Kathrine Switzer, la primera mujer en correr un maratón con dorsal, será la imagen del que utilice el Ministerio de Igualdad por el Día de la Mujer del próximo 8 de marzo. El icónico momento en el que intentan expulsar a Switzer de la maratón de Boston en 1967 irá acompañada con el lema 'Por ser mujeres'.
Esa escena pasó a la historia por representar vivamente el machismo que sufren las mujeres, e incluso la revista Time-Life la nombró como una de las "100 fotos que cambiaron el mundo". Por su parte, Katherine Switzer (Amberg, Alemania, 1947) se convirtió en un símbolo de la lucha por la igualdad en el deporte, una lucha que todavía hoy mantiene.
Comenzó a correr a los 12 años animada por su padre, que quería que entrase en el equipo de hockey césped cuando comenzase el instituto, y ya nunca lo dejó. "El running hizo que no tuviera miedo", contó a El País en una entrevista.
Más tarde entró en la Universidad de Siracusa para estudiar Periodismo y decidió entrar en el equipo de atletismo, a pesar de que no había un equipo femenino. Después de pasar una prueba le permitieron entrenar con el masculino de forma extraoficial. No obstante, durante ese tiempo participó en carreras femeninas como la de 440 y 880 yardas.
La maratón de Boston
La idea de correr la carrera de Boston, la Meca de cualquier atleta en aquel momento, surgió de forma completamente inesperada. Una noche de diciembre de 1966 se encontraba con su entrenador Arnie Briggs, que había completado dicha maratón en 15 ocasiones, y él le dijo que una mujer no podría correr los 42 kilómetros.
Switzer, indignada, le recordó que ese mismo año la atleta Bobbi Gibb lo había logrado, después de colarse a través de unos arbustos en la carrera. Arnie dijo que eso era mentira y añadió: "Si alguna mujer pudiera hacerlo, serías tú, pero tendrías que probarlo. Si corres esa distancia en la práctica, yo seré el primero en llevarte a Boston".
Esa idea se quedó clavada en la cabeza de Switzer y tres semanas antes de la maratón hizo la prueba con Arnie. La superó con creces después de recorrer casi 50 kilómetros, 8 más que la distancia de la maratón. "Hacia el final de nuestra carrera comenzó a ponerse gris. Cuando terminamos, le abracé extasiada y se desmayó", recuerda Switzer en sus memorias.
Como correr sin registrarse podría meterla en problemas con la Unión Atlética Amateur (UAA), Arnie y ella comprobaron las reglas de la maratón de Boston y no vieron ninguna norma concreta en concreta referida al género del participante (aunque en realidad la carrera más larga autorizada oficialmente hasta ese momento por la UAA para mujeres era de dos kilómetros y medio), así que se inscribió firmando KV Switzer, como estaba acostumbrada.
Llegó el día de la carrera, 19 de abril de 1967, y Switzer se plantó con un dorsal con el número 261 y maquillada para la ocasión, junto a Arnie, su novio Tom Miller y John Leonard, un compañero de la universidad que pertenecía al equipo de campo a través.
A su llegada los corredores le dieron la bienvenida y muchos se mostraron emocionados de que una mujer fuese a participar. Switzer recuerda que incluso un hombre se acercó a ella para pedirle algunos consejos para su mujer, que también quería correr.
Comenzó la maratón y Switzer se sentía emocionada. Los primeros kilómetros todo transcurrió con normalidad, pero cuando el público y la prensa se dieron cuenta de que había una mujer, las cosas cambiaron. Al verla, Jock Semple, uno de los comisarios de la carrera, saltó a la ruta y la agarró gritando que saliera: "¡Fuera de mi carrera y dame esos números!", exclamó refiriéndose a su dorsal. Fue entonces cuando se inmortalizó el momento que pasaría a la historia.
Sus compañeros la defendieron y Tom Miller pegó un puñetazo a Semple para librar a Switzer de él. "Aterrizó en el borde de la carretera como un montón de ropa arrugada y sentí terror. Hemos matado a este tipo y es mi culpa, a pesar de que lo hizo Tom. Dios mío, todos vamos a ir a la cárcel. Entonces vi el rostro de Arnie, también estaba lleno de miedo y gritó: ¡Corre como el infierno!", escribió Switzer.
Ahora todos estaban pendiente de ella y sabía que debía terminar la carrera. Llegó en 4 horas y 20 minutos, aunque luego fue descalificada. Esa misma noche se dio cuenta de lo que había hecho, y a partir de ahí se dedicó a promover la inclusión de la mujer en el deporte, concretamente el atletismo.
Activismo por la igualdad
A partir de ese año más mujeres comenzaron a presentarse a las carreras y en 1972 la maratón de Boston las admitió. Incluso Semple, el hombre que la intentó echar de la maratón en el 67, se convirtió en un firme defensor de la participación de las mujeres y acabó siendo amigo de Switzer años más tarde.
Switzer siguió corriendo y en 1974 ganó la maratón de Nueva York. Un año más tarde volvió a correr la de Boston y ocupó el sexto lugar en el mundo y el tercero en Estados Unidos en maratón femenino tras completarla en dos horas y 51 minutos. La última vez que realizó esa carrera, que ha completado ocho veces, fue en 2017 con 70 años.
Como parte de su activismo, ha participado en exitosas carreras de marketing deportivo corporativo y relaciones públicas como AMF Incorporated (1973-1977) y Bristol Myers (1968-1972).
En 1977 creó el Avon International Running Circuit, una serie global de carreras femeninas que se convirtió en el trabajo de su vida. El circuito celebró hasta 2002 400 carreras en 27 países y llegó a más de un millón de mujeres. La atleta también tuvo un papel clave en la lucha para que el maratón femenino llegara a los Juegos Olímpicos por primera vez en 1984.
También ha escrito numerosos artículos y tres libros Running and Walking for Women Over 40 (publicado en 1997); 26.2 Marathon Stories, en coautoría con su marido Roger Robinson en 2005; y sus memorias Marathon Woman (2007).