De Yolanda Font, emanan alegría, pasión, sensibilidad pero también fuerza. Artista polifacética, lleva años sorprendiendo por su trabajo como actriz, participó en prestigiosas obras como Somne, La piel del tambor, Una hora más en Canarias y por supuesto, Romeo y Julieta, en Londres, pero también como modelo.
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El pasado mes de marzo, causó sensación al desfilar embarazada de ocho meses de Micaela, para la diseñadora María Lafuente, en el marco de la Semana de la Moda madrileña. Repitió el pasado mes de septiembre con su bebé en brazos, con la ilusión como principal bandera.
Conversamos con ella sobre sus sueños, esperanzas pero también los obstáculos a los que se enfrentó a nivel personal y profesional.
Volvamos al origen. ¿En qué entorno has crecido? ¿Cómo describirías tu infancia?
Mi recorrido vital se basa en recuerdos familiares, marcados por el cariño. ¿Podría definir mi entorno como tradicional? Sí, pero lo que para muchas personas es lo tradicional, para mí, en realidad es lo normal. Es en el ámbito en el que quiero que esté mi hija y que crezca como yo he crecido. He sido súper feliz. Todo lo recuerdo con muchísima ternura, muchísimo amor e incluso mucha nostalgia.
Ha habido momentos determinados en los que me he dado cuenta de que lo primero es mi familia, con mi madre y mi hermano como base, y por supuesto mi padre, el ángel de mi vida. Ha sido una figura importantísima para mí, y de alguna manera, sigue siéndolo.
De lo poco que recuerdo, no lo suficiente como quisiera ya que desapareció cuando tenía 11 años, destacaría muchas cosas maravillosas que me ha inculcado. De alguna manera lo sigo teniendo muy presente. Muchas veces cuando hay tomar una decisión, pienso por supuesto en mi madre pero también en mi padre, en lo que creo que me diría.
¿En qué sentido dirías entonces tradicional?
Me refiero a estar en una familia, toda muy unida, en mi casa con mi padre, mi madre, mi hermano, mis primos, mis tíos, mis abuelos y por supuesto también mi madrina. Para mí era mi segunda madre, mucho más que mi abuela, y ella fue otra persona importantísima en mi entorno familiar, porque vivía pegada a nosotros.
Era la continuación de una madre. Entonces lo tradicional para mí es reunirnos todos e ir a comer a casa de mis abuelos todos los domingos, veranear todos juntos. A veces nos reuníamos 15, 16 personas en la misma casa en verano. Tradición es ponerse guapísimos en Nochebuena, celebrar el santo de mi madre y de mi abuela, por cierto, el mismo día, ir a misa antes de ir a comer a casa de mis abuelos... estas pequeñas raíces para mí son importantísimas y me gustaría que las mamara Micaela, mi hija.
Acerca de tu pasión y principal actividad profesional... ¿Cuándo te entró el gusanillo de la interpretación?
Entró antes de que yo me diera cuenta, porque mis padres siempre me cuentan que desde muy pequeña yo decía que quería ser actriz. Al principio, se lo tomaron como "Bueno, es el típico sueño o el típico momento de una niña que dice que quiere ser actriz, mañana dirá que quiere ser bombero y pasado ya veremos". Pero siempre me mantuve en que quería serlo.
Pasaron los años, terminé el colegio, pasé Selectividad y fui a la universidad. Empecé a estudiar interpretación a la vez. Fue una lucha porque mi madre, lógicamente, quería que continuara mis estudios y tuviera una carrera universitaria. Fue también el grandísimo deseo de mi padre, lo que él siempre quiso para mi hermano y para mí, que estudiáramos una carrera y que luego ya veríamos.
Aún así, como yo deseaba tanto interpretar mi madre llegó conmigo a un acuerdo, además en esas épocas y sin padre era mucho más complicado, fue una crack en este sentido. Me dijo: "Sacas tu carrera universitaria y a la vez estudias interpretación. Te voy a regalar una buena escuela para que aprendas lo que tanto te gusta. A ver si es verdad que tanto te gusta cuando llegue el momento porque, a lo mejor, era una ilusión y te decepciona". Entonces hice las dos cosas.
Alargué el último año de mi carrera porque llegó el que fue el momento profesional más importante para mí, actuar en Romeo y Julieta, en Londres. Me marcó muchísimo. Vi el sacrificio, la dureza de esta profesión, pero por otra parte, el sueño hecho realidad. La compensación no se multiplicó por mil, lo siguiente.
¿Nunca te planteaste dejarlo todo?
Lo quería a toda costa, pero tampoco me paré a pensar lo que conllevaba, me lo he ido encontrando. Tampoco digo que me pilló de sorpresa porque vas aprendiendo con la experiencia y con los batacazos que te pegas y que te pegan, ambos, pero nunca me paré.
Yo siempre he cogido los proyectos y me he mantenido llamando una y otra vez... soy de esas personas a las que le han colgado el teléfono 300 veces y sigue porque otras veces me lo descuelgan y todo es maravilloso, en definitiva, lo que es este mundo. A mí no me han regalado nada, ni me han abierto ninguna puerta.
¿A qué otros obstáculos te tuviste que enfrentar? ¿Sigue habiendo muchos?
Los sigue habiendo, porque a lo mejor me conocen o se han metido en Google y de repente, se han hecho otra idea preconcebida de mí. Trabajé fuera de España, en Londres, Nueva York, Los Ángeles y fue todo muy bien, aunque tuve problemas con el visado (no es tan fácil y menos si no puedes irte ya como estudiante). Mi experiencia fue en todo caso maravillosa. Sí que creo en que al final las cosas si se hacen bien, salen.
¿Estarías dispuesta a abandonar de nuevo España?
Sí, claro, es mi profesión y es mi sueño aunque ahora ya Micaela es la prioridad. Pero creo que se puede hacer y más hoy, con tantas formas de comunicar.
Como actriz, vives muchas vidas en una misma vida, la tuya. ¿Hasta qué punto te afectan tus papeles? ¿Consigues tomar la distancia suficiente con los personajes a los que interpretas?
Me formé con William Layton, un método muy parecido al método Stanislavski, que es la interiorización del personaje. Hay escenas potentes, en las que te dejas el alma, tanto en teatro como en cine, o incluso la tele.
A la hora de preparar el personaje, siempre ha sido con el método de interiorización, que consiste en recurrir a tus propios sentimientos y tus propios recuerdos. Cuando vas tocando lo íntimo, poco a poco llegas a ese hilo en el que ves que fluye toda la emoción, tienes que aprender a dominarla.
Yo reconozco que no sé dominarla, excepto cuando estuve en el teatro, con Romeo y Julieta, que al final es una maravilla de obra, aunque triste. En otras obras, he vivido momentos determinados que han sido más complicados, pero hasta ahora no he podido pararlo ni controlarlo. Debería saberlo controlar al 100%, pero de momento no es posible.
¿Teatro o cine, con cuál te quedas como actriz?
Para mí, suelo sagrado, es el teatro. Entrar en un teatro es algo muy especial, incluso cuando voy a sentarme a ver una obra de otros compañeros. El teatro me lo ha dado todo. También es el que más miedo te da, porque puedes equivocarte pero tienes que integrarlo al propio personaje para salir del momento y quedarte con la mente en blanco. Aún así, siempre cuentas con que tu compañero te va a ayudar.
¿Hasta ahora me ha pasado? No, y estoy tocando madera, solo de pensarlo ya me asusto pero, por supuesto, puede pasar. Ahí sí que te dejas las vísceras. En el cine, te las tienes que dejar igual. El trabajo es el mismo, pero sí es verdad que si te trabas o te agobias, van a cortar.
¿En qué punto estás, a nivel profesional y personal?
Creo que he evolucionado muchísimo en valorar mucho más aquello que tengo. Hace diez años, te hubiera dicho que mi familia es lo más importante del mundo, pero no con tanto corazón como te lo digo ahora, ni siendo consciente de lo de las palabras que te estoy diciendo ahora. Eso para mí ha sido un gran avance.
¿Qué le diría a mí "yo" de hace diez años? Muchas cosas, pero ante todo, "Qué ingenuidad", aunque la siga teniendo, y "Pero por Dios, ¿cómo no lo viste venir?". Arrepentirme no, pero es cierto que hay cosas que tenía que haber hecho, siguiendo lo que me dictaba el corazón y no las hice. Por lo tanto, también me diría: "Escucha más y cuando ves que algo no, es no". Siempre he tenido intuición, pero hubiera tenido que escucharla más.
Causaste sensación al desfilar con tu hija en brazos. ¿En qué dirías que ha cambiado tu vida con la maternidad? ¿Es cierto eso de que te pone todo "patas arribas"?
¡En realidad, es en qué no ha cambiado! No hay nada que no haya cambiado. Todo ha cambiado: mis horarios, mis disciplinas, mis ilusiones, mis diversiones... para bien por supuesto.
Siempre he querido ser madre, siempre. No es lo típico de "ahora quiero ser madre, de repente me da la vena maternal". Siempre he querido ser madre, pero nunca, ni cuando me quedé embarazada, dije ahora mismo quiero ser madre sea como sea.
Aún así, es verdad que pasan los años y era consciente de eso, aunque tampoco con una grandísima urgencia. Creo muchísimo en que Micaela también ha surgido por un tema de Dios y de mi padre, estoy segurísima, porque si no a lo mejor me la hubiera perdido o hubiera dicho "bueno, ya vamos a ver, cuando vea mi situación más estabilizada". Seguramente no sería madre todavía.
¿Qué prejuicios crees que persisten sobre el embarazo? ¿Tu entorno siempre te apoyó?
Mi familia siempre me apoyó, llegó un momento en el que era mi ilusión y que tenía que llevarlo a cabo. La ilusión de todos fue brutal, igual o casi más que la mía.
Con respecto a la visión general, me encuentro con una sociedad donde se están rompiendo una serie de ideas o de obligaciones que antes había a la hora de ser madre pero, también veo que hay cosas que no se pueden decir.
Me he encontrado con personas después de dar a luz, con amigas más mayores o más jóvenes, que me decían "bueno, es que ni te llamo porque ahora mismo lo estarás pasando fatal, entre el pecho, el no dormir" y decía "pues estoy feliz". Es verdad que los primeros días son impresionantes de la emoción porque todavía no podía imaginarme que tenía una hija pero es verdad que físicamente, estoy mucho más que agotada, lo que no quiere decir que no saque fuerzas.
Tiene que ver con un tema de energías, porque es cierto que físicamente está muerta y no hace más que empezar. Es un tabú, nadie lo cuenta, entonces lo primero que hice fue decirle a mis amigas más cercanas que estaban a punto de tener un bebé, lo que se iban a encontrar nada más nacer ese bebé.
Se suman la inseguridad tuya, el miedo, las hormonas, algunos puntos, te pones triste y a llorar, pero que no lloras de alegría. Y te preguntas: "¿Por qué estoy triste, si ha salido todo bien, si el bebé está con salud, si yo estoy cansada pero con salud, qué me pasa?" Son pequeños bajoncillos pero también tienes que estar ahí para superarlos.
Las noches, no duermes nada. El bebé tiene que tomar el pecho cada tres horas y las primeras tomas duran hora y pico por lo cual, cuando te estás aseando y preparándote y vas a tomar algo, el bebé ya ha empezado a llorar. No te da tiempo a nada, no tienes mucha organización y por supuesto que es duro, no sé por qué no se cuenta y se plantea todo como algo maravilloso y un cuento de hadas. Lo es para mí, lo ha sido y lo sigue siendo. Es brutal, repetiría esta experiencia mil veces más, pero es verdad que hay momentos duros.
La lactancia no es el mejor recuerdo que tengo y todas las mamás me han dado la razón. Es agotador, cuando toca el momento de esterilizar los biberones, cuando no quieren comer, cuando les agarran del pecho, no sabes si han comido o no han comido, por qué lloran... el miedo se dispara ante lo desconocido, sobre todo cuando eres primeriza.
Mi hija nació por cesárea. Tras dar a luz, entró un médico a mi habitación y me dijo "es que no es consciente de lo que es una cesárea por lo que veo", porque estaba todo el día de pie. La niña, paseando por la habitación, es cuando se calmaba. Por lo tanto, yo me pasaba las noches, de pie, en la habitación. Lo veía como lo normal. En realidad, si me hubieran operado, por ejemplo, de un quiste, estaría en reposo una semana sin moverme, pidiendo antibióticos, pero al tener la niña...
Mi hija nació a la una y pico y lógicamente quería verla, lo pedí, y se sorprendió el equipo."¿Cómo vas a verla?". Y yo pensando, "Así, tan contenta en la cama". Me dijeron que no podía verla hasta que no pudiera sentarme en una silla de ruedas, tenía que esperar unas horas. Es un día a día y pico en el que no vas a ver a la niña y yo estaba preocupada pensando que tenía que darle el pecho.
A las 12 de la mañana, me senté en una silla, y me fui a verla, lo aceptaron. Quería ver a mi niña, no había podido estar casi con ella. Ni me lo pensé aunque me tiraba la herida.
No sé lo que es un parto por vía natural, por lo cual no sé hasta que punto también es el dolor y cómo cicatriza pero no siempre es fácil. El pecho duele mucho, tienes escalofríos por la noche. Si me lo hubierais dicho a lo mejor hubiera venido con tres jerséis o un pijama más de invierno, pero estas cosas no se cuentan.
¿Cómo afrontaste el cambio de tu cuerpo, durante el embarazo y después?
Dedicándome profesionalmente también a la moda, relacionados con el cuerpo, como herramienta de trabajo, hubiera tenido que preocuparme, pero me daba absolutamente igual como se iba a quedar mi cuerpo.
Es algo tan impresionante que no me preocupaba: si engordo , engordo si ya no tengo el abdomen, pues no las tengo, si me salen estrías, pues me han salido... aunque tampoco era una "dejada". Me daba mi crema grasienta pero no mucho más. Nunca me obsesioné con ese tema. Es cierto que no engordé mucho, ni paré porque el día anterior al parto estaba haciendo una sesión de fotos, además, se iba moviendo la tripa de lado a lado ya. Me encontraba fenomenal y estaba muy delgada, pero tenía mucha tripa.
A lo mejor hubiera tenido que parar mucho antes, pero también es mi trabajo y tenía un bebé, iba a tener que parar un tiempo. Realmente si me encontraba bien y si no ponía en riesgo la salud de la niña, para mí era importante trabajar hasta el ultimísimo día.
Precisamente acerca de este tema... ¿Cómo ves el tema de la conciliación? ¿Para las mujeres sigue suponiendo un esfuerzo añadido?
Admiro muchísimo a las mujeres que se encargan solas porque al final yo tengo mucha suerte, una familia increíble, una madre que más que abuela hace de segunda madre, porque sigue siendo supermamá conmigo y ahora es súper mamá con Micaela también.
No tengo derecho a quejarme de nada. También tengo mis momentos y lucho muchísimo pero teniendo la suerte que tengo, con todos los que tengo a mi alrededor. Sí, una mamá que no nos podemos olvidar, que es cuando más yo me sé hablar de todo esto.
Hay mamás que están solas, pasando muchas penurias y que tienen que seguir adelante con su bebé, que tiene a sus familias en otro sitio o que no cuentan con el apoyo de nadie y lo hacen solas. ¿Entonces, cómo no va a ser compatible en mi caso, si ellas pueden? Micaela también tiene mucha suerte, porque no está sola y si me tengo que ir a trabajar no me quedo angustiada porque no sé si he dejado a la niña con cualquier conocido. No, la niña está igual que cuando yo la he dejado.
¿Qué supuso para ti desfilar con ella?
Estando embarazada, la gran diseñadora María Lafuente, que es otra "maga", no vio el embarazo como un obstáculo para una modelo, sino como una oportunidad preciosa para realzar esa figura de la mujer y para decir: "Somos mamás pero no por eso nos tenéis que quitar de estas profesiones que son tan duras".
María me propuso desfilar embarazada. Me hizo muchísima ilusión, porque pensé que era recuerdo precioso. Todos los medios se volcaron con grandísimo respeto y cariño, no tengo palabras para todos, me ayudaron a hacer ese sueño realidad...
Nació mi hija y me dijo María: "Al igual que desfilaste embarazada, ahora tienes que desfilar con Micaela". Le contesté que por supuesto, estaba hecho. Gracias a Dios, la niña salió fenomenal y no tuvo ningún problema de nada, llegó el momento del desfile y María dijo: "Oye, tiramos para adelante". Le contesté: "Por supuesto, María, cuenta con nosotras".
Se hizo un día maravilloso de sol, era llevar a mi niña en brazos, al aire libre, en un sitio precioso, envuelto en la magia de María, con esos colores, con esos tejidos, con esa alegría... era el mejor lugar para enorgullecerme de mi niña y para presumir de bebé y de ser mamá.
Y también se volcaron los medios, se quedaron impactados, llamándola "la bebé más joven del mundo, la modelo más joven del mundo en pasarela", con muchísimo cariño hacia Micaela y hacia mí. No tengo palabras para describir como se portaron conmigo. Estaré eternamente agradecida con todos.
¿Llevas con serenidad estar bajo el foco?
No busco mi nombre en Google, antes lo hacia más, para ver si se comentaba uno de mis estrenos... ahora menos porque sé que mi nombre sale en muchísimas noticias que no tienen nada que ver con el trabajo.
Por supuesto, yo lo respeto, soy periodista también, pero creo que se puede dar información sin hacer daño. Igualmente, no soy un personaje que tenga mucho que ofrecer, sino aquí donde me ves, no hay mucho más de lo que saber, ni historias maravillosas ni aventuras. Soy mucho más sencilla. No sé si decir mucho más aburrida, para la prensa, tendré que serlo.
Repito, siempre se puede hacer con respeto y sin hacer daño. Hasta ahora los medios han hecho un trabajo impresionante, siendo generosos y cariñosos y ojalá sigan así. Yo soy muy consciente de que no soy "nadie", hay veces en las que te "sacan" un poco más y a veces un poco menos. Pero en la actualidad, la niña es un motivo precioso.
Estoy muy contenta también porque todos los medios lo han tratado con una profesionalidad tremenda. Si te metes en el IMDb, donde no se puede mentir jamás, ven que tengo una trayectoria muy larga y de mucho trabajo, pese a que no haya sonado mucho.
Por lo demás, tampoco he vendido cosas que nunca han sido, ni me he metido en jaleos. Estoy muy feliz de cómo lo han tratado las revistas de moda. Mi niña tendrá un recuerdo para siempre. Tengo muchas ganas de que crezca y de enseñarle todo lo que hemos hecho.
¿Qué proyectos tienes en preparación?
Tengo una colaboración especial en una película, estoy pendiente de otro para televisión, otra de cine internacional... hasta que no consiga algo fijo, prefiero dejarlo fluir. De cara a este mes, sí puedo confirma un papel en una película española.
En el ámbito de la moda, siempre estoy trabajando con Santiago Andrés, con sesiones de fotos con las nuevas colecciones y todas las historias mágicas que siempre crea él y gracias a Dios, me hace partícipe de ellas.
¿Un consejo de "maga"?
Que crean en esa energía y en esa fuerza que hacen los sueños realidad. Les va a llegar, que crean en ellas y que no duden.