Por la calle de Felipe V llega caminando hasta el Teatro Real Juana Fernández, la jefa de innovación global de Microsoft. Esta ingeniera de teleco cambió su residencia a Nueva York el año pasado pero ha coordinado su agenda para asistir a este evento. “¿Cómo me lo iba a perder?”, pregunta con su particular acento gallego, “no existe otro evento así”. Juana está trabajando en nuevas aplicaciones de inteligencia artificial para el gigante tecnológico. Es una de Las Top 100: no es conocida por el gran público, pero salta a la vista que es feliz haciendo lo que hace.
Son las 19.00 horas y en la puerta del Real medio centenar de cámaras se agolpan para cubrir el photocall. “Que haya gente de tantos medios diferentes tampoco es normal”, comenta un fotógrafo que lleva tres décadas en la profesión. La gala anual que reconoce y reúne a las 100 mujeres más importantes de nuestro país ha crecido hasta las 800 personas y, en un momento, coinciden en la entrada Ana Rosa Quintana y Sandra Golpe y, de fondo, Patricia Pérez, la directora de Atresmedia. Está también Encarna Samitier, la directora del periódico 20 minutos, con sus directoras editoriales. “Este tipo de uniones suceden sólo por el liderazgo femenino”, se escucha apostillar a una fotógrafa.
Llegan poco a poco muchas de las mujeres líderes y sus acompañantes, pero son pocas las que aparecen de la mano de otra mujer, como es el caso de Isabelle Le Galo [directora de la Fundación Carasso] y Rosario Sierra [directora de desarrollo de LinkedIn], una pareja de top 100. Y llegan, aunque en realidad llegaron mucho antes, algunas de las pioneras: mujeres como Alicia Kaufmann o Eva Levy, que iniciaron hace mucho tiempo esta conversación sobre el liderazgo femenino.
El hall de entrada del Teatro Real tiene forma de elipse. “Una elipse es una circunferencia con dos centros”, explica una redactora de magasIN, aficionada a la geometría. Hay hombres, por supuesto, en el evento. Recibe a los invitados el director de EL ESPAÑOL, Pedro J. Ramírez, está el director del Teatro Real, Ignacio García-Belenguer, saludando a Luz Gabás [descubriendo por casualidad que se conocían de antes], y muchos otros como el escritor Rafa Tarradas, el científico Eduardo López-Collazo, los hermanos idealistas Encinar, el farmacéutico Jerónimo Ors hablando de literatura y el experto en comunicación Jacob Bendahan [que acompaña a Esther Bendahan, premiada por su gestión de Casa Sefarad]. Está el alcalde de Madrid, que se cruza con una fan, que le pide repetir la fotografía cuando va a tomar asiento, y se cruza por el camino con la secretaria de Estado de Digitalización, Carme Artigas, y con la consejera independiente Blanca Montero.
Mercedes Wullich abre la gala. Ella imaginó este evento en 2011. Relata una anécdota sobre su infancia y un disfraz de Batman para simbolizar los estereotipos. La presentadora Eva González arranca presurosa y da paso a las Diez mujeres honorarias, que van presentando a su vez los grupos de 10 premiadas en sucesivos vídeos. La estatuilla parece una llama. La humorista Sara Escudero interactúa desde el patio de butacas. Ana Pastor, la primera en subir al escenario, vestida de color rosa, explica que su vocación de servicio público, nació “cuando era muy joven, como médico [‘yo no sabía que era médico’, comenta alguien]. Mabel Lozano cuenta que “los destinos no son los lugares, sino las formas de ver la vida”.
María Benjumea arranca sonrisas cuando se define a sí misma como “una startupera de 63 años”; la ex ministra Cristina Garmendia [Garmendi significa volcán], reclama a la fila de autoridades [donde está sentada Begoña Gómez, la mujer del presidente del Gobierno, entre otras] “la igualdad de oportunidades de una meritocracia real”; Dolores Dancausa bromea sobre Las chicas de oro, y comenta que “la banca no goza ahora de gusto mediático”; Rosa María Calaf, con su mechón encendido, cuenta las cosas han cambiado mucho, y que incluso “en las redacciones de los medios de comunicación no solía haber baños”. Marta Sánchez y Mari de Chambao intervienen con sus canciones.
Cruz Sánchez de Lara, la vicepresidenta de EL ESPAÑOL, afirma con contundencia en su discurso que “las niñas deben saber que lo importante es ser felices, no famosas” y recuerda que “hay una palabra que últimamente se utiliza para pelearnos, la palabra igualdad”. Sánchez de Lara cierra la gala con una idea brillante: “Están aquí para brillar: brillen esta noche, para hacer brillar a las demás”.
“¡Qué cantidad de premiadas!”, exclama un hombre sentado en la penúltima fila, al ver a todas las mujeres Top 100 juntas, subiendo al escenario para la foto final. “Nosotras venimos a esta gala desde hace años”, replican dos mujeres a su lado. “¿Y qué es lo que más les ha gustado de esta edición?”, les pregunta él. “Lo que más nos ha gustado han sido ellas”, responde otra de ellas. Si algo queda claro es que el talento tiene una base vocacional, que ‘brillar’ es el verbo de la noche, que y su adjetivo correspondiente el que mejor aplica a mujeres como Juana Fernández y a sus 99 compañeras de ranking: brillantes.