La guerra en Ucrania desencadenada por la invasión rusa está teniendo un impacto devastador en mujeres y niñas, ampliando la brecha de género en el país y en el resto del mundo.
El informe 'Efectos mundiales de la crisis en Ucrania sobre el acceso a la energía, la seguridad alimentaria y la nutrición desde una perspectiva de género', presentado el pasado 22 de septiembre, muestra situaciones que evidencian como la invasión rusa profundiza desigualdades que afectan principalmente a las mujeres.
Desde familias desesperadas dispuestas a hacer que sus niñas dejen sus estudios para casarse a cambio de una dote o un ingreso, hasta los obstáculos a los que se enfrentan 265.000 mujeres embarazadas desde el inicio de la guerra.
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Según el documento, hay un aumento alarmante de violencia de género, del sexo transaccional por alimentos y supervivencia, de explotación sexual y tráfico de personas, y de matrimonio precoz, infantil y forzado.
Todo esto, además, lleva asociado un incremento de los riesgos asociados, como embarazos no deseados o infecciones y enfermedades de transmisión sexual, entre otros.
"En las crisis sistémicas y con efectos dispares según el género, es necesario acudir a soluciones sistémicas y distintas para cada género. Esto quiere decir que es necesario garantizar que las mujeres y las niñas, incluso aquellas de grupos marginados, sean parte de los procesos de toma de decisión", declaró durante la presentación del informe Sima Bahous, directora ejecutiva de ONU Mujeres.
Y continuó: "Simplemente, esta es la única forma de tener la seguridad de que sus derechos y necesidades sean tenidos en cuenta plenamente a medida que damos respuesta a los hechos que se presentan claramente ante nosotras y nosotros (...). Todos los conflictos, de Ucrania a Myanmar y Afganistán, desde el Sahel a Yemen, tienen un precio más alto para mujeres y niñas".
Alimentos y energía
El texto, elaborado por ONU Mujeres y el Grupo de las Naciones Unidas de Respuesta a la Crisis Mundial por la guerra en Ucrania, revela que el incremento de precios y la escasez también han generado una ampliación de la brecha de género en materia de inseguridad alimentaria en el país y a nivel global.
Ellas han reducido su propio consumo para poder redistribuirlo entre los habitantes de su vivienda.
Además, la subida del precio de la energía hizo que las familias volvieran a usar combustibles y tecnologías menos limpias. Lo cual expone a mujeres y niñas a mayores niveles de contaminación. Esta mata, a niveles normales, a 3,2 millones de personas anualmente, que en su mayoría son mujeres, niñas y niños.
Por otra parte, las mujeres rurales en los territorios ocupados por las fuerzas armadas rusas tienen cada vez menos capacidad de llevar adelante trabajos agrícolas debido a los altos niveles de inseguridad y a la falta de recursos.
Pese a esta situación, afrontan los obstáculos y multiplican sus responsabilidades de cuidado y trabajo doméstico no remunerado para alojar y alimentar a personas desplazadas internamente.
A la comunidad internacional
El informe, además, hace un llamado a la comunidad internacional para:
- Priorizar la voz, la autonomía, la participación y el liderazgo de las mujeres y las niñas cuando se trabaje en buscar una respuesta ante los conflictos, en la recuperación y en la consolidación de la paz.
- Mejorar los datos para generar una evidencia que logre promover políticas sensibles al género.
- Atender las necesidades de nutrición específicas de mujeres y niñas.
- Garantizar un acceso igualitario a energía sostenible y accesible.
- Integrar la perspectiva de género de forma inter seccional en todas las respuestas humanitarias y medidas de protección social.