El género se ha convertido en una batalla campal.
Desde los negacionistas hasta quienes defienden la autodeterminación de género sin garantías hay un amplio espectro en el que, un gran porcentaje de la población está perdido.
Esa masa vive (vivimos) intentando encontrar la información de quienes realmente saben, pero continúan atronados por las distorsiones que hacen los opinantes que no tienen mucha idea de lo que hablan e, incluso, de lo que gritan.
Y en medio de ese vociferar, de ese clamor de varios bandos enfrentados, se ahogan, silentes, los gritos de quienes siguen sufriendo una triste realidad asfixiante y hostil, entre los muros de su casa. Ahora, con el paso del tiempo, también a través de las pantallas de los dispositivos.
La violencia de género daña, cala, permea, destroza y en algunos casos, en demasiados, mata.
La violencia machista sigue existiendo y muchas mujeres son infelices por la dominación absoluta que viven en su casa. Como ahora hay que explicarlo todo, eso no significa que no haya hombres víctimas de violencia familiar para quienes la ley española y las instituciones tienen garantizados los mecanismos de protección y las leyes necesarias para afrontar sus casos.
Pero en este bombardeo de argumentos hay muchas mujeres que necesitan el apoyo y el empuje necesario para salir de su infierno particular, del delito continuo y cotidiano que preside la parte más de su vida. Para ellas, va nuestro mensaje de hoy.
Por eso, tenéis que permitirme que este artículo sea una carta abierta “a quien pueda interesar”.
“Querida:
Tú vales mucho. No le creas cuando te insulte, te amenace o si alguna vez te golpea o, como probablemente intentes verlo tú ‘se le va la mano’.
No lo creas. Tú vales, al menos, tanto como yo que hoy estoy escribiendo estas palabras para ti. Y sí, si eres fuerte para encontrar un trabajo, mantenerte y cumplir tu sueño.
Estoy segura de que sueñas poder ser algún día independiente y autónoma, dueña de tus decisiones y gestionar tu vida. Así, libremente, notando como el aire entra por la nariz y llega hasta los pulmones, sin que el miedo lo corte y la ansiedad lo destruya.
El camino es difícil. Probablemente, tú misma te pongas muchas trampas para escapar a la dependencia emocional. Es un patrón de comportamiento. Habrás acabado por creer que vales poco. Pero no es cierto. Es solo una herramienta para establecer una relación de poder.
Estoy convencida de que tienes problemas de autoestima. Pero no te preocupes. A todas las que han conseguido salir, que son muchas, también les pasaba.
Ahora bien, no decimos que sea fácil ni que tengas que seguir las directrices de nadie ni un protocolo estándar. Busca ayuda. Si puedes, acude a un psicólogo. Si no puedes pagártelo, hay muchas instituciones que te los proporcionan. Y si te pone en peligro pedir ayuda de esa manera, busca a alguien en quien confiar que te ayude.
El camino se allana cuando se recorre con otras personas. Eso es una buena noticia. Si te decides a salir de ese delito permanente en el que vives, aparecerán buenas personas con las que no cuentas, que harán que todo sea más fácil. También y esto es peor noticia, desaparecerán otras con las que creías contar.
Todos los viajes importantes en la vida son la suma de las lágrimas, las risas o las sonrisas, las grandes decepciones y los sorprendentes encuentros. Y no hay viaje más trascendente que el que se emprende hacia la libertad.
Ponte unos tapones en los oídos y prohíbete leer los mensajes de la polarización. La gente que grita y que se insulta no es muy diferente de aquello de lo que quieres huir. Tu vida futura está en el camino del sentido común, del respeto a los límites y a los demás y del ‘vive y deja vivir’. No escuches a quien te ponga difícil ser libre.
Nada nos haría más felices en la familia de MagasIN y EL ESPAÑOL que poder publicar el próximo 25 de noviembre una carta tuya, como esta nuestra de hoy, en la que nos cuentes que has podido, que has salido, que ha sido difícil pero que ya eres una ex víctima. Ojalá nos escribas para contárnoslo.
Eso también es un periódico: la familia elegida para que te acompañe en los procesos vitales.
Cree en ti como lo hacemos nosotros. Mucha fuerza y buen viaje hacia la libertad”.
El género, señoras y señores, no es la bomba que lanzar sobre la sobre la sociedad para que el humo lo tape todo. Tampoco es, a mi criterio, el descubrimiento de los cinco últimos años ni una palabra para utilizar como ‘cajón de sastre’ de todos los problemas de la diversidad.
Y desde luego, no puede ser la dinamita que establezca dos bandos en la sociedad. Y menos hoy, 25 de noviembre, Día Internacional contra la violencia de género, en el que lamentamos los asesinatos y deberíamos ayudar a quienes quieren salir de su infierno.
[¿Por qué el 25-N es el Día de la Eliminación de la Violencia sobre la Mujer?]
Si queremos ayudar, pueden creerme, gritar y bombardear no es el modo correcto.