Que la moda también puede usarse para comunicar una idea o mandar un mensaje, es algo que ya se sabe. Por eso, quince diputadas de izquierda acudieron este martes con corbata al pleno de la Asamblea Nacional francesa para protestar contra las críticas de la derecha sobre la vestimenta "relajada" de varios parlamentarios progresistas.
"Hoy nos ponemos la corbata porque nuestra forma de vestir y nuestro cuerpo solo nos pertenece a nosotras. Las mujeres estamos en política y, aunque a algunos les moleste, estamos para quedarnos", dijo la presidenta del grupo de La Francia Insumisa (LFI) Mathilde Panot, una de las promotoras de este acto de protesta, que subió una foto en Twitter.
La irónica respuesta de este grupo, el tercero más numeroso de la Asamblea más fragmentada que se recuerda, sucede una semana después de que Eric Ciotti, uno de los diputados de derechas más influyentes, escribiese una carta a la presidenta de la Asamblea, que es por primera vez una mujer, Yael Braun-Pivet.
En ella, Ciotti, representante del ala más dura del partido conservador 'Los Republicanos', demandaba la instauración de la corbata obligatoria en los hombres -no en las mujeres-, y acusaba a los representantes de LFI de dañar la imagen del Parlamento por llevar "vestimentas cada vez más relajadas".
Tras conocerse esa petición, Ciotti fue criticado por la izquierda, que le consideró demasiado chapado a la antigua.
No es infrecuente que distintos grupos políticos se enfrenten por el tema de la vestimenta, y no solo en Francia, también en España.
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El tema de usar la vestimenta como reivindicación política no es nuevo en Francia. La investigadora francesa Christine Bard, en su libro de 2012 Historia política del pantalón (Tusquets), habla de cómo el pantalón se convirtió en un símbolo en la lucha contra la discriminación y a favor de la igualdad de géneros.
En 2013 se derogó una ley, vigente desde 1800, por la que se prohibía a las mujeres francesas llevar pantalones. Aunque, que sepamos, desde el siglo XX no se aplicaba (o Coco Chanel no habría podido poner de moda los pantalones), seguía siendo norma de ciertas instituciones oficiales, entre ellas, el Parlamento.
En 1972, a Michèle Alliot-Marie (1946-), consejera del entonces ministro francés de Asuntos Sociales, Edgar Faure, le fue impedida la entrada al hemiciclo galo por llevar pantalones, y solo la dejaron pasar cuando amenazó con quitárselos.
El ujier que tan escrupulosamente seguía las normas no podía imaginar que esa joven, que solo quería entregarle un mensaje a su jefe, llegaría a ser la primera mujer que ostentó en su país los cargos de ministra de Interior y de ministra de Defensa, y en dirigir un partido político mayoritario. Fue también ministra de Justicia y de Asuntos Exteriores.
En el parlamento español tampoco son raros estos rifirrafes por el tema de la vestimenta. En julio de 2011 ya hubo una discusión entre José Bono, entonces presidente del Congreso, y Miguel Sebastián, ministro socialista de Industria en el gobierno de Rodríguez Zapatero.
Este defendía quitarse la corbata y bajar el aire acondicionado, alegando que, con cada grado que se subía la temperatura, se ahorraba un 7% de energía. Bono se mostró contrario porque no llevar la corbata suponía una “falta de decoro”.
En 2016 Celia Villalobos se refirió en un programa de televisión al peinado de rastas del diputado de Podemos Alberto Rodríguez, insinuando que el diputado no lo llevaba limpio.