Se dice de ellos que forman una sociedad secreta y poderosa que domina el mundo, que es una secta e incluso que se unieron a los judíos para llevar a cabo la conspiración judeo-masónica. Son muchos los comentarios que, a día de hoy, se escuchan cuando se menciona la historia de los masones en una conversación y, en general, lo que todos tienen en común es la falta de información sobre qué es realmente esta organización.
Desde su aparición en Europa en el siglo XVII, los rumores sobre los ritos y la actividad que se desarrolla en las logias han sido objeto teorías de todo tipo. Pero desde la Orden Internacional El Derecho Humano, la primera orden masónica mixta de la historia, la hermana Cristina Valera, deja claro que la masonería "no es secreta, sino discreta".
No obstante, esta aura misteriosa que ha teñido la historia de la masonería no ha hecho más que alimentar las creencias que la rodean, como por ejemplo su supuesta relación con los Illuminati. De esta manera, durante años ha sido perseguida y vapuleada por distintos regímenes y también por la Iglesia católica.
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Como todavía ocurre, la incomprensión hacia su actividad y su forma de ver la vida, y su búsqueda de la libertad de pensamiento y la intelectualidad, la convertían en una entidad que muchos poderes veían como peligrosa.
Sin embargo, lo que busca la francmasonería, al menos la moderna, es algo muy simple: promover el desarrollo personal de cada hermano o hermana y trasladar el aprendizaje al exterior. Mejorar la sociedad en base a los valores humanos, trabajar juntos y buscar soluciones a los problemas sociales desde el respeto y la tolerancia.
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No es de extrañar que importantes personajes de la historia y de diferentes profesiones y épocas, como por ejemplo George Washington, Alexander Fleming, Ortega y Gasset o Manuel Azaña, perteneciesen a la masonería.
Pero, como siempre, no solo han sido hombres los que han cambiado la historia. Dentro de la masonería también han tenido un papel muy importante las mujeres, que impulsaron avances dentro de la institución, que al principio solo admitía hombres, y más tarde trasladaron sus luchas a la vida pública.
En España, grandes feministas de distintas épocas como Ángeles López de Ayala, Teresa Claramunt, Clotilde Cerdá, Rosario de Acuña, Clara Campoamor o Carmen de Burgos, trabajaron dentro y fuera de las logias para hacer de la nuestra una sociedad más igualitaria.
Pero, en primer lugar, ¿cómo entraron las mujeres en la masonería?
Mar Sánchez, la Gran Maestre de la Gran Logia Femenina de España (GLFE), explica a MagasIN, con pasión y gran conocimiento, la evolución de la masonería femenina que, afirma, "se desarrolla en paralelo a la situación de la mujer a lo largo de la historia".
La masonería femenina
Aunque la masonería comienza a tener más protagonismo en Europa en el siglo XVII, no se empieza a plantear la inserción de la mujer hasta el siglo XVIII, en la época de la Ilustración.
"En aquel momento, en Francia se habla mucho de igualdad, libertad y fraternidad, pero resulta que la mitad de la población, las mujeres, no están presentes. Escritores e intelectuales como Diderot, Voltaire o Montesquieu se empiezan a plantear el tema de los derechos de la mujer", comenta Sánchez. Un debate que también se pone sobre la mesa en el seno de la masonería gala.
Entonces, las mujeres de clase alta se dedicaban a la beneficencia, tenían inquietudes culturales y organizaban tertulias en sus casas, codeándose con los intelectuales del momento. Así, se crearon las logias de adopción, en las que se admitían a mujeres, pero que eran dependientes de una logia masculina.
No fue hasta el final de la Segunda Guerra Mundial, ya a mediados del siglo XX, cuando las logias femeninas de Francia comienzan a trabajar de forma autónoma e independiente. En 1952 se forma la Gran logia Femenina de Francia, que más tarde tuvo una gran influencia en el establecimiento de la masonería femenina en España y en otros países.
La masonería en España
En España, se da una situación parecida a la francesa, pero "debido a la sociedad más conservadora y al fuerte peso de la Iglesia, llegará más tarde". Así, hasta finales del siglo XIX no se establecen en nuestro país las logias de adopción que permitían la entrada de mujeres en la masonería.
A estas logias de adopción pertenecieron mujeres como Ángeles López de Ayala, que era dramaturga, poeta, activista republicana y feminista; Amalia Domingo Soler, que pertenecía al colectivo espiritista en Barcelona; y la anarquista Teresa Claramunt. "Para que veas qué perfiles tan diferentes", comenta la Gran Maestre, Mar Sánchez.
"Estas tres fundaron una Sociedad Autónoma de Mujeres en Barcelona, que era una asociación que trabajaba por los derechos sociales y laborales de las mujeres. Otras hermanas eran Clotilde Cerdá o Rosario de Acuña, que fue muy significativa. Todas ellas eran de la última parte del siglo XIX, estaban en las logias de adopción y trabajaron por los ideales de progreso para la humanidad y por llegar a una igualdad de derechos entre mujeres y hombres", añade.
A principios del siglo XX, la dictadura de Primo de Rivera supuso un freno al desarrollo de la masonería en España, pero con la llegada de la Segunda República volvió con más fuerza que nunca. "Aquí tenemos mujeres que también estaban en esas logias de adopción, como Clara Campoamor, Carmen de Burgos, Aurora Bertrana… Acabada la guerra civil, la mayoría se tuvieron que exiliar".
Sánchez explica que, por ejemplo, Campoamor deseaba tanto volver a España que incluso estaba dispuesta a regresar teniendo que pagar pena de cárcel, pero "le pusieron como condición que delatase a hermanos y hermanas, lo cual no hizo, y lógicamente murió en el exilio".
"Es por eso que somos herederas de estas mujeres españolas que lucharon y gracias a las cuales se avanzó. Se consiguieron grandes avances en pro de la igualdad social", reafirma Sánchez.
Como muestra del importante papel de la masonería en la Segunda República, Cristina Valera pone como ejemplo que "dos tercios de los diputados que redactaron la Constitución eran masones. Había conservadores, radicales, socialistas… todos confluyeron en ese momento y dos tercios estuvieron en la redacción".
La llegada del franquismo supuso, al igual que con otros movimientos como el comunismo, la persecución de la masonería en España. En todo ese tiempo siguió habiendo masones y masonas que encontraban en las logias un espacio para la reflexión y el debate, pero, entonces sí, debían mantenerlo en secreto.
Ya en plena democracia, concretamente en 1984, se constituyó en nuestro país la primera logia femenina. Entonces era dependiente de Francia, donde las mujeres ya llevaban décadas disfrutando de autonomía con respecto a la masculina. No fue hasta 2005 cuando se consigue la independencia y se da la "carta patente" para crear la Gran Logia Femenina de España.
"Somos herederas de estas dos vertientes: las hermanas que venían del siglo XIX y primer tercio del XX, gracias a las cuales nuestra sociedad, y sobre todo lo relacionado con los derechos de las mujeres, ha avanzado muchísimo. Y por el otro, de la Gran Logia Femenina de Francia, que nos ayudó a volver a traer la masonería una vez que se recuperó la democracia", sentencia Sánchez.
La masonería en la actualidad
Actualmente, la masonería sigue trabajando en el desarrollo social y se divide en tres ramas principales: la masculina, la femenina y la mixta. Aunque cada obediencia es distinta, todas tienen una base de pensamiento y de funcionamiento común y guardan relación entre ellas.
En muchos casos tienen grupos de trabajo comunes y coinciden la mayoría de sus símbolos y costumbres. Por ejemplo, tanto la Gran Logia Femenina de España como la Orden Internacional El Derecho Humano, trabajan el Rito Escocés Antiguo y Aceptado. Y sobre todo, el principal objetivo de todas ellas es mejorar la sociedad.
El motivo por el que algunas son masculinas y otras femeninas o mixtas, explican, se debe a que cada persona puede elegir de qué manera quiere afrontar su desarrollo personal.
Mar Sánchez, de la Gran Logia Femenina de España, declara que ella optó por la Logia Femenina por su "interés en encontrar un tiempo y un espacio de palabra original, de mirada hacia la profundidad de nuestra esencia femenina".
"Nosotras creemos que de esta manera es mucho más fácil cuestionarnos los roles preestablecidos durante siglos porque estamos en una sociedad patriarcal y en la que creemos que debemos participar y colaborar a transformarla".
Además, subraya que la masonería femenina no significa "segregación". "Es una opción libre. Pensamos que trabajando entre mujeres se crea una atmósfera, una manera de hacer, de vivir y de incluso de sentir la masonería, sus símbolos y alegorías, y que trabajando entre mujeres se corresponde mejor con la propia esencia de quiénes somos".
Por su parte, Cristina Valera, que forma parte de una orden mixta, afirma que "yo no me veo obviando en mis debates, en mis trabajos en la Logia, a la mitad de la población, que son los hombres. Y no quiero que tampoco a mí se me olvide. ¿No?". Igualmente, Valera se adelanta a apuntar que ha conocido a hermanos, de logias masculinas que "han sido grandes defensores de los derechos de la mujer".
En el caso de la Orden Internacional El Derecho Humano, fue fundada a finales del siglo XIX por María Deraismes y Georges Martin, al que se considera un precursor de los derechos humanos. Valera defiende que la masonería cada vez se está abriendo más a la sociedad, aunque lamenta que todavía genere tanto "morbo".
Aunque decir si eres masón se trata de una decisión personal, la realidad es que su Orden ha salido a la palestra en algunos de los momentos más importantes de la historia reciente de nuestro país. Por ejemplo, en la manifestación del 8-M de 2018 o, previamente, con el Tren de la libertad de 2014. "Tenemos una actividad muy marcada en ese sentido. Incluso tenemos una fundación y favorecemos mucho la cooperación internacional, derechos de la mujer".
No de forma tan pública, pero Mar Sánchez explica una de las últimas acciones que han llevado a cabo desde la GLFE, en cooperación con la CLIMAF, una organización que agrupa a las logias femeninas de distintos países de Europa. "Desde el momento en que estalló la guerra en Ucrania, se han puesto en primera línea de proyectos para trabajar en la misma frontera y ayudar a las mujeres, niños y gente joven".
"Primero contra la trata de personas porque hay mucha, y segundo, para todos aquellos jóvenes que vienen y están en el medio de la formación, para que sigan educándose. Entonces, esos dos proyectos que son muy importantes y estamos colaborando todos los países de la CLIMAF", expresa.
Y recuerda que lo que ocurre con estas acciones es que "se hacen de una manera muy discreta". "Nosotras no somos secretas, sino discretas", destaca de la misma forma que Valera, y añade: "Y muy humildes".
Por eso, haya o no personas influyentes dentro de las distintas órdenes, tanto Valera como Sánchez inciden en que la clave de la masonería es encontrar un lugar en el que debatir y mejorar personalmente. Un lugar al que, siempre que se tengan unos valores mínimos que concuerden con la tolerancia, la democracia y el pensamiento crítico, puede acceder cualquier persona, sea cual sea su educación, clase social, creencias políticas o religión.
Para las interesadas en entrar, explica Valera, se deben pasar varias entrevistas y el llamado "pase bajo venda". Una vez dentro, hay que ir subiendo los distintos grados y para ello se emplea el método masónico, que sirve "para que la comunicación "fluya "Todo tiene un método simbólico. Es una metodología que luego te permite también afrontar las cosas de otras formas", asegura. Una vez dentro es cuestión de aprender y, sobre todo, trabajar para intentar mejorarse a una misma y a la sociedad.