El calvario de Sonia, la agente que denunció el mayor caso de corrupción policial en Mallorca
Esta policía local de Palma denunció la trama de corrupción que investigaba el juez Castro y que implicaba a varios agentes. Ahora cuenta el infierno que pasó en el libro 'Cuando vinieron por mí'.
13 mayo, 2021 01:10Sonia Vivas (42 años) soñaba con ser policía incluso antes de que las mujeres hubiesen entrado en el cuerpo. Tras estudiar Psicología y Educación Social y se presentó a las pruebas de la Policía Local de Palma de Mallorca y fue la única chica en ocupar una de las 90 plazas.
Nada fue fácil desde el principio. "En la Policía el concepto de igualdad que se entiende en otros trabajos no está muy instaurado. Es cierto que hay compañeros que sí, pero lograr que te vean como un igual no es fácil".
Incluso su superior se mostró sorprendido cuando Sonia Vivas quiso solicitar una plaza de motorista de la nocturna. 'No sé cómo caería eso en la unidad', le contestó con toda naturalidad. Dos de sus compañeros fueron los encargados de dejarle claro que "no merecía compartir espacio con ellos" por ser mujer y lesbiana, despreciándola, excluyéndola en cuanto podían y haciendo que Sonia pasara a ser ya para siempre 'la Tijeras'.
Ahí empezó un infierno que continuó tras su testimonio destapando uno de los mayores escándalos policiales de España, dentro del caso Cursach de Palma de Mallorca que instruyó el juez Castro, con investigaciones por trata de seres humanos con fines de explotación sexual, abusos a menores, tráfico de drogas, cohechos, tráfico de influencias, prevaricación y banda organizada y criminal en el cuartel de Sonia.
Acoso
Una denuncia que con el "mal entendido código de silencio" que se impone en muchas comisarías y cuarteles acabó con situaciones de acoso, intentos de implicarla falsamente en un delito, presiones, amenazas... y Sonia dejando la Policía. Ahora, casi como un ejercicio de catarsis, Sonia Vivas ha narrado el calvario en Cuando vinieron por mí (Editorial Península), con el aplauso de los que pelearon junto a ella.
"Al principio vi cosas que me parecían extrañas, pero no pensé que fueran lo que han sido. Compañeros que tenían un nivel de vida que con el sueldo de la policía lógicamente no podían darse, sobre todo teniendo en cuenta que tenemos incompatibilidades y no podemos tener un segundo trabajo. ¿De dónde venía aquello? ¿Cómo era posible que alguien pudiera comprarse ese coche o dos motos?".
Sonia fue apuntando en su libreta particular incluso actuaciones que le parecían muy extrañas. "Intervenciones en locales donde siempre sacábamos droga, nunca nos íbamos de vacío. ¿Cómo era posible que una Policía Local, que no tiene unidad de investigación, supiera tanto e interviniera siempre? Había malestar incluso en la Policía Nacional, que estaba muy molesta e inició una investigación".
Un día, al llegar al trabajo Sonia se enteró, precisamente, de que estaban investigando por corrupción al cuartel y entre los sospechosos aparecieron los nombres de sus dos acosadores. Ella no lo dudó y se presentó en el Grupo de Blanqueo de Capitales de la Policía Nacional para contar todo lo que sabía. Acabó siendo testigo protegido de la Fiscalía Anticorrupción de esta gran caso que afectó a políticos, policías y empresarios.
"Hay más compañeros que denunciaron. La causa se compone de un montón de policías, no solo yo. Veíamos cosas que no eran normales. Teníamos información que junta es la causa pero que por separado era raro y nos faltaban hilos", aclara.
A partir de ahí se multiplicaron las presiones y amenazas por parte de estos dos agentes que han sido condenados por lo que le hicieron a Sonia con sentencia ya firme del Supremo y han ingresado en prisión.
"Fue lo más duro que he vivido. Yo puse una denuncia para que parara y fue justo lo contrario. Intentaron meterme en la cárcel con una denuncia falsa, hicieron un montaje diciendo que pegué a un detenido y me pedían cuatro años. Llegó un momento en que empecé a ir a los medios, porque tenía miedo de que si no se me veía, me pudieran hacer cualquier cosa. Me sentía muy insegura".
El proceso judicial ha sido largo, pero finalmente se ha condenado a los dos policías aunque Sonia sigue denunciando la forma en que el cuerpo maneja estas situaciones. "Cuando el Supremo les dio cinco días a mis acosadores para entrar en la cárcel, les hicieron una fiesta dentro del cuartel. ¡A dos policías condenados por un montaje policial y dentro de las dependencias policiales! Hay agentes honrados y honestos que se sienten avergonzados".
Control externo
El libro busca, además de narrar el infierno que pasó, reclamar la transformación que, a su juicio, necesita el cuerpo. "Hay un mal entendido corporativismo que dice que si cuentas lo que pasa eres un chivato y un traidor. Y que ellos aunque sean "unos hijos de puta, son nuestros hijos de puta". Cierran filas con quien sea para que los trapos sucios se laven dentro de casa, aunque esos trapos sucios atañen a la vía penal".
Que sólo hubiera un 9% de mujeres en la Policía Local tampoco ayudó demasiado. Sonia reconoce que "las compañeras tenían miedo de ponerse de tu lado para no estar en el punto de mira, y al final te ves muy sola". "Que sea una corporación tan masculinizada, hace que sientas mucha más soledad. A mí lo que me hicieron es porque era mujer y conmigo no se sentían cómodos".
Sonia Vivas, concejala de LGTBI de Palma de Mallorca, es ya exagente de la Policía porque llegó un momento "que no podía ser, que tenía que cuidar de mí misma y no era bueno para mí mantenerme en un espacio donde un grupo de personas te quiere mal".
Su caso, como el de otros agentes, ha destapado que el acoso es mucho más difícil de denunciar y de demostrar en el caso de los uniformados. "Es por cómo está configurada la Policía en España. No hay ningún organismo que la regule externamente o que pueda incidir en el interior. Se autorregula y cuando algo sale de dentro ya va directamente a los juzgados", asegura.
En estos temas, Sonia recuerda que mientras que en otros ámbitos están cambiando el protocolo, en la Policía sigue instruyendo el expediente un compañero o tienes que denunciar a tu jefe, diciéndoselo a él primero porque es el superior jerárquico y no lo puedes saltar. "La gente no quiere tomar partido pero no tomar partido es ponerte del lado de los acosadores".