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Una voz, Montserrat Caballé
De la soprano de ópera española Montserrat Caballé admiro profundamente la versatilidad de su voz. Considerada una de las más grandes sopranos del siglo XX, fue célebre por su técnica y por sus interpretaciones del repertorio belcantista, pero yo la recordaré siempre como la cantante de ópera más versátil, llegando a interpretar más de ochenta personajes operísticos.
Canciones españolas del género pop como “Hijo de la luna” de Mecano y su célebre interpretación del álbum “Barcelona” junto al vocalista de Queen, Freddie Mercury, cuyo tema principal, “Barcelona”, me impactó profundamente durante su interpretación en la ceremonia inaugural de los JJOO de Barcelona-92.
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Una reina, Isabel La Católica
Con indiscutible madera de líder, mi admiración por ella proviene no solo por ser la primera mujer que mantuvo la autoridad y control sobre las decisiones de estado tanto como su marido, algo poco frecuente en la época, sino por su respeto a la igualdad de los derechos humanos de los territorios conquistados.
Mecenas indiscutible del descubrimiento de América, Isabel reorganizó el sistema de gobierno de los territorios bajo su reinado, centralizando competencias que antes ostentaban los nobles, instaurando un modelo de sociedad donde cada persona pudiera disfrutar de los derechos que le correspondían, independientemente de su origen o lugar de nacimiento dentro de su Reino.
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Una investigadora, Marie Curie
Maria Salomea Skłodowska-Curie, más conocida como Marie Curie o Madame Curie, pionera en el campo de la radiactividad, es la única investigadora que recibió dos Premios Nobel en distintas especialidades científicas, Física y Química.
De ella me admira especialmente su innovación al servicio de la vida humana, construyendo las primeras unidades móviles de rayos X en las ambulancias durante la Primera Guerra Mundial, las cuales salvaron multitud de vidas, pero acabaron por causarle su propia muerte, al fallecer de una anemia aplásica causada por la exposición a los tubos de ensayos de los isótopos radioactivos que llevaba en los bolsillos.
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Una directiva, Carly Fiorina
Carly Fiorina no sólo rompió el tan comentado techo de cristal, siendo la primera mujer en liderar una compañía “Fortune 20”, sino que, como CEO de Hewlett-Packard acometió con éxito uno de los procesos de transformación empresarial más significativos de la industria tecnológica, hecho por el que se merece toda mi admiración y respeto.
Durante sus años en HP además de liderar una de las mayores fusiones de la industria con la adquisición de Compaq, la cual les convertiría en el mayor vendedor de ordenadores personales del mundo, fue una auténtica visionaria de la tendencia, que años después se consolidaría en el sector, de transformación de la industria de hardware hacia la prestación de servicios. Con su visión, Carly sacudió la cultura de HP para que pudiera competir en la era de Internet.
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Una matemática, Katherine Johnson
Destacada matemática, física y científica aeroespacial, su trabajo fue fundamental para la exploración del espacio. Yo la descubrí en la película “Figuras Ocultas” y de ella admiro su determinación de hacer lo que tenía que hacer, independientemente del entorno en el que debía hacerlo.
Sus cálculos manuales de mecánica orbital fueron fundamentales para el éxito del vuelo, alunizaje en la Luna y regreso del APOLO XI y posteriores vuelos espaciales americanos tripulados.
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Una programadora, Ada Lovelace
Augusta Ada King, también conocida como Ada Lovelace por su título de Condesa de Lovelace, mi admiración por ella nace del hecho de que, aunque pocos son los que lo saben, fue ella, una mujer, la primera persona en el mundo en ser programadora de ordenadores.
Ada, matemática y escritora británica, desarrolló en el siglo XIX el primer algoritmo pensado para ser procesado por una máquina, marcando un hito clave en el mundo de la informática al visualizar, por primera vez, que un ordenador tenía aplicaciones más allá del puro cálculo.
[¿Qué hizo Ada Lovelace para cambiar el mundo? Sin ella, no podrías estar leyendo este texto]
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Una deportista, Carolina Marín
Carolina María Marín Martín es una jugadora de bádminton que compite en la categoría individual femenina y es considerada una de las mujeres más importantes del deporte español.
De ella me fascina como su talento y su determinación, aún en entorno muy distante de ser propicio para este deporte, han llevado a una onubense a convertirse en campeona olímpica, tres veces campeona mundial y seis veces campeona de Europa, en una especialidad en el que ni España ni Europa habían destacado de forma significativa.
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Una costurera, Rosa Parks
Rosa Louise McCauley Parks es conocida como “la primera dama de los derechos civiles”, porque el 1 de diciembre de 1955, cuando volvía en autobús a su casa desde su trabajo de costurera en Alabama, se negó a ceder su asiento a un pasajero blanco, según imponía la ley, hecho por el que fue encarcelada.
De ella admiro su discernimiento entre la justicia y la legalidad, así como la demostración de que pequeñas acciones pueden tener un efecto increíble, siendo su pequeña acción la chispa que encendió el movimiento por la igualdad de los derechos civiles en EEUU.
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Una cantante, María Dolores Pradera
Pocos dirían que María Dolores Pradera, la gran señora de la canción y difusora por excelencia de algunos géneros de la música hispanoamericana, nació en Madrid, ya que su talento y su increíble voz le concedieron fama mundial.
Ella se autodefinía como una “mujer fuera de modas” y algunos de sus títulos, como “Amarraditos” o “El tiempo que te quede libre” han inspirado momentos muy especiales de mi vida.
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Una liberal, Margaret Thatcher
Margaret Hilda Thatcher marca un hito en el ascenso de la mujer a puestos de responsabilidad, al ser la primera mujer en ocupar el puesto de primer ministro en Reino Unido, además de ser la persona en ostentarlo por mayor tiempo durante el siglo XX.
Mi enorme respeto hacia ella proviene no sólo de su política de corte liberal, apoyando la privatización de empresas estatales, la educación y los medios de ayuda social, sino del hecho de conseguir que hasta la propia oposición en el Parlamento Británico reconociera su valía.