Crecemos insertos en una sociedad cambiante pero estructurada que nos moldea desde que nacemos en base a unos roles de género preestablecidos. Cuando nos tumban por primera vez sobre una cuna, llevamos un gorro de un color concreto que nos sitúa dentro de un género. Y cuando crecemos y vamos al colegio, es el uniforme el que nos vuelve a recordar cuál es nuestro sitio.
Es como si la moda siempre hubiera estado ahí, guiándonos en una dirección, formando parte del imaginario colectivo a la hora de segregarnos por género. Pero qué ocurre cuando nos hacemos mayores y decidimos, no romper, pero sí expandir los límites de esos moldes entre los que hemos crecido. Una vez más, es la moda la herramienta que utilizamos para expresarnos tal y como somos ante el mundo.
Marc Jacobs dijo que “la ropa no significa nada hasta que alguien vive en ella”. Quizás por ello acudimos a la misma cuando queremos definirnos, porque nos aporta un sentido personal, lo convertimos en nuestra propia marca, no es una simple imagen superficial. Nos ponemos un chándal descolorido cuando sentimos que la vida nos pesa demasiado, pero optamos por los vestidos de color rojo cuando sentimos que podemos con todo.
Este deseo desesperado por encontrar prendas que nos representen más allá de los mandatos de género ha generado un cambio en la industria durante los últimos años. ¿Cómo ha ocurrido y cuáles son sus implicaciones en la sociedad actual? Los expertos nos ayudan a averiguarlo.
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Dos conceptos a entender: contracultura y género
El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua define contracultura como un “movimiento social que rechaza los valores, modos de vida y cultura dominantes”. En este caso nos referimos a las actitudes de oposición hacia un sistema de vida vigente, hacia una industria dividida por cuestiones de género: el sector de la moda. Las prendas han estado históricamente catalogadas en función de unos roles preestablecidos y se han empleado para mantener una división binaria de género que ha llegado a impregnar la sociedad. Así lo constatan Andrew Reilly y Ben Barry en su ensayo Crossing Gender Boundaries.
Este volumen presenta una recopilación de los conocimientos más recientes sobre la relación entre género y moda en contextos históricos y contemporáneos. Los ensayos consideran que "la moda puede restringir y liberar la expresión de género" y estudian el significado del género como producto de normas sociales. La vestimenta y el género son productos el uno del otro, por eso, la primera puede ser utilizada para cuestionar y subvertir expectativas binarias de la segunda, trascendiendo todos estos constructos sociales a través de colecciones unisex y genderless.
En cuanto al concepto de género, según la socióloga Sandra Bravo Durán, para obtener un claro entendimiento del concepto dentro del mundo de la moda, es pertinente diferenciar entre asignación, identidad y expresión de género. Nos cuenta que “a una persona se le asigna un sexo al nacer. Luego viene la identidad de género, que es como uno realmente se siente e identifica, y de ella se deriva la expresión de género, que es como uno se viste para expresar esa identidad”.
Actualmente, la sociedad reclama separar la asignación de sexo de la orientación sexual y la identidad de género, estableciendo como prioridad la libertad de cada persona para elegir. Sandra explica que, de acuerdo con esto, "lo lógico sería aceptar que el término unisex ha quedado obsoleto porque lleva implícita la palabra sexo, mientras que el término genderless es más pertinente porque se refiere a la inclusividad desde un lenguaje no binario”.
Historia de las barreras de género dentro de la moda
Efectivamente, el mundo de la moda está tendiendo a disolver los géneros y borrar las fronteras entre prendas masculinas y femeninas, pero nos equivocaríamos al pensar que esto es algo nuevo. Eduardo Sánchez, director de diseño de moda del Istituto Europeo di Design, se remonta a momentos y lugares concretos, como pueden ser las cortes francesas de Versalles de los siglos XVII y XVIII y, sobre todo, con Luis XIV, el Rey Sol.
“Si nos alejamos en el tiempo ya vemos ejemplos a nivel histórico -como el comentado anteriormente-, pero quizás sea interesante remitirse a los inicios de los movimientos contraculturales, hippies, glam, punk, blitz kids, new romantics, club kids... Podemos establecer una línea clara, una escalera en que cada uno de ellos da un paso adelante en esta indefinición del género. Ha sido ahora cuando lo que era contracultura se ha establecido como parte de lo mainstream y ha permeado a la conversación general”.
Francesca Tur Serra, nombrada por Forbes como una de las 40 mejores futuristas de España y co-directora del Máster en Creación de Marcas de Moda de ESDesign Barcelona, afirma que “la obligación de elección a la hora de vestir es un constructo que desde de la Edad Media se ha ido perpetuando bajo campañas de marketing y comunicación que buscaban aumentar audiencias, segmentar mercados y diferenciar atuendos”.
"Hace unas décadas se hablaba de lo andrógeno y luego se paso al término unisex. Ahora usamos genderless y genderful que vienen a ser evoluciones contemporáneas del mismo concepto, pero con matices".
Genderless vs. Genderful
Genderless y genderful son dos términos que muchos confunden entre sí. Se entienden como el adiós a la distinción de género en el mundo de la moda y el orgullo de pertenencia a un determinado género, respectivamente. Como explicábamos, el genderless es el sustituto de la moda unisex, un concepto que ha quedado obsoleto porque la vestimenta no está relacionada con la orientación sexual, sino que es una expresión de identidad y, en ese sentido, solo puede estar referida al género. El genderless se refiere a la inclusividad desde un lenguaje no binario.
Sandra Bravo considera el genderful como un paso más allá, como la evolución del genderless y su sustituto, ya que mientras que este invita a prescindir de los códigos binarios, el genderful se refiere al orgullo, a defender fervientemente aquella identidad de género con la que uno se identifique, evitando connotaciones negativas y dejando atrás los tabús que, incluso el genderless lleva implícito de forma inconsciente al eliminar todo tipo de barrera de género. Se basa, según la socióloga, en "potenciar y reivindicar la autenticidad e invitar a cada persona a tener un estilo único y personal".
La moda genderless como tendencia y necesidad social
La moda genderless encierra una dicotomía; es una tendencia y, a su vez, una demanda social potenciada por la necesidad constante de reinventarse. Así como por las demandas del mercado, que han sido generadas por transformaciones sociales. Esta dicotomía se entiende si tenemos en cuenta que, como explica la socióloga Bravo, "una tendencia es una propensión o inclinación de las personas hacia un cierto movimiento o idea y generalmente este cambio o propensión se inicia por una necesidad social, siendo otro aspecto distinto la duración de la tendencia y su evolución en la sociedad y en el mercado".
Los datos respaldan estos hechos, el estudio Consumer Trends 2022 realizado por la empresa de marketing Samy Alliance reveló que las conversaciones en torno a la inclusividad han aumentado en 2020 y 2021. Adobe descubrió que el 62% de los adultos de EE.UU. afirman que la diversidad en la publicidad de una marca impacta en la forma en que estos perciben los productos y servicios de esa marca. Esto indica que la inclusividad es algo que todas las marcas deberían trabajar para mejorar con el tiempo.
Eduardo Sánchez de IED Madrid, anteriormente citado, nos cuenta que "la indumentaria y su convergencia entre sexos está vinculada a movimientos sociales LGTBIQ+ y feministas". La vestimenta ha sido, indiscutiblemente, el primer lugar donde la explosión de nuevas identidades se ha visto reflejada. De hecho, según él, "la moda suele ser el primer indicador social de cambio".
El incipiente ruido en la sociedad y el cambio de mentalidad de los consumidores en las concepciones sobre el género se han visto canalizados en la moda, haciendo que tendencias como el genderless adquieran más fuerza. Sandra Bravo recalca que "la moda es un reflejo de la sociedad" y que, por ello, "se pueden explicar los cambios a través de ella, del mismo modo en que se podría explicar la sociedad a través de la historia de la moda". Una afirmación que explica porqué las tendencias nacen y se desarrollan como productos de necesidades sociales.
Los patrones han cambiado
Estos cambios en las demandas sociales han tenido una influencia directa en los patrones creativos de los diseñadores. Como hemos mencionado, la moda es un reflejo de la sociedad y, por eso, los diseñadores deben ser capaces de elaborar propuestas innovadoras que constituyan ejemplos de cambio, ejemplos que se ajusten, a su vez, a las demandas de un mercado en constante movimiento.
Francesca Tur Serra de ESDesign Barcelona, también citada anteriormente, nos cuenta que, para lograr etiquetas que den cabida a una moda que no se diferencia por géneros "es importante diseñar patrones que puedan funcionar bien en diferentes tipologías de cuerpo a la vez". Esta es una de los grandes retos a los que se enfrentan los diseñadores cuando elaboran piezas de moda genderless ya que, según la experta, "requiere una gran destreza tanto en lo relativo al diseño como en lo que se refiere a desarrollar fichas técnicas donde el confort y la calidad de las prendas primen sobre la necesidad de diferenciar géneros".
A pesar de todos los retos a los que se enfrentan los diseñadores, los roles de género no tienen porqué limitar su capacidad creativa, aunque tampoco les proporcionan mayor libertad. Así lo constata también Eduardo Sánchez que afirma que "el futuro del mundo de la moda se enmarca dentro de un panorama en el que el género se entiende cómo un término más amplio que el que proponen ideas preconcebidas y heredadas". De este modo, los diseñadores pueden elaborar propuestas para un género concreto sin estar coartados por estas limitaciones.
La industria, por su parte, ha sabido capitalizar ese cambio. Por eso, pese a que muchos diseñadores han sabido adaptarse a estas transformaciones, adentrándose en la moda genderless y tratando de borrar las barreras de género en sus diseños de una forma magistral, no resulta complicado diferenciar cuales lo hacen de una forma natural y cuáles lo hacen motivados por el cambio de mercado. Estos últimos suelen tener, según Sánchez, resultados quizá menos acertados.
Perfiles que lo abanderan y marcas que lo demuestran
Hay muchas marcas de ropa, pero, sobre todo, muchísimos perfiles en la actualidad que llevan años apostando por imágenes y prendas carentes de un género definido, algunos desde la neutralidad y otros desde la construcción de imaginarios andróginos abiertos.
En 2016, por ejemplo, Jaden Smith fue uno de los protagonistas en la campaña publicitaria de la colección femenina de primavera-verano de Louis Vuitton. En la misma, las modelos Sara Brannon, Rianne Von Rompaey y Jean Campbell aparecen retratadas por Bruce Webber junto al hijo de Will Smith vestido con una falda, un top de croché y una cazadora biker; un look al más puro estilo genderless.
El uso de faldas mostrando también las piernas de ellos, en lugar de solo la de ellas, se ha repetido con el paso de los años. En 2020, Harry Styles se convirtió en el primer hombre que ha conseguido ocupar en solitario la portada de Vogue USA. En dicho editorial captado por Tyler Mitchell, el cantante mostró al mundo piezas como un vestido con cola y volantes diseñado por Alessandro Michele, kilts espectaculares de Comme des Garçons Homme Plus o de J.W. Anderson, y abrigos desestructurados de Maison Martin Margiela.
Pero tampoco es necesario apuntar nuestra mirada hacia espacios tan lejanos para abrir nuestra mirada fuera de las barreras del género. En España, Mango Teen, una marca destinada a jóvenes de entre 11 y 15 años, ha diseñado una nueva tienda en Barcelona en la que las prendas no están ni distribuidas ni catalogadas entre chico y chica. Colocándose así a la vanguardia del interiorismo en nuestro país y enviando a las generaciones más jóvenes un mensaje de diversidad íntegra.
Otra marca de moda española, Acromatyx, apuesta por una sastrería urbana inspirada en una estética tribal, étnica y asentada en la generación X. Su equipo nos cuenta que los diseñadores deben evitar imponer etiquetas sobre los clientes y, para ello, es necesario hacer colecciones sin distinción de género. No obstante, el futuro de la industria, para ellos, no tiene por qué ser genderless, aunque siempre estará protagonizado por la defensa de la autenticidad individual.
En definitiva, la moda abandonando el género es ya una revolución en toda regla, que ha saltado de las pasarelas a la calle, y viceversa, y que se ha impregnado hasta en las generaciones más jóvenes. Esta tendencia supone, efectivamente, un acto de contracultura, pero que, lejos de correr el riesgo de pasar de moda la próxima temporada, se ha calado entre los hilos más tensos de la industria. Porque la moda es un reflejo de nuestra sociedad y es un vehículo de empoderamiento identitario que nunca jamás dejará de funcionar.