Tener una vida feliz después de haber sufrido violencia de género es posible. Las únicas opciones no son quedarse con el maltratador o ser asesinada. Ese es el mensaje de Romper el silencio. Juntas somos más fuertes (Penguin Random House), un libro escrito por mujeres supervivientes de la violencia de género que lo tienen claro: "¡Es hora de ser feliz!".
Romper el silencio es un proyecto llevado a cabo por la editorial Penguin Random House y la Fundación Ana Bella con motivo del Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer que se celebra este jueves, 25 de noviembre. Está compuesto por las historias de Juanita, Vanesa, Laura, Eva, Bettina... Once mujeres supervivientes de la violencia de género y cinco relatos ficticios escritos por autoras de la editorial.
Todo surgió después de que Penguin celebrase un curso de escritura creativa con el que quería ayudar a las supervivientes a "liberar su potencial como agentes de cambio social". Durante las cuatro semanas que duró el curso, en el que participaron más de 100 mujeres, recibieron las herramientas para contar sus propias historias de lucha. Al final, algunas habían elaborado un relato completo que "potenciaba la empatía, la sororidad, el amor y el empoderamiento y que, además, podían de servir como red para otras mujeres".
Aunque el libro muestra unos pocos relatos, visibiliza las historias de millones de mujeres y busca a animar a aquellas que todavía estén en una situación de maltrato. Y es que, desde la Fundación Ana Bella defienden que romper el silencio es la única manera de dejar de ser invisibles. "De 62 millones de mujeres maltratadas por sus parejas en Europa, solo el 14% pide ayuda", explica en el prólogo.
Pero eso sí, para animarlas a hablar deben mostrarles que hay una salida. Ana Bella Estévez, activista contra la violencia de género y creadora de la Fundación que lleva su nombre, relata en su historia que ella no se sentía identificada con las mujeres que salían en televisión con la voz distorsionada por el miedo a ser identificadas. Cuando ella dejó a su marido se dio cuenta de que no era una víctima, sino de que era una mujer fuerte que había soportado lo indecible y había salido de un infierno diario de más de una década.
Por esa razón, en 2002 hizo su primera aparición televisiva a cara descubierta y con una sonrisa de oreja a oreja. No iba a permitir que el miedo dominase su vida. Iba a ofrecer un mensaje positivo a las supervivientes. "Ese día expliqué que, si rompes el silencio y denuncias cuando estés preparada, hay una alternativa a ser asesinada: la oportunidad de ser feliz", relata. Aunque admite que "hay que tomar precauciones cuando estamos amenazadas de muerte, me niego a esconderme, me niego a llevar una vida pensando en él, en cómo reaccionará o qué pasos dará".
Después de ese primer programa recibió la llamada de mil mujeres y comenzó su labor de ayuda. Así, en 2006 creó la Fundación Ana Bella, una red de ayuda y apoyo que ha asistido a 40.000 mujeres en España. "Transformé mi sufrimiento en un instrumento eficaz para ayudar a otras mujeres. Me encontré en mi compromiso social y desde entonces soy plenamente feliz". Por eso anima a otras mujeres a contarlo y unirse a la red: "Mientras más seamos, a más mujeres podremos ayudar. Si has sido maltratada, ayudando con tu experiencia tu sufrimiento tendrá sentido".
El drama de las profesionales
Aunque cada historia es distinta y única, todas terminan con un final feliz. Por ejemplo la de Laura, que cuenta sus vivencias con un padre ausente y una necesidad de afecto que le llevó a caer en los brazos de un maltratador. Todo ello pese a haber acudido a la universidad. Y es que Ana Bella Estévez advierte que todas pueden sufrir violencia de género independientemente del nivel educativo, cultural, económico o social. Sin embargo, "mientras más alto es el nivel, más barreras encuentran las mujeres maltratadas para denunciar su situación porque se pone en cuestión su profesionalidad, en vez de recriminar el comportamiento del maltratador".
"Las mujeres trabajadoras con carreras universitarias tardan una media de 12 años en pedir ayudar", apunta. A esos prejuicios se enfrentó Laura, que al denunciar a su maltratador se encontró comentarios como: "Tienes una profesión, ¿por qué dejaste que te pegara tanto tiempo?". Soportó celos, amenazas, chantajes emocionales... Finalmente consiguió escapar aunque "él se convirtió en la víctima y yo en la victimaria por dejar a un hombre 'tan bueno' que sufría tanto por mí".
Volver a vivir no es fácil, Laura afirma que, después de cinco años sin él, "todavía tenía vestigios de ciertos traumas", pero valió la pena. "Recuperé a mis amistades, me acerqué a mi familia, tengo muchos pasatiempos que me llenan de satisfacción y libertad. Dejé atrás la depresión y la lástima por mí misma. He regresado a la escritura que abandoné por su culpa e incluso estoy escribiendo cuentos",escribe.
Por eso, anima a cualquier mujer, sea cual sea su situación. "Yo pude lograrlo y cualquiera es capaz de hacerlo. Tan solo es cuestión de quererte mucho y no permitir que nadie te quiera menos de lo que tú te quieres. Sobre todo, entender que no necesitas a nadie para ser feliz ni para estar completa".