La concepción de un bebé depende de numerosos factores. Algunos de ellos no son manejables otros, por suerte, sí pueden depender de nuestras decisiones. ¿Y si la estación del año fuera uno de ellos?
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Es precisamente lo que defiende el estudio reciente elaborado por la Escuela de Medicina de la Universidad de Boston (BUSPH). La instituación ha concluido que el mes de noviembre es uno de los meses en los que es más probable que las parejas conciban con mayor facilidad.
Una realidad respaldada, en nuestro país, por los picos de cumpleaños registrados durante la temporada de verano y principios de septiembre. En 2021, julio y septiembre fueron los meses con mayor número de nacimientos, con más de 30.000 en cada uno de los meses, según los datos del INE.
Según el estudio de BUSPH, las parejas suelen empezar a intentar concebir en septiembre, pero las mejores posibilidades de quedarse embarazada son a finales de octubre y principios de noviembre. ¿Uno de los motivos? Las temperaturas. El calor incide negativamente en la calidad y la producción de semen y por contra, el frío puede llegar a ser más favorable, como nos confirma Fertilab Barcelona.
Estas fechas también pueden ser claves por el cálculo del parto en fechas de vacaciones, la acentuación de las estrías o el uso de zapatos cerrados, que en verano puede resultar más desagradable.
Según Antich, entre el 15 y el 17% de las parejas que intenta concebir en edad reproductiva favorable, no lo consigue, ya sea por causas físicas adquiridas o bien por otros hábitos desfavorables al embarazo. “Si la pareja no consigue concebir en menos de un año o su edad supera los 35, es recomendable que se consulte a un especialista y si cabe, que se contemplen otras alternativas para tener un hijo como la adopción o la fecundación in vitro”, revelan los expertos.
Otros factores a tener en cuenta
La reserva ovárica puede tener una influencia directa en la concepción, independientemente del mes. Según explican los expertos de Vivolabs: “la reserva ovárica hace referencia a la cantidad de óvulos de los que dispone la mujer en un momento concreto y la hormona antimülleriana (AMH) es clave para determinarla.
Se trata de una glucoproteína relacionada con la reserva ovárica y, por tanto, con la fertilidad femenina. Esta hormona ejerce una función muy importante en la producción de óvulos, pues está implicada en la maduración de los folículos ováricos, que son las estructuras en las que se desarrollan estas células reproductoras femeninas.
En general, un nivel elevado de hormona antimülleriana en sangre indica que la mujer tiene una mayor probabilidad y más tiempo para quedarse embarazada con éxito. Esto permite establecer planes de concepción y abordajes médicos en caso de que el intento de embarazo no tenga resultado. Además, cuantificar los niveles de AMH en sangre tiene muchos otros usos”.
La alimentación también puede tener un papel relevante. Según la embrióloga y directora científica de la clínica Fertilab Barcelona Marta Antich, aunque no hay alimentos milagrosos, una dieta equilibrada puede ayudar a mejorar la salud del sistema reproductor y hay alimentos que pueden ser de ayuda, como lo son las frutas rojas y naranjas (fresa, granada, naranjas, chirimoya, uvas...), que podemos encontrar sobre todo en la temporada de otoño.
Por otra parte, los frutos secos o las verduras de hoja verde, como las acelgas, que también se pueden encontrar en otoño, también pueden ser de gran ayuda.