En un pasillo del showroom de Oliva Iluminación en la calle Hortaleza se pueden escuchar todo tipo de conversaciones sobre la luz. “La silueta de esta lámpara de techo tiene un triángulo que crea una agradable luz hacia abajo”, dice una voz femenina.
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“La apertura tiene forma de arco de la parte superior, de ahí el nombre Above y así se consigue un ambiente tenue…”. En este caso, se trata de la descripción de una creación del diseñador danés Mads Odgard para la firma Louis Poulsen, una referencia para una generación de nuevos diseñadores lógicos y funcionales: una de las lámparas de techo más vendidas actualmente.
Primeras bombillas eco
Pero, si pudiéramos pasar el suficiente tiempo en estos pasillos, sabríamos que la historia familiar cuenta que aún se conserva en una caja fuerte la fórmula con la que el fundador de este lugar, “mi abuelo, hace más de ochenta años, inventó sus propios filamentos para hacer unas bombillas”, buscando luces que iluminaran mucho y consumieran poco, explica Raquel Oliva, nieta y vicepresidenta de la compañía.
Huelga decir, que aquel descubrimiento terminó convirtiéndose en una fábrica y después, en una empresa familiar de iluminación que exporta a una veintena de países.
Algunas de las personas que acceden a sus showrooms (Hortaleza e Infanta Mercedes) le preguntan directamente a la madrileña Raquel Oliva “detalles o posibilidades decorativas de esta lámpara o aquella”, y la ven atendiendo en la tienda, en el departamento de contabilidad o en compras. “Yo empecé haciendo de todo, y así sigo [bromea]. Ahora somos unas 40 personas, una familia extendida, y tenemos proyectos en muchos países”.
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“En mi familia a todo el mundo le encanta hacer y deshacer cosas”, bromea. “Lo que más me gusta del negocio familiar es la parte de iluminación, porque yo creo que es algo que llevo en la sangre”, explica esta empresaria esforzada y con liderazgo, que compatibiliza este trabajo con el impulso de la Fundación “El Sueño de Vicky”, así como con sus colaboraciones con la plataforma Elite Spain y las firmas Anna Cortina y La Prairie.
La luz y el estado anímico
Se declara fanática de la luz, tanto que cree que “es tan importante que te cambia el estado de ánimo: si me pones una luz blanca en mi cuarto, me da algo”, y “soy capaz de entrar en un restaurante y si no me gusta una bombilla, la desenrosco”. En su casa, la lámpara favorita (de las aproximadamente 50.000 que pueden ver en el catálogo en su web) es “una de pie Tom Dixon con bolas doradas, porque en el comedor no tengo lámpara de techo”.
¿Qué lámpara ha elegido ella para su espacio de trabajo, de las más de cincuenta mil opciones posibles en su web? En su despacho, confiesa, luce una lámpara suspendida con el nombre Lacrime del pescatore obra de Ingo Maurer, probablemente la más rara que conoce, “es un espectáculo, son tres redes de cristales que se iluminan desde una pared y son todo reflejos, es preciosa, yo la tengo en mi despacho”.
Oliva tiene una formación de altos vuelos: estudió bachillerato en Lausana (Brillanmont, Suiza) y empresariales “en Richmond en Londres”, además de un máster en Diseño de Interiores, y lo que mejor se le dan son “el marketing y las relaciones: siempre lo pensé”.
Piedras naturales y madera
La tendencia actualmente en decoración lumínica [en su caso, trabaja con un equipo de lighting designing y arquitectos que buscan las soluciones óptimas], explica Oliva, sería “lo sostenible y las piedras naturales o la madera”. El peor momento como empresaria lo vivió durante la pandemia, y comparte cómo ahora siguen viviendo el impacto de la guerra, con plazos de entrega y precios mayores. “Nosotros importamos mucho de Finlandia y el aluminio tarda mucho en venir”.
Su bestseller en Oliva iluminación es una pieza elegida por muchos decoradores, la italiana Tolomeo de Artemide, que al parecer es la lámpara de trabajo favorita de una generación completa.
En paralelo a las grandes marcas internacionales, hace poco, relata, “hice mi propia colección que se puede ver en raquelolivacollection.com [dos, en realidad, la última, Milán, la realizó en homenaje a la ciudad del diseño], con unas pantallas de Loro Piana [una de las firmas italianas de telas más prestigiosas del mundo] y de piedra, como puede verse en la web que creamos, son realmente preciosas, ¿qué te voy a decir yo?”.
Para Raquel Oliva, un sueño sería desde luego “que las cosas mejorasen para todos”, pero también continuar con la visión familiar y llevarla a otro nivel: “poder crecer más y estar en más ciudades, aunque ya tenemos red comercial en muchas de ellas, pero me gustaría abrir espacio en Marbella, por ejemplo”.
La empresaria vuelve a su ocupación, con cierta premura, y se concentra en la luz, que es “lo que más la inspira” desde que puede recordar, tanto es así, que repite lo que ya sabemos: “Llevo la iluminación en la sangre”.