Tras 22 años de encarnizada batalla legal, el diseñador canario afincado en Londres ha ganado el pleito que mantenía, desde 2000, con el empresario chino Fang Yuzhou, quien había registrado la marca Manolo Blahnik para su uso en China, en 1999, antes que el propio diseñador.
La marca de zapatos de lujo interpuso entonces una demanda por registro ilegal de marca iniciando así un procedimiento para invalidar su uso y levantar así la restricción que impedía al diseñador utilizar su propio nombre en el mercado chino.
Esta victoria legal sienta un importantísimo precedente para que otras marcas en la industria de la moda hagan valer sus derechos contra las marcas pirata en China.
Ayer, el diseñador declaró:"Nos sentimos verdaderamente honrados y agradecidos por el apoyo que hemos recibido en China y a nivel internacional, tanto dentro de la industria de la moda como fuera de ella". Y añadió: "Estoy impaciente por volver a visitar la belleza y la elegancia de China".
Kristina Blahnik, sobrina del fundador de la marca, se mostró muy satisfecha en unas declaraciones a Reuters: "Esta es una victoria significativa para mi tío, nuestra familia y nuestro equipo, y quiero expresar mi gratitud al Tribunal Popular Supremo de China por su consideración minuciosa y cuidadosa de nuestro caso de larga duración".
China ha tenido durante décadas una legislación de propiedad intelectual muy distinta a la de países europeos o Estados Unidos, que requieren que las empresas demuestren el uso previo o la intención de usar una marca comercial antes de que pueda ser registrada.
En la normativa china, sin embargo, prevalecía la máxima del derecho romano prior in tempore potior in iure, que da prioridad legal al primero en presentar el registro para su uso en el mercado chino y, en este caso, Fang había sido la primera persona en registrarlo en 1999.
El avispado empresario chino, conocedor del impacto global que había tenido la marca, gracias a Sex and the City. En la serie de televisión (que comenzó a emitirse en 1998 y estuvo en antena durante seis temporadas), la protagonista, Carrie Bradshaw, está obsesionada con los zapatos del diseñador de origen español.
De hecho en la película que se hizo en 2008 Sex and the City, Mr. Big le pide a carrie que se case con ella, en el vestidor para zapatos de su piso, con un par de manolos de color azul, en lugar de con un anillo de diamantes.
Los manolos, como son conocidos popularmente, se conviertieron en un fenómeno de masas: el posterior empujón de las redes sociales los convirtió en objeto de deseo masivo e inalcanzable, pues sus precios pueden variar de los 400 a los 4.000 euros.
Sin embargo, en 2019, las cosas cambiaron un poco, con las enmiendas a las leyes de propiedad intelectual de China que reconocían las llamadas presentaciones de "mala fe", lo que permitió a varias marcas internacionales (como por ejemplo Nike y sus Air Jordan) lograr algunas victorias.
Manolo Blahnik nació el 27 de noviembre de 1942, hijo de padre checo y madre española, en Santa Cruz de la Palma (Tenerife), adonde sus padres tenían Santa Cruz de la Palma (Tenerife).
[Manolo Blahnik, el arte del ridículo]
En 1971, Diana Vreeland, mítica directora de la revista Vogue, le daría el empujón que necesitaba para encauzar su carrera al diseño de zapatos. Abrió su primera tienda de zapatos en Londres en 1973, con el nombre de Zapata. En 2012 fue galardonado con el Premio Nacional de Moda en España.
En 2017 la marca celebró su 45.º aniversario de la marca con la exposición Manolo Blahnik. El arte del zapato, que viajó por distintas ciudades hasta recalar en el Museo de Artes Decorativas de Madrid. En la muestra, se exhibieron más de 200 zapatos y 80 dibujos originales del diseñador.
Asegura haber diseñado más de 25.000 pares de zapatos y que sus creaciones están más cerca del arte que de la moda: no sabemos si a sus casi 80 años (que cumplirá el próximo 27 de noviembre), él mismo sigue dibujando el boceto y esculpiendo el prototipo en madera de arce como hasta ahora.
Debido a ese proceso artesanal, la marca solo confecciona 80 pares de zapatos al día, lo que origina (igual que en los bolsos de Hermés), interminables listas de espera, pero al mismo tiempo los convierte en un accesorio totalmente aspiracional y aumenta en sus clientas las ganas de tener uno.
Pero sí podemos asegurar que también tenía la costumbre, una vez terminados, de probárselos él mismo, para ver el efecto y comprobar personalmente su comodidad, pero los médicos se lo prohibieron, al romperse los ligamentos mientras lo hacía.
Como no sigue jamás las tendencias, se ha negado en redondo a diseñar zapatos con plataforma, que considera una aberración y en ocasiones sus estiletos han sido criticados por se incómodos, lo que él niega rotundamente.
Esta histórica victoria legal abre ahora la puerta a la empresa para expandirse en China pues la marca, hasta ahora, solo estaba disponible para los consumidores chinos a través de plataformas de comercio electrónico de terceros como Farfetch. Y aunque no han desvelado sus planes de expansión, seguro que serán con paso firme y Manolo Blahnik logrará poner el mercado chino a sus pies.