Las redes sociales permiten que algunos mensajes se conviertan en auténticos fenómenos. A golpe de hashtags y menciones, su alcance puede ser global, en apenas unos clics.
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Entre los ejemplos recientes podemos destacar el llamado "código rímel", que hace referencia al producto de maquillaje, utilizado de forma masiva. Varias mujeres empezaron a hacer una analogía entre su uso y relaciones personales. La primera fue Sofi Espinoza, quien publicó el pasado 28 de octubre un poema en su cuenta Tik Tok (sooofi.er).
"Dicen que cuando el rímel se pone seco y raro hay que tirarlo. ¿Pero, cómo hago? Dependo de mi rímel a pesar de su estado. Fue el primero que mejor resaltó mis pestañas y con el que cada día me sentía más afortunada de tenerlo.
Yo me entregué completamente a él y me aferré a la idea de que era el rímel perfecto para mí. Incluso mi madre lo conoció y notó lo lindo que era, pero con el tiempo se deterioró y se puso raro…" reza el poema.
La actriz Lina Tejeiro también contó su propia experiencia, basándose en la metáfora: "Hace meses compré un rímel de pestañas, su empaque me encantó. Lo usé y me dejó las pestañas lindas. Pero con los días se fue secando y no era de la calidad que parecía, traté de darle tiempo, pero se puso peor. Y como no me gusta conformarme con menos de lo que merezco, lo boté" tuiteó, haciendo referencia a su expareja, Juan Duque.
Varias mujeres siguieron su ejemplo, mencionando el "código" para describir y denunciar las actitudes de sus parejas o de algunas personas con las que se habían relacionado. Ante el fenómeno, numerosos hombres contaron su experiencia, también a través de una analogía con las "gorras".
El fenómeno recibió numerosos apoyos pero también rechazo, tanto en Tik Tok como en Twitter, por comparar relaciones y personas con objetos. Algunos usuarios aplaudieron, sin embargo, la liberación de la palabra y la capacidad de denunciar comportamientos sentimentales inadecuados.
El mundo digital, y de forma más concreta las redes y las aplicaciones, han favorecido los intercambios pero también algunas malas conductas como el ghosting, que consiste en desaparecer de un día para otro de la vida de una persona, o el breadcrumbing, que define el comportamiento de quien envía las señales mínimas a su pareja, para que esta perciba que sigue estando ahí y continúe enganchada a la relación, pero sin querer llegar nunca a implicarse por completo.