A la hora de designar una asignatura de gran complejidad, suelen destacar las matemáticas. Si bien este rechazo se puede quedar en una sensación superficial, en ocasiones, puede generar un auténtico pánico y estrés, desde la más temprana edad.
[¿Qué son y a qué se deben las fobias?]
Las matemáticas ocupan un lugar de privilegio en los planes escolares. En la actualidad, los niños de Primaria tienen de media 545 horas de matemáticas al año, o lo que es lo mismo: 3270 horas a lo largo de los 6 años de Primaria. Unos datos que corroboran su importancia.
Agilidad mental, pensamiento analítico, inquietud, visión espacial, habilidad investigadora… son solo algunos de los beneficios de esta ciencia que sin embargo, puede convertirse en un motivo de presión, con nombre.
El miedo irracional a los números está definido como aritmofobia. Un fenómeno que podría afectar a más niños de lo esperado, como lo demuestran los datos, recogidos por Smartick, el método líder de enseñanza online de matemáticas más usado por los niños españoles: un 24% de los alumnos de Primaria tiene clases particulares para reforzar esta asignatura, según indica el informe “Educación en la sombra”, de EsadeEcPol.
El último estudio TIMSS señala asimismo que "el conocimiento de matemáticas del alumnado nacional es muy inferior respecto al resto de países europeos, ya que España tiene una puntación de 502 en matemáticas, lejos de los 513 europeos y de los 527 de los países miembros de la OCDE".
¿Mi hijo tiene aritmofobia? ¿Y yo?
Javier Arroyo y Daniel González de la Vega, fundadores de Smartick, señalan que "la aritmofobia es un miedo desconocido entre la sociedad española. Si un niño tiene problemas con las matemáticas, no significa que tenga aritmofobia.
Pero hay muchos padres que creen que a sus hijos simplemente les cuesta esta materia cuando realmente sufren una fobia grave que hay que tratar. Es un trastorno psicológico que puede derivar en un rechazo profundo a los números y a todo lo que los rodea: facturas, préstamos bancarios, cuenta corriente…".
Un fenómeno que por lo tanto cabe tener en cuenta y que puede aparecer por múltiples motivos: una fobia hereditaria de padres a hijos o como una alteración genética (el propio menor asocie unas reacciones emocionales a un tipo de conexiones emocionales concretas) o un motivo externo, por ejemplo, una situación puntual relacionada con los números en la que el niño sufrió un excesivo estrés o a inseguridades generadas por hacer mal los cálculos.
Este miedo tiene, en este sentido, más probabilidades de aparecer en el marco de la etapa estudiantil. Como destaca la plataforma, en muchos casos se habla de la "profecía autocumplida", es decir, que la ansiedad dificulta el aprendizaje y disminuye la confianza en la capacidad.
¿Cuáles son los síntomas? ¿Cómo solucionarlo?
Al igual que otros miedos irracionales, puede conllevar diferentes manifestaciones físicas pero también mentales como el dolor estomacal, náuseas o sudores excesivos, pero también angustia, bloqueo, miedo al fracaso, pesadillas nocturnas, dolores de cabeza o aumento de la presión cardíaca.
A la hora de tratarlo, es fundamental entender por qué apareció y sobre todo en qué circunstancia. La comprensión de las causas es un primer paso y más, teniendo en cuenta que las matemáticas tienen un papel clave en nuestro día a día.
Los expertos de la plataforma recomiendan "que desde los 4 años trabajen sesiones cortas de matemáticas -15 minutos es el tiempo máximo en el que se puede mantener la concentración y dar un gran rendimiento- presentadas en contextos reales y cercanos a la infancia, así como realizar actividades que fomentan su autonomía y se adapten a su ritmo de aprendizaje".