Un restaurante de Calamocha (Teruel) fue, durante décadas, el lugar donde muchos peregrinaban cada Navidad en busca de la suerte de llevarse... una moto, un coche y hasta un piso. La hija del dueño, Mapi Sanz, (39 años) fue la encargada de transformar estas cestas en lo que está considerado el primer sorteo privado, con regulación fiscal propia, hace más de 15 años.
Lo que en los años 80 había comenzado como la típica cesta de jamones y botellas de licor, acabó convirtiéndose en más de 500.000 euros en premios.
"Mi familia llevaba tiempo haciendo pequeñas rifas pero luego fueron creciendo y al final la cuantía era muy grande, por lo que entré yo a organizarlo y monté la sociedad. No fue nada pensado, una rifa nos fue llevando a otra y a otra hasta tener un presupuesto de 500.000 euros para hacerla", reconoce esta empresaria del sector del juego.
En un principio, ni siquiera había una regulación fiscal para este tipo de enormes cestas de Navidad, porque eran un formato nuevo que empezaba en esos momentos y que se volvió muy popular. Por lo que la administración tuvo que reaccionar.
"También empezaron a hacerlo en otro sitio que se hizo muy famoso. Nosotros éramos los únicos que lo hacíamos en Aragón", explica. Y es que a la par, otro bar de Sevilla creó la competencia de la 'Gorda de Navidad', como se conocía al sorteo de Calamocha.
Colas y colas
El restaurante de la familia de Mapi se transformaba cada año cuando se acercaba el mes de diciembre. "Era una locura. Teníamos colas y colas para entrar en un pueblo de 5.000 habitantes. Durante muchos fines de semana había gente esperando para comprar una de las papeletas de los 100.000 números que hacíamos. Se agotaban en tres semanas o 15 días".
El precio del billete iba variando en función del premio que se daba pero la más cara, la del sorteo que incluía hasta un apartamento, costaba 10 euros. "La gente venía. Comía en el restaurante sí podía, porque estaba todo reservado desde hacía mucho tiempo, y pasaba el fin de semana por Teruel donde hay sitios superbonitos para ver".
En una de esas cestas, se regaló el primero Tesla de España. "Me costó mucho tiempo conseguirlo pero es que cada vez se nos ocurrían cosas más gordas y divertidas".
Viajes de lujo, subir el coche que se iba a rifar al tejado, apartamentos, motos, lingotes de oro, tecnología, joyas... Las sorpresas eran increíbles y el trabajo para organizar lo que era un fenómeno completamente viral más: "Yo trabaja en el sorteo desde abril hasta febrero porque tienes que comprar todos los premios para poder sortearlos, si no es fraude, y hacer el pack lleva su tiempo. El año del piso teníamos que comprarlo, escriturarlo, con los coches pedirlos con tiempo... y luego ayudar a la gente, porque mucha no sabe cómo gestionarlo".
En este caso, el Gordo de Navidad el que regalaba la suerte y marcaba el fin de un negocio muy complejo. "Parece que es un negocio muy rentable pero realmente no, porque tienes mucho riesgo, hay que comprar los premios, pagar muchos impuestos antes de empezar... y esperar que funcione. Y me parece muy bien porque si no, habría mucho fraude alrededor de esto".
Cuando sus padres se jubilaron, vendieron el restaurante. Pero Mapi, que tenía otros negocios también, ha querido seguir con un sector que es muy desconocido en España pero que arrasa en Europa y sobre todo en EEUU.
"En España no hay muchos más. Es una pena porque en otros países hay páginas web donde sortean cajas sorpresas que son increíbles, pero no operan aquí".
Su nueva iniciativa es El Sorteazo, que este 23 de junio, regalará una autocaravana valorada en 76.000 euros si coincide la papeleta de 6 euros y dos opciones con el número de la ONCE de ese día. "Los premios no tienen nada que ver, evidentemente, pero la idea es hacer más sorteos al año".
Mapi Sanz recuerda que todos estos premios tienen que estar aprobados por la Dirección General de Juego. "Esto es muy importante porque últimamente te encuentras sorteos de instagramers que la gente no sabe si son reales o no. Este es completamente legal porque están las bases del sorteo con el logo del Ministerio de Consumo".
Para esta emprendedora es difícil contar a qué se dedica si se le pregunta por su profesión: "¿Organizadora de sorteos? No sé. Es más complicado". Pero sí tiene claro por qué lo hace: "Recuerdo muchas historias de cuando le tocaba a la gente. El dinero hace mucha ilusión pero cuando enseñas los productos, cada uno sueña con lo que quiere y se vuelven locos".
Tiene pensado sacar la autocaravana por las calles de España a partir del mes de abril para que la gente pueda ver el premio y en un futuro apuesta por hacer más sorteos. "Llevo desde julio organizando este. En próximas ediciones quiero donar premios a diferentes asociaciones, que era lo que hacíamos en el restaurante, para, por lo menos suavizar el sector".