Moe, su nombre real, nació en Kioto, que también es conocida como la Ciudad de los diez mil santuarios. Fue capital imperial de Japón y es, quizás, una de las ciudades que mejor reflejan las tradiciones japonesas de todo el país. Así, desde pequeña, conoció la artesanía y las costumbres locales como la producción de kimonos o los distritos de las geishas.
A la edad de 16 años tuvo que hacer un trabajo sobre las profesiones tradicionales de Kioto mientras estaba en el instituto. El trabajo de las Maiko (aprendices de geisha) fue el que más le sorprendió. “Eso me hizo darme cuenta de que me quería convertir en Maiko para ser parte del apoyo a Kioto”, recuerda Moe.
Según cuenta a MagasIN, las Maiko suelen comenzar a entrenar a la edad de 15 años, pero aun así, quería intentarlo. “Si me rendía en ese momento, sabía que me arrepentiría durante el resto de mi vida, así que les conté ese sentimiento a mis padres”, rememora.
En un principio, sus padres, conocedores de las partes glamurosas y las difíciles de la profesión, se opusieron. Al final, tras mucho tesón, lo consiguió. “Es tu vida, así que cree en lo que quieres hacer y sigue adelante, pero esto es lo que decidiste, sé responsable y trabaja hasta el final”, le dijo su padre.
Así, dejó el instituto y se mudó a una okiya, o casa de geishas, donde comenzó su aprendizaje para el oficio. Su vida diaria comenzaba con clases de 9 de la mañana hasta las 2 o 3 de la tarde y luego tenía que trabajar de 5 de la tarde a 1 de la mañana.
Tras varios años, completó su aprendizaje y se convirtió en geiko (otra forma de denominar a las geishas) a los 20 años y, aunque era exigente, le encantaba su trabajo. “No tuve una vida adolescente típica de ir al instituto y a la universidad, pero esos años en Gion —el famoso distrito de las geishas en Kioto— fueron mis recuerdos más preciados”, señala Moe.
Sin embargo, el amor, como en otras tantas historias, cambió su vida. A las geishas les está prohibido casarse y tras conocer a su primer marido —que era uno de sus clientes—, tuvo que dejar su trabajo para poder casarse con él. Su vida cambió de la noche a la mañana, se mudó a Tokio y vivió una vida completamente diferente. “A medida que comencé a ver el mundo, comencé a pensar que quería trabajar para saber más de él”, indica.
El problema fue que comenzó a sentirse incómoda como ama de casa. Su marido era una persona bastante conservadora y no quería que trabajara. Para Moe, ya no era posible esa vida. Había conocido la vida fuera de una okiya y no quería volver a sentirse como un ‘pájaro en una jaula’. Por eso, solicitó el divorcio y cuando salió de ese matrimonio, empezó otra vez de cero.
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“A pesar de que me advirtió que vivir sola en Tokio no era algo fácil, yo ya estaba decidida”, señala. El camino no fue nada sencillo. No había terminado el instituto y sólo tenía experiencia laboral como maiko y geiko, así que no podía postularse a muchos trabajos.
Pero cuando ya casi había bajado los brazos e iba a volver a Kioto, acabó encontrando trabajo en Tokio. Poco después, volvió a encontrar el amor y en 2018 se quedó embarazada de su hija Sutan.
Por desgracia, tuvo un embarazo difícil, así que tuvo que dejar su empleo para concentrarse en dar a luz de manera segura. Volvió a ser ama de casa a tiempo completo, algo que se había prometido no volver a hacer. “Tenía muchas ganas de volver a trabajar después de dar a luz, pero mi salud física no iba bien”, señala.
Además, la falta de sueño y la ansiedad que venía de las nuevas experiencias y desafíos le hicieron sufrir depresión posparto, lo que le hizo sentirse sola, como si estuviera aislada de la sociedad.
Sus inicios en Youtube
Durante ese periodo, a principios del año 2020, un youtuber llamado Paolo in Tokyo contactó con ella para preguntarle si estaría dispuesta a salir en un vídeo para su serie Japan Day in the Life. Y accedió. Fue todo un éxito, se convirtió en el vídeo más visto del canal. Hasta entonces, ni siquiera había visto ningún vídeo de Youtube, pero se dio cuenta de que ella también podía hacerlo.
“Aprendí por primera vez que YouTube podría ser un trabajo. Ser capaz de trabajar a mi propio ritmo mientras cuidaba a mi bebé en casa sonaba muy bien para mi situación”, recuerda.
Así, se lanzó a crear su propio canal de Youtube, Kimono Mom, aunque quería hacerlo a su manera, con su propia personalidad. Empezó a hacer vídeos de recetas tradicionales japonesas vestida de kimono, algo que ya le venía de familia. “Mi abuelo trabajaba en un trabajo relacionado con el kimono, por lo que usaba kimono todos los días y siempre había muchos kimonos en casa”, señala.
Pronto llamó la atención de los espectadores. En su primer vídeo, ya había conseguido 20.000 seguidores. En kimono y con su hija —su ayudante de cocina estrella—, aparece en los vídeos preparando recetas como gyozas, ramen, katsu curry o udon de una forma genuina y natural. Acabó por conquistar los corazones de su audiencia.
Según ha contado en sus vídeos, al principio le daba vergüenza hablar en inglés, pero poco a poco se fue soltando. Y se convirtió en una forma practicarlo. También se convirtió en una forma de terapia: “Interactuar con mis espectadores me ayudó a superar la depresión posparto”, cuenta.
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Y añade: “La gente me ha estado enviando mensajes de apoyo y algunos incluso dicen que mis videos los motivan cada semana, y algunos comparten sus experiencias personales”, cuenta. En mi caso, es muy importante leer y reflexionar sobre todos y cada uno de los comentarios y mensajes”.
Poco a poco, empezó a ganar más y más seguidores. Todos ellos ávidos de saber más de su vida. Y, entonces, empezó a hacer vídeos sobre su vida diaria, sobre cómo es ser madre en Japón. Ahora ya tiene más de 1,3 millones de seguidores y hacer vídeos se ha convertido en parte de su vida.
Entre sus proyectos futuros está llevar la comida tradicional japonesa a todo el mundo. Su marido Moto se unió al proyecto a principios de este año y abrieron una tienda online, donde venden utensilios de cocina. A finales de año, planea lanzar una salsa de soja japonesa y algunos condimentos.
Aunque parezca contradictorio, ha pasado del secretismo y el hermetismo del mundo de las Maiko a la exposición de su vida en Youtube. Sin embargo, para Moe, esta es la mejor forma de trabajar y, “¡me encanta!”, concluye.