Llega la hora de terminar tu jornada laboral, sin embargo, decides seguir sumido en un proyecto laboral que te has tomado muy a pecho y optas por seguir un par de horas más trabajando, mientras el resto de compañeros con los que compartes ese proyecto deciden salir de la oficina a su hora.
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Un esfuerzo que crees que se traducirá quizás en un futuro aumento de sueldo, en una mayor flexibilidad en tu horario, en un futuro ascenso o sencillamente en una mejor valoración de tus superiores. Pero ese sobreesfuerzo finalmente no se traduce en la recompensa que esperabas. ¿Te resulta familiar?
Bien sea porque hayas vivido esta situación en tu propia experiencia laboral o porque la vincules a alguna compañera o compañero de trabajo, te adelantamos que este tipo de comportamiento es conocido como el síndrome de la tiara. Un síndrome también asociado al famoso síndrome de la mujer impostora que, aunque se puede presentar tanto en hombres como en mujeres, suele afectar principalmente a un mayor número de mujeres. Te contamos por qué.
¿Qué se conoce como síndrome de la tiara?
El síndrome de la tiara, hace referencia a un tipo de actitud pasiva en el puesto de trabajo, por la que la persona que lo sufre opta por cumplir sus deberes e incluso hacer un sobreesfuerzo laboral en su puesto de trabajo con el fin de ser reconocido o premiado en un futuro próximo pero sin hacerse notar y con la esperanza puesta en ese momento en el que sus jefes lo detecten y decidan coronar ese trabajo con la "tiara" (símbolo de reconocimiento).
Una actitud que, aunque también puede afectar a los hombres, toman generalmente las mujeres. Hablamos de un comportamiento muy relacionado también con el famoso síndrome de la impostora y con esa dificultad que a menudo se asocia a la mujer por no creer en su propio potencial dentro del entorno laboral. Un techo de cristal que a menudo nos ponemos nosotras mismas y del que es necesario salir de una vez por todas.
¿Por qué las mujeres están más expuestas a sufrir este síndrome?
Una de las principales razones de que las mujeres suelan exponerse más a sufrir las consecuencias de este síndrome, está lamentablemente relacionada con que durante años la sociedad ha hecho que las mujeres estemos acostumbradas a vernos como sujetos pasivos.
¿Quién no se ha leído alguna vez alguno de esos cuentos en los que la princesa espera a ser rescatada, besada o incluso devuelta a la vida por un apuesto príncipe? Pero la realidad es que además de tratarse de un cuento totalmente alejado de la realidad, este es un tipo de sesgo anticuado del que se debería salir si alguien quiere hacerse valer y mostrar su verdadero potencial.
De hecho, está demostrado que los jefes recuerdan más a aquellas personas que solicitan esa subida de sueldo, esa mejora en sus condiciones o ese reconocimiento; antes que a las personas que decidieron esforzarse sin hacerse notar o intentando pasar desapercibidas.
¿Qué consecuencias tiene el síndrome de la tiara?
Además de la propia frustración laboral que este síndrome genera, debido a que normalmente los jefes nunca llegan a notar ese esfuerzo realizado, quien lo padece a menudo sufre una frustración y desencanto con el mundo laboral que no deja de ir en aumento.
Todo con un claro desencadenante en estrés laboral y un agotamiento tanto físico como mental que normalmente suele ir asociado a ese esfuerzo extra dentro del propio puesto de trabajo.
¿Cómo se puede evitar el síndrome de la tiara?
Además de la importancia de cambiar ese comportamiento y reconocer nuestro propio esfuerzo, es importante que dentro de cada empresa se reconozca siempre el trabajo de los empleados. No solo hablamos de crear un ambiente en el que se promueva el incremento de la propia estima del trabajador, sino también de cómo se traducirá esta en una mejor productividad y un menor estrés laboral.
Como empleado es importante siempre evitar poner en juego nuestra propia salud física y emocional por un exceso de trabajo, más aún si este es superior al convenio establecido. Trabajar duro podrá conducirte a un ascenso, pero esto siempre debería ir ligado a un reparto de las tareas equitativo con los compañeros, así como a un reconocimiento también al mérito y apoyo de tus compañeros.
Este equilibrio es precisamente lo que te ayudará a garantizar un ambiente de equipo sano, en el que el reconocimiento dentro del equipo sea algo normalizado.