Que la educación es la primera condición para la libertad, lo tenía muy claro, hace ya más de cien años, María de Maeztu. Esta pedagoga vitoriana fue la directora de la Residencia de Señoritas, fundada en 1915 por la Junta para la Ampliación de Estudios (JAE), con el objetivo principal de fomentar la educación universitaria de la mujer.
[María de Maeztu o la vergüenza de no ser feminista: su revolución para educar a las mujeres]
La exposición Motor de Igualdad: La Residencia de Señoritas (1915-1936) recorre la historia de una iniciativa pionera en Europa: una institución que impulsó la presencia y participación de las mujeres en la ciencia, la educación y las artes.
Tras una minuciosa rehabilitación del llamado pabellón Arniches, llevada a cabo los últimos años, ayer el rey Felipe VI inauguró las nuevas instalaciones que incluyen dos nuevas salas de exposiciones y el salón de actos o auditorio, que lleva hoy el nombre de María de Maeztu y Whitney.
Unos años antes, en 1910, la Junta para la Ampliación de Estudios (presidida por Ramón y Cajal y fundada, en 1907, en el marco de la Institución Libre de Enseñanza para promover la investigación y la educación científica), había fundado la Residencia de Estudiantes, de la que fueron alumnos Lorca, Dalí, Buñuel, Alberti...
Cuando la Residencia de Estudiantes se quedó pequeña y se trasladó en 1915 a su nueva sede de los Altos del Hipódromo, dos de los “hotelitos” de la calle de Fortuny se aprovecharon para el nuevo proyecto de la Residencia de Señoritas, la versión femenina de aquella institución.
En sus veintiún años de existencia pasó de ocupar la pequeña villa en la que se inauguró en la madrileña calle de Fortuny, con capacidad para treinta estudiantes, a tener doce edificios con cabida para casi trescientas.
Quienes hoy pasean por la calle Miguel Angel esquina Martínez Campos de Madrid, y contemplan el edificio en forma de L (uno de los ejemplos más significativos de la arquitectura racionalista de la Bauhaus en España), no pueden imaginar el papel decisivo que jugó en la liberación de la mujer española.
Diseñado por el arquitecto Carlos Arniches Moltó y Martín Domínguez Esteban, en 1932, como pabellón destinado al alojamiento de las estudiantes, en sus cuatro plantas había 40 dormitorios, en los que se alojaban las alumnas, llegadas de toda España, que estudiaban en los edificios anexos de la calle Fortuny o en la Universidad.
Porque, como su directora comprendió antes que nadie (al igual que su coetánea Virginia Wolf), lo que necesitaban no solo era una habitación propia, sino también un laboratorio propio.
A través de la muestra comisariada por Federico Buyolo y Margarita Márquez, somos testigos de la apertura de la Residencia de Señoritas en 1915 y su trayectoria hasta la dimisión de Maeztu en 1936, cuando estalla la Guerra Civil y se exilia en Buenos Aires.
"Una mujer excepcional para su época, por su peculiar formación y su trayectoria vital, que se convirtió en la principal defensora del acceso de las mujeres a la educación superior, pues hay que recordar que, hasta 1910 no se podían matricular en la Universidad", comenta Federico Buyolo, comisario ejecutivo de las dos exposiciones con las que se inauguran las nuevas salas.
La Residencia de Señoritas abrió sus puertas en Madrid, en octubre de 1915, con 30 alumnas matriculadas. Eran los últimos años de la dictadura de Primo de Rivera, que terminó en 1930, pero el contraste entre lo que sucedía dentro y fuera de aquel recinto es evidente en las numerosas imágenes que recoge la exposición.
En ese oasis de libertad e igualdad que se creó entre la calle de Miguel Ángel y el paseo de la Castellana, jóvenes de las élites culturales y sociales pero también alumnas becadas disfrutaban de posibilidades hasta entonces vetadas a la mujeres.
María de Maeztu, cuya madre era británica y recibió una educación muy diferente a la de sus coetáneas, hablaba perfectamente inglés, lo que facilitó sus viajes por medio mundo para conocer los nuevos métodos de enseñanza.
Su idea era similar a los colleges universitarios femeninos anglosajones que había visitado y que proporcionaban no solo alojamiento sino también una oferta académica y cultural que ofreciera formación complementaria, veladas artísticas y conferencias con destacados intelectuales.
Y contó con el apoyo fundamental del International Institute for Girls in Spain, que tenía su sede en el cercano palacete de Miguel Angel 8. Pues, dos años después de comenzar su andadura, la sede inicial se quedó pequeña, y María de Maeztu llegó a un acuerdo con la vecina institución estadounidense para ocupar su edificio de Fortuny 53.
Comenzó así una estrechísima colaboración que enriquecería ambas instituciones compartiendo pabellones, aulas, recursos y disciplinas, e intercambiando estudiantes y profesoras a uno y otro lado del Atlántico.
Allí había alumnas extranjeras que estudiaban español y estudiantes que venían de varios “colleges” americanos —entre ellas, Smith, Barnard, Bryn Mawr o Vassar— becadas en los intercambios establecidos por la JAE.
Además de su labor como directora, María de Maeztu daba clases de Filosofía y Pedagogía. Había sido discípula de José Ortega y Gasset, quien dijo de ella que era “la mujer más capaz de intelecto y corazón que conozco".
Desde 1920, el espacio contó con el laboratorio inaugurado gracias a la doctora Mary Louise Foster, formada en el MIT y profesora de Química en el Smith College, que donó los fondos para la compra de material y mobiliario del laboratorio.
Allí podían investigar y hacer prácticas las alumnas matriculadas en Farmacia y Ciencias Químicas que, entonces, eran las carreras más demandadas, aunque anteriormente fuera la de Magisterio. Y en su biblioteca comenzaron a impartirse las primeras clases de Biblioteconomía.
Entre tubos de ensayo y microscopios las vemos en las imágenes de la exposición, que también las muestran haciendo deporte, pues las residentes practicaban hockey, atletismo, natación o tenis). No es de extrañar que de allí salieran famosas deportistas como Lilí Alvarez.
Durante el año se celebraban varias fiestas, a comienzo y final de curso, y también en carnaval. La agenda lúdica incluía asimismo visitas y paseos dominicales por museos y palacios de Madrid, o bien excursiones por El Pardo y la Dehesa de la Villa.
Entre las veladas literarias y conferencias que se impartieron en su paraninfo, "las residentes fueron visitadas por el presidente de la República, Niceto Alcalá Zamora, por José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón o Miguel de Unamuno, que compartieron con ellas sus conocimientos y experiencias", añade Federico Buyolo.
Por allí pasaron también Azorín, Pío Baroja, Pedro Salinas, Eugenio D’Ors, Rafael Alberti o Federico García Lorca, quien, tras su estancia en los EE. UU., leyó por primera vez en público los versos de Poeta en Nueva York.
La poeta Gabriela Mistral se alojó allí en diciembre de 1924 y también lo hizo, en 1931, otra Premio Nobel, Marie Curie, durante su estancia en Madrid, y María Montessori, en 1934, cuando vino a dar conferencias sobre su método pedagógico.
"En la muestra podemos ver algunas de aquellas cartas que la directora escribía a las familias de las alumnas, el reglamento de la institución, los menús que se servían en comidas y cenas…", explica Federico Buyolo, mientras Margarita Márquez da los últimos toques a la exposición, antes de su inauguración.
Se puede ver mobiliario original de la época, por ejemplo, el tresillo que estaba en el salón de té, "donde todas las tardes, a las cinco y media, se reunían las alumnas para comentar la actualidad", sigue contando a MagasIN Federico Buyolo.
También tenían acceso a la prensa, algo sorprendente para la época, pero lógico en una institución que abrió el camino a la igualdad. Contra viento y marea, en una época que describía a las mujeres como hizo Schopenhauer: ‘de cabellos largos e ideas cortas’, y cuyo único propósito debía ser el matrimonio.
La residencia de estudiantes dio cobijo a las que querían salirse de aquel molde impuesto por la sociedad española y cambiar su destino. Y casi la totalidad de las poquísimas mujeres que ‘salían en las fotos’ del primer tercio del siglo XX estuvieron, de una forma u otra, relacionadas con la Residencia de Señoritas.
Fue la generación de españolas, nacidas en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX, que protagonizaron muchos de los cambios sociológicos (entre ellos, la conquista del voto tras el triunfo republicano). De allí salieron las líderes que darían forma al feminismo de las primeras décadas del siglo XX y a movimientos como el de las llamadas Sinsombrero.
Entre sus alumnas, un grupo excepcional de mujeres creadoras, científicas e intelectuales como la política Victoria Kent (que llegaría a ser Directora General de Prisiones), las escritoras Rosa Chacel, Carmen Conde, María Teresa León, Ernestina de Champourcín, Concha Espina…
De sus aulas salieron también las pintoras Delhy Tejero, María Blanchard y Ángeles Santos; la filóloga María Moliner, las periodistas Josefina Carabias, Carmen de Burgos e Isabel Oyarzábal o la abogada Matilde Huici.
También las pioneras de la ciencia en nuestro país: la ginecóloga María García Escalera, la farmacéutica Carmen Gómez Escolar, las matemáticas María del Carmen Martínez Sancho y María Capdevila d'Oriola, la física Felisa Martín Bravo o la química Dorotea Barnés.
Y entre el profesorado, la filósofa María Zambrano, la pintora Maruja Mallo, la filóloga María Goyri o la escenógrafa Victorina Durán. Las escritoras Zenobia Camprubí, Victoria Ocampo, María de la O Lejárraga (más conocida por su seudónimo, María Martínez Sierra) y Concha Méndez o la política Clara Campoamor también participaron activamente en sus actividades.
En los salones de la Residencia de Señoritas nacieron el Lyceum Club Femenino y la Asociación Universitaria Femenina y en sus habitaciones se alojaron, en 1928, las participantes en el Congreso de la International Federation of University Women celebrado en Madrid.
Todo quedó truncado en 1936 cuando, durante la Guerra Civil, Ramiro de Maeztu, su hermano predilecto, fue ejecutado en Paracuellos. María dimite de su cargo e inicia el camino del exilio, primero en Estados Unidos y luego en Argentina. Una edición original del libro Proverbios y Cantares de Machado con el poema Españolito cierra la muestra:
Ya hay un español que quiere
vivir y a vivir empieza,
entre una España que muere
y otra España que bosteza.
Españolito que vienes
al mundo te guarde Dios.
una de las dos Españas
ha de helarte el corazón.
En la actualidad, de aquel sueño sólo perduran los inmuebles de Miguel Ángel, 8, como sede del Instituto Internacional Americano, y, por supuesto, el de Fortuny, 53 con el pabellón Arniches, todos ellos declarados Bien de Interés Cultural.
El conjunto se recuperó durante la democracia, junto al palacete de la calle Fortuny 53 como sede de la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón, hoy Fundación Ortega-Marañón (FOM). La FOM preserva el importante legado de dos de los dos grandes intelectuales que le dan nombre: las bibliotecas y archivos de José Ortega y Gasset y Gregorio Marañón y Posadillo.
En una de las nuevas salas, la exposición Ortega-Marañón: Ciencia y Pensamiento acerca a las jóvenes generaciones la vida y obra excepcional de estos dos hombres, cuyo papel fue clave en la modernización y apertura de España.
Entre los numerosos objetos expuestos están las fotografías impresas en cristal ("para ver más allá de lo que muestran, que es lo que pretende la exposición", explica Buyolo) que recorren las trayectorias de Ortega y Gasset y del doctor Gregorio Marañón.
De este último, aprendemos que fue artífice del gran cambio en la sanidad pública en nuestro país y miembro de cinco academias (la de la Lengua, la de Historia, la de Bellas Artes, la de Ciencias Exactas y Naturales y la de Física). E impresionan algunas imágenes en las que se le ve, siempre en olor de multitudes, y se aprecia el inmenso cariño que le tenía la gente.
La FOM desarrolla distintos proyectos académicos, además de editar la Revista de Occidente, que Ortega y Gasset creó en 1923 y hoy es la publicación científica más antigua del mundo.
También alberga y conserva el Archivo original de la Residencia de Señoritas (con entre otros valiosos documentos, la correspondencia de la directora) y promueve actividades dirigidas a resaltar su legado y valores como ejemplo de progreso para la sociedad de nuestro tiempo: investigaciones, exposiciones, jornadas, conferencias, mesas redondas, etc.
Como explica Buyolo, la FOM no solo continúa la labor pedagógica de María de Maeztu dentro de un nuevo formato y sociedad, sino que "con esta exposición contribuye a su obra a través del recuerdo de una institución tan pionera como la Residencia de Señoritas".
En esa idea insiste también Lucía Sala Silveira, directora general de la Fundación Ortega-Marañón, "la muestra es un homenaje a un proyecto que fue motor de igualdad y símbolo del acceso de la mujer a la educación superior".
"Con la rehabilitación del edificio de Carlos Arniches se ha querido recuperar el origen arquitectónico del edificio. Recuperar lo que eran las habitaciones de la residencia de señoritas. Y la verdad es que es un homenaje a un proyecto que fue un motor de igualdad, que verdaderamente era un símbolo de igualdad. Si aquellas alumnas no hubieran accedido a la educación superior, nosotras no estaríamos hoy aquí", asegura Lucía Sala.
"Así que es también un homenaje al origen de la casa y a no perder de vista que, en esta nueva etapa de la Fundación, el eje de igualdad y el eje de mujer son parte de los fines fundacionales de esta casa", explica la directora general.
"Porque cuando Soledad Ortega constituye la Fundación Ortega y Gasset, incluye que uno de los fines de esta casa era recuperar el principio de igualdad entre hombres y mujeres. De hecho, la sala de exposiciones temporales se llama Soledad Ortega, fundadora de esta casa y primera presidenta".
Tras "casi ocho años" al frente de la FOM, la primera mujer al frente de esta institución considera "un privilegio ser testigo de la transformación de una organización que tiene que estar abierta a la ciudadanía, tiene que estar abierta a la ciudad de Madrid, tiene que formar parte del circuito cultural de esta ciudad y de esta región, porque es imprescindible que un espacio como este comparta el patrimonio que es de todos".
Le pregunto con cuál de las muchas ideas que se ven en la exposición se queda: "Te diría que me quedo con la definición de cultura de Ortega, porque la cultura es un pilar fundamental de cualquier sociedad democrática avanzada. Ortega definía la cultura como el sistema vital de las ideas de nuestro tiempo", explica.
"Y yo creo que cultura es eso, vida, ideas... Como todo gira en torno a un engranaje perfecto y al final es algo que mueve ámbitos diferentes, realidades muy distintas, pero que todo ello genera esa vida y ese motor que creo que es necesario en una sociedad".
Seguro que María de Maeztu estaría de acuerdo porque, como ella misma dijo: "Toda mujer que piensa debe sentir el deseo de colaborar como persona, en la obra total de la cultura humana”.