La reina Isabel II en la Catedral de San Pablo, Londres.

La reina Isabel II en la Catedral de San Pablo, Londres. Luke MacGregor Gtres

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La ‘maldición del cuarto de siglo’ de la soberana inglesa, que la hacía más humana, sin querer

Veinticinco años separan las crisis comunicativas mayores de la familia real británica, los mismos que se cumplen ahora, con la muerte de Isabel II.

8 septiembre, 2022 22:20

En la serie The Crown hay un momento especialmente irónico en el que la reina (el personaje interpretado por Claire Foy) afirma: “el problema es que tengo el tipo de cara que, si no estoy sonriendo, entonces todos dicen, 'Oh, ¿no está enojada?’”. La longevidad de la soberana de los británicos, su constancia en las funciones que ha ejercido durante siete décadas y su gesto impertérrito, que ahora sin duda pasan a la categoría de históricos, han estado íntimamente unidos, muy a su pesar quizá, a los avances del audiovisual.

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La importancia de las imágenes puede parecer a veces ser exagerada pero, si uno hace una breve cronología de la comunicación humana (como por ejemplo la de Rogers, 1986), parece lógico pensar que para los miembros de una institución tan hermética como la monarquía inglesa, los nuevos medios se convirtieron en un auténtico talón de Aquiles, mostrándoles cada vez más como seres humanos, alejándoles de un cierto estatus iconográfico que por su parte se esforzarían en mantener. Sin embargo, una suerte de maldición mediática, cada venticinco años, haría recordar a la casa real de Windsor que nadie, ni siquiera ellos, podrían escapar al siglo XXI.

Isabel II del Reino Unido había nacido en 1926, cuando no existían aún las transmisiones televisivas y de radio con horarios, y los monarcas estaban libres del escrutinio: generaban imágenes, eso sí, que eran herederas de las pinturas, flemáticas y poderosas, cuidadosamente ejecutadas y formando parte de otro ecosistema. Pero los nuevos medios no dejarían de llegar, como una avalancha. Su matrimonio, por ejemplo, coincidió con el nacimiento del disco gramófono en 1947, así que su historia de amor fue una de las primeras que pudo tener una banda sonora.

En el año 1957, por decisión personal, Isabel II daba su primer mensaje navideño televisado. "Hoy es histórico porque la televisión ha hecho posible que muchos de ustedes me vean desde su casa el día de Navidad. Mi propia familia se reunió para ver la televisión. Están en este momento como yo los imagino a ustedes", dijo en aquel entonces. Sin embargo, ‘la maldición del cuarto de siglo’ no tardaría en suceder, hasta tres veces.

Primer mensaje navideño televisado de la Reina Isabel II

Primer mensaje navideño televisado de la Reina Isabel II

EN 1972, HACE JUSTAMENTE 50 AÑOS

Sin lugar a dudas, Isabel II representará ya para siempre un modelo de control exhaustivo sobre su imagen pública. Sin embargo, se cumplen ahora cincuenta años (en 1972, el mismo año en el que se inventaba el microprocesador) de su primera crisis mediática audiovisual: la monarca prohibía la difusión de un documental de la BBC que se había grabado con su consentimiento durante meses, y que se almacenaría definitivamente en las colecciones reales. Tras visionarlo, tomaba una decisión real: la idea de contar la vida cotidiana de la realeza británica para acercarla al pueblo, literalmente, no iba a funcionar.

Desde ese momento, se marcaba un punto de inflexión en la forma de pensar de la reina, y no habría nunca más un cambio de su estrategia: cumpliría con su tarea y haría de lo mediático (y lo tecnológico) un juego al que jugar muy seriamente. Sin embargo, los adelantos no perdonaron y la era de la comunicación llegó, imparable. Aproximadamente el año que la monarca cumpliera 50 años comenzaría la comercialización de las grabadoras portátiles de audio (walkmans) y de los videocassettes, que se convertirían, definitivamente, en la gran pesadilla: ya no sólo existían las emisiones puntuales, ahora cualquier británico y cualquier extranjero podría grabar cualquier aparición pública, verla y volver a verla mil veces o, peor aún, mostrarla a otros y distribuirla.

EN 1997, HACE JUSTAMENTE 25 AÑOS

La tecnología, imparable, trajo los ordenadores, y con ellos, se desarrollaron las ideas de conectividad que desembocaron, justo ahora hace 25 años, con la tormenta perfecta, en un nuevo golpe para un sistema caracterizado por el hermetismo: el nacimiento de Google, y el fallecimiento de Diana de Gales (que había jugado en primera su relación con los medios, convirtiéndose hasta su muerte en la celebridad con el récord Guinness de portadas). En mitad de un enorme escándalo que llevó su cobertura hasta el paroxismo y generó en muchas personas una simpatía por la princesa del pueblo y una animadversión por la institución que eran las dos caras de la misma moneda.

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La desaparición de Diana supuso tal crisis mediática que la familia real parecía por momentos que no sería capaz de superarla: sin embargo, la popularidad de la Reina supuso un baluarte mediático que mantuvo el barco en ruta. Se ha tratado, no olvidemos, de un triple equilibrio: no sólo del poder político, sino también del religioso, al ser la “gobernadora suprema” de la Iglesia de Inglaterra, y del económico, al tratarse de una de las mujeres más ricas del mundo, como demuestra el gran interés en búsquedas de Google trends desde países como Canadá o Australia y otros de Oriente Medio y Asia.

Repasando a vuelapluma sus últimos veinticinco años, la reina Isabel II ha vivido estoicamente el nacimiento de las redes sociales, el renacer de los medios nativos tras la muerte del papel, los profusos contenidos en las plataformas digitales sobre su familia, con títulos como “Spencer” o “The Windsors” y el escrutinio instantáneo de cada uno de los gestos monárquicos o de su entorno (imposible no mencionar la entrevista de Oprah Winfrey a los duques de Sussex), que no sólo sucedían una vez, sino que se quedaban en la red y en las redes, rebotando sin parar.

Sin embargo, hoy especialmente, hay que reconocer a la Reina tras sus siete décadas de reinado que estaba en lo cierto: uno puede no tener el control de los demás, pero siempre puede tenerlo sobre uno mismo. Férrea defensora de su imagen, a los 81 años, decidió transmitir su mensaje de navidad por YouTube. Despidió a su marido con una elegancia inolvidable, en mitad de la pandemia COVID-19. Y supo medir sus apariciones con una precisión milimétrica para llegar al Jubileo sin perder su popularidad.

Un holograma de la reina  durante el Jubileo de Platino de Isabel II

Un holograma de la reina durante el Jubileo de Platino de Isabel II Aaron Chown Gtres

“Primero la electricidad, ahora los teléfonos. Me siento como si estuviera viviendo en una novela de H. G. Wells”, afirmaba el personaje de Maggie Smith en Downton Abbey. Probablemente para la Reina Isabel II haya sido así, como si la novela que ella se esforzaba por escribir se fuera transformando en una película, como si las palabras fueran dando paso a las imágenes, y como si lo que ella quería dejar escrito con una elegante pluma de tinta plateada terminara en movimiento, inevitablemente, por cuestiones cada vez más incomprensibles.

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