con ácido en los países del sudeste asiático, principalmente en Bangladés en el año 1967, Camboya en 1979, e India en 1982".
En Latinoamérica, sin embargo, hay constancia de estos delitos desde el siglo XIX. El Diario de debates de la Cámara de los Diputados de 1896, recogido por Público, citaba: "Puede el Congreso amnistiar por los delitos de orden común, siempre que no sean los del incendiario, parricida o vitrioleros".
Cifras en la actualidad
Por desgracia, esta práctica se ha mantenido hasta nuestros días, y está lejos de extinguirse. Además, actualmente la mayoría de las víctimas son mujeres, y la mayoría de atacantes hombres.
Un ejemplo cercano es Reino Unido, donde en 2016 se denunciaron 720 ataques con ácido, siendo 394 en Londres. Una cifra que superaba a la de 2015, cuando se registraron 322 ataques en todo el país, y a la de 2014, cuando hubo 182, según la Policía Metropolitana.
En India, el informe anual de crímenes del Ministerio de Interior del país informó en 2018 de 228 agresiones con ácido, mientras que organizaciones humanitarias afirmaban que la cifra real es mucho mayor. Concretamente Acid Survivors Trust International (ASTI) estima que se producen cerca de 1.000 ataques al año.
En España estas crueles agresiones no son habituales, pero ello no impide que en los últimos años decenas de mujeres las hayan sufrido por parte de exparejas o maltratadores. Mientras ellos son condenados a prisión, ellas, si no mueren, tienen que vivir con la condena de las secuelas psicológicas y físicas que el ácido deja para siempre en su piel.