"¿Traes tú el camión?, ¿vienes sola?, "ah, ¿que eres camionera?". Ana Pellitero (Valdevimbre, 1974) está harta de escuchar estas frases cuando baja de su camión. Tras casi 30 años detrás del volante, todavía ve la sorpresa en la cara de muchas personas cuando dice que es camionera. Más bien bajita (1,65 metros) y delgada, no encaja con el estereotipo que todos tenemos de los camioneros: grandes, fornidos, quizá un poco brutos, y solo hombres.
No le importa, se sube al camión con una agilidad pasmosa y pone rumbo al destino que tenga ese día marcado en su agenda. Aunque esta noche no se moverá de la Finca de El Gasco de Madrid, donde quedamos para que nos cuente cómo es la vida de una camionera y experimentar de primera mano -de una manera muy light, hay que admitirlo- cómo es pasar la noche en un camión.
Esta leonesa lleva muchos años rodeada de hombres que ya no la ven como a una mujer "sino como a una compañera más, que ha costado", pero echa de menos cruzarse a más mujeres en las áreas de servicio y ese compañerismo femenino que es único y, muchas veces, necesario. Por eso se animó a formar parte de la campaña WoMAN elaborada por la empresa de camiones MAN. Buscan fomentar la presencia de mujeres en el sector financiando el 70% del coste de sacarse el carnet y el Certificado de Aptitud Profesional a 10 aspirantes a camionera.
Cuenta su historia para demostrar que ser camionera "no es tan malo ni tan duro como lo pintan". Al contrario, es su pasión. "A mí es que del camión me gusta todo: cuando te subes te ves tan grande... Arrancar el motor, la carretera...", cuenta con un brillo especial en los ojos.
No solo es una cuestión de igualdad de género -solo un 14% de los transportistas son mujeres-, es que literalmente faltan profesionales en España. ¿Por qué no animar a las mujeres a que cubran esos puestos? Puede que así acabemos de una vez con esos estereotipos machistas y anticuados como que "las mujeres conducen peor". "Eso habría que verlo. Si te das cuenta, en los seguros nos hacen descuentos a las mujeres, por algo será", replica Ana. "Más de una vez incluso me han dicho que las mujeres no tenemos accidentes pero los provocamos. Hay que demostrar que somos iguales o mejores".
En el camión desde pequeña
Amante de los camiones desde pequeña, Ana tuvo como referente a su padre, también camionero. Nada más cumplir los 18 se sacó el carnet y desde entonces no ha dejado de conducir por toda España. "Hasta los 21 años solo podías tener el carnet de 7.500 kilos, así que tuve que sacármelos paso a paso hasta llegar al permiso C, con el que puedes llevar camiones de cualquier peso". Ese era su sueño porque "el camión, cuanto más grande mejor".
Desde hace cuatro años tiene a 'MANolín', un camión blanco, con remolque y una bañera en la que transporta cereales para alimentación animal. Con mercancía, su MANolín puede pesar hasta 40 toneladas. Siguiendo la tradición de tantos compañeros, lo ha customizado poniendo los nombres de sus hijos, Sergio y Marta, en el frontal. Pero aunque por fuera los camiones se siguen pareciendo a los que veíamos en la mítica serie de los 70, Los camioneros, protagonizada por Sancho Gracia, por dentro han dado un salto al futuro, siendo muchas veces más modernos que cualquier turismo.
Montamos con Ana en el MAN TGX, el camión Gran Lujo donde pasaremos la noche y donde ella se mueve como pez en el agua. Han sustituido MAN por WOMAN como parte de la campaña. ¿Qué mejor declaración de intenciones para mostrar que las mujeres van a tomar las carreteras?
Subimos a la cabina y por dentro es más alta de lo que puede parecer desde el exterior -estando de pie entramos las dos perfectamente, y aún quedan unos palmos hasta el techo-. Se respira tecnología por todas partes, esa estética costumbrista que nos trasladaba Rosalía en su videoclip de Malamente, ya no es la realidad. El camión cuenta con un millón de botones que controlan absolutamente todo (ventilación, bluetooth, GPS, remolque, dirección, sistemas de seguridad...). Eso sí, llega una primera (y casi única) decepción: es automático.
"La mayoría de los camiones, el 99%, tienen cambio automático. Puedes acceder al cambio manual en la palanca del volante, a la derecha, porque sí que es verdad que cuando subes puertos o cosas así el camión te hace cambios que no quieres. Así que para que no te deje tirada en mitad de las cuestas lo pones en manual, pero es verdad que hay algunos como este, y como el mío, ni siquiera llevan embrague".
Como se mueve por el interior de España y zonas rurales, se conoce bien eso de conducir por curvas, cuestas y terrenos de lo menos cómodo. Habría que ver a más de uno intentando hacer sus recorridos. "Lo bonito no es meterse por una autopista porque eso lo hace cualquiera, las cosas difíciles son las que más te hacen crecer".
Estanterías, cajones, flexos, neverita... Todos los que se han unido a la moda de las autocaravanas y las casas sobre ruedas tendrían que ver cómo se aprovecha el espacio en las cabezas tractoras, que acaban siendo la casa de muchos camioneros. "Hay cosas que siempre hay que llevar porque nunca sabes qué día te vas a quedar fuera: ropa, las cosas de aseo y algo de comer. Aunque sea solo algo de fruta o unas latas, por ejemplo, porque una barra de pan la compro en cualquier gasolinera. Pero siempre llevas algo por lo que pueda surgir".
Camionera de nacional
En su caso, ella intenta dormir siempre en casa y hace recorridos nacionales, una opción que eligió para poder formar una familia y pasar tiempo con ella. "El sector del camión no solo es salir fuera, que no piensen todas que es solo hacer internacional", reivindica. "Hay muchas opciones y puedes hacer una jornada de 8 horas trabajando, por ejemplo, para una gravera, para mover contenedores... Trabajos de corta distancia con los que te puedes apañar para ir a casa".
Efectivamente, ha podido criar a dos hijos siendo tanto ella como su marido camioneros. "Siempre he trabajado de autónoma, gracias a eso tienes la libertad para moverte como tú quieras. Yo igual dejaba a los niños en el colegio, marchaba, hacía las cosas que me tocasen, venía, les daba la comida y luego me iba otra vez con el camión. Cuando ya eran un poco más mayores les dejaba solos algunos ratos, pero al final te vas arreglando y como andaba cerca tampoco era mayor problema".
"También he llevado a mis hijos en el camión cuando eran pequeños para que vieran a su padre, porque él sí que ha hecho más larga distancia. Aunque no se puede, los metía en el camión y nos pasábamos ahí los cuatro el fin de semana para estar juntos". Parece que estos viajes no surtieron mucho efecto en Sergio y Marta, de 25 y 22 años respectivamente, que no han seguido los pasos de sus padres.
La cama, como en casa
Aunque en su día a día intente evitarlo, Ana es una camionera de los pies a la cabeza y conoce la vida de carretera y lo que es pasar noches en el camión. "Normalmente ando en Castilla y León, Galicia, Asturias... Pero como nosotros dependemos de un tacógrafo, que es lo que marca las horas de conducción, pues a veces juegas con eso. Por ejemplo, si has hecho las horas máximas y al día siguiente tienes que hacer otro viaje, pues dices: bueno, voy a dormir en el camión cerca del descargue y eso se lo gano al tacógrafo al día siguiente".
Otras veces se ha quedado por imprevistos, como los temporales. Mismamente este año le pilló en Salamanca la ya histórica tormenta Filomena. Por suerte pudo librarse. "En cuanto caen cuatro copos te paran por seguridad y porque si patinas el camión te hace la tijera, si te atraviesas luego no hay manera que sacarte. Allí cayó una nevada muy gorda, solo que al final vas buscando otras alternativas. Pillamos mucha ventisca, pero todavía era nieve blanda y sin hielo, que es cuando vienen los problemas porque este camión no puede llevar cadenas".
Para esas ocasiones, en su lista de imprescindibles está el llevar siempre la cama hecha "igual que en casa". "La llevo preparada con una sábana bajera, una sábana y luego suelo llevar un edredón nórdico, que es lo más fácil". En el camión MAN TGX en el que nos encontramos hay una litera, dos personas pueden dormir en esa cabina, pero su camión solo cuenta con una para ella.
Me meto pasada ya la una de la mañana y descubro que es mucho más cómoda de lo que pensaba. El colchón es fino pero firme y cierro las cortinas para que no entre luz. Lo peor, tal y como confirma Ana, es el ruido (y eso que nos encontramos en una finca de Torrelodones). Los camiones no son los mejores aislantes. "Yo intento alejarme de la carretera, pero muchas veces es imposible y oyes los camiones, los coches...".
El problema de la seguridad
Incapaz de abrir la escotilla del techo y sabiendo que estoy en un sitio seguro, durante esta noche en El Gasco dejo las ventanillas un poco abiertas para ventilar. Está claro que no es la mejor opción en un área de servicio. "Dejar las ventanillas abiertas no es lo mejor. A veces lo haces, las abres un poquito para que haya corriente pero es más seguro el frío en parado, que es como un aire acondicionado. Tenemos una seta encima del techo que sale por arriba con unos tubos por los que sale el aire. En invierno tenemos la calefacción autónoma que tiene un sistema de tuberías por debajo de la cama. Todo funciona con el camión parado".
El tema de la seguridad es de lo que más se comenta al hablar de camioneros. Ana admite que algunas veces sí que ha tenido miedo, "pero yo creo que lo pasamos todos". "Se dan muchos casos de que te roban gasoil, mercancías... O que te abran el camión y te hagan la mayor faena porque al final estás durmiendo solo. Yo por eso me suelo quedar en sitios donde hay una gasolinera con más camiones, no paro en áreas de descanso donde no hay nada".
Por suerte nunca ha tenido ningún susto importante. La mayor faena que le han podido hacer: robarle el gasoil. "Yo no tengo el problema de que me roben mercancías como, por ejemplo, a los que mueven electrodomésticos. Lo que me han robado es el gasoil y encima a la puerta de casa con el camión aparcado, ese es mi mayor riesgo".
Sin espacios para mujeres
Más allá de la seguridad, su principal reivindicación es que haya más espacios para mujeres camioneras. Todavía son muchos los lugares para transportistas que no tienen baño de mujeres y en los que las duchas son comunes. "Por ejemplo, cuando voy a fábricas habitualmente me dejan usar los baños de las oficinas, que sí que hay de mujeres, porque los de los hombres es verdad que siempre están más sucios y... no sé. Pero luego siempre tienes algún cafre que dice: ¿por qué ella sí y yo no?".
Lo cuenta sin alzar la voz, como una persona que ha asumido lo que toca después de encontrarse muchas veces con estos "cafres", pero que igualmente sabe que no es justo. "Las gasolineras ahora con la pandemia nos tenían que dejar entrar a los transportistas. Pues yo tenía que dejar que se me viera el camión porque si decía que soy transportista me decían ‘eso lo dices tú’, ¿entiendes? O cuando vas a comer, que el menú de los camioneros suele ser más barato. Ahí también me han cuestionado".
Ante estas situaciones, más habituales de lo que debería, Ana considera que la solución es sencilla: que haya más mujeres camioneras y normalizar su presencia en estos ambientes que durante mucho tiempo han estado copados por hombres. "Alguna vez me han dicho que cómo van a hacer un baño para mujeres si estoy yo sola, y yo lo entiendo, porque aunque cada vez somos más, todavía hay muy pocas. Tenemos que hacer fuerza para que nos pongan más baños para nosotras, unas duchas que sean para mujeres y no mixtas... Hacer más fuerza".
"Siempre están pintando que esto es un trabajo muy duro y metiendo miedo, y obviamente tienes días malos, pero yo quería dar mi versión de que bueno, todo eso es verdad, pero tampoco es tan malo ni tan duro como lo ponen. Quiero animar a las mujeres y a ver si cada vez somos más y se consiguen más cosas".
Al despedirnos, Ana coge su coche para volver a León. Después de casi tres horas de trayecto se subirá a su querido MANolín para iniciar la jornada laboral. Todavía no sabe ni qué le tocará, tiene que llamar al almacén con el que trabaja. Lo que sí que sabe es que se pondrá la radio, ese medio que siempre la acompaña, para escuchar algo de música, preferiblemente en español -"la que entiendo", afirma risueña-, e iniciará un nuevo viaje.
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