“No soy una traidora, no soy una espía”. Reality Winner mira directamente a su interlocutor en el prestigioso programa de la televisión estadounidense 60 Minutes. Acaba de salir de prisión, tras haber cumplido cuatro de los cinco años de condena.

El caso de esta mujer que se unió a la Fuerza Aérea a los 19 años, generó una gran polémica en la sociedad estadounidense. Reality, que había participado en misiones secretas como lingüista militar, ya que domina el farsi, el darí y el pastún – lenguas que se hablan en Afganistán e Irán- , trabajaba en la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA por sus siglas en inglés) cuando filtró anónimamente material clasificado sobre la injerencia de hackers rusos en las elecciones estadounidenses de 2016. 

Momento en el que Reality Winner es interrogada por las autoridades.

¿Qué documento dio a conocer y cómo sucedió? Al trabajar para la Pluribus International Corporation contratada por la NSA, Reality tenía acceso a material sensible o lo que conocemos como Top Secret.

En mayo de 2017 Trump ya estaba gobernando, pero seguían en marcha las investigaciones concernientes a la posible interferencia rusa en las elecciones presidenciales que ganó el empresario republicano.

En medio de la polémica del despido del director del FBI de entonces, James Comey, a cargo de la investigación, Reality se topó con un informe clasificado, en el que se recogían las pruebas fehacientes de que en efecto, antes de celebrarse el sufragio, la inteligencia militar rusa había realizado un ciberataque en al menos un importante proveedor de software de votación, lo que se traducía en una clara interferencia en las elecciones presidenciales de EE.UU.

A Reality le pudo la indignación, ¿cómo era posible que la Casa Blanca ignorase un documento tan importante como ese? Así fue como imprimió el informe, lo ocultó entre su ropa interior para sacarlo del edificio y procedió a enviarlo por correo a la sede de The Intercept.

Sobre la veterana, que hoy tiene 31 años, recayó un castigo sin precedentes, fue condenada a cinco años en una prisión federal, la sentencia más larga que nunca antes se había impuesto por un delito similar. Su sonado caso coincidió con la llegada de Donald Trump a la Casa Blanca, por lo que no es de extrañar que aún sigan en el aire las mismas interrogantes de antaño.

En la película Reality, escrita y dirigida por Tina Satter, con Sydney Sweeney (de las series Euphoria y The White Lotus) interpretando a Reality Winner, recoge el día en el que los agentes del FBI llegaron a su casa en Augusta (Georgia). Aquel 3 de junio de 2017 Reality regresaba de hacer la compra, y no se imaginó que viviría largas horas de algo parecido al terror.

Crónica de una detención

Tina Satter se remonta al momento en el que Reality Winner fue carnaza de noticias. "Nadie podía entender lo que había hecho, ni por qué" contaba la directora en la Berlinale. "Ni siquiera se entendía cómo sucedió y cómo fueron las circunstancias de su captura, por lo que le rodeaba un aura de extrañeza y magnetismo".

La transcripción literal de todo lo que se dijo aquella tarde en Augusta entre Winner y los agentes del FBI primero tomó forma de una obra de teatro, Is this a Room (2019), para luego convertirse en el filme Reality (Filmin), estrenado en la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Berlín.

Tina Satter cuenta que desde que leyó la transcripción sintió que era un thriller, que ese texto sobre papel se le hacía tan vívido que "casi podías ver entre las líneas el rostro de Reality en esa situación con los dos agentes interrogándola en esa pequeña habitación vacía de su casa".

Satter se dispuso a reflejar la vida de la joven veterana de la Fuerza Aérea a través de los detalles, "como sus Converse amarillas, la colcha tendida en su cama, su coche con unos parachoques tan particulares, sus mascotas, la decoración de su casa, y hasta el AR-15 rosa, la única arma que poseía", comentaba en Berlín la directora.

Reality Winner en su espacio de trabajo desde el que divulgó la información.

El entorno, hasta cierto punto banal, y sus pertenencias eran claves para describir el carácter, la personalidad y la vida de una mujer que en su tiempo libre era instructora de yoga y CrossFit. 

"Queríamos mostrar un momento emocional y brutal que tuvo que atravesar", comentaba la actriz Sydney Sweeney tras el estreno mundial en la Berlinale.

"Me impresionó que se tratase de una transcripción, nunca antes había hecho algo así. He participado en tantos proyectos en los que me tomo ciertas libertades con mis palabras, pero en este tenía que asegurarme hacerle justicia en la medida que me mantenía fiel a sus palabras".

Para interpretar fielmente a la exmilitar, Sydney entabló conversaciones con Reality, primero chateando, luego con vídeo conferencias. A través de ese contacto hizo posible estudiar su gestualidad, su lenguaje corporal, lo cual representó uno de los grandes retos de su extraordinaria interpretación. 

A pesar de que Sweeney quiere mantener en privado las charlas mantenidas con Reality, la actriz da sus impresiones personales. "Es una mujer con mucha chispa, con mucho humor, no me lo podía creer", afirma la intérprete, "después de hablar las primeras veces con ella, volví a leer la transcripción y pude detectar más de ella, de su humor, sobre todo, en los pasajes donde trata de aligerar la atmósfera, de sentirse más cómoda en una situación difícil".

La valentía de denunciar

No es un secreto que las denuncias y filtraciones de documentos clasificados durante el mandato de Donald Trump emularon a una cacería de brujas. A quienes osaron desvelar verdades motivados por ideales como la libertad de expresión o la seguridad de los ciudadanos, recayó todo el peso de la ley. 

Tina Satter, quien ha investigado a fondo el caso de Winner, hace mención de la llamada Ley de Espionaje, que data de 1917, una ley federal que no ha tenido revisiones ni enmiendas actuales, haciéndola no solamente draconiana en su aplicación, sino también completamente ajena a la era digital. 

Para Tina, el caso de Reality es una escala muy diferente al de Watergate o al de otras gargantas profundas. "Se trata de dilucidar qué información es relevante en nuestra democracia", apuntaba centrándose en el derecho de los ciudadanos de conocer la verdad. "En ese sentido Reality es otro satélite importante en esa constelación".  

Con Trump a punto de ser juzgado – sin duda, se le aplicará la Ley de Espionaje-, el autor y experto en seguridad nacional James Risen, publicó un artículo de opinión pidiendo que no se compare el acto de valentía de Reality Winner con las acciones criminales de Donald Trump. "Él es sólo un ladrón egoísta", concluía Risen su columna.  

La familia Winner y la misma Reality han apoyado incondicionalmente el trabajo de Tina Satter, desde la versión teatral hasta la cinematográfica, en el que dar a conocer su historia era el norte de la cineasta.

"Reality es un ser humano increíble, lo que hizo estuvo motivado por su idealismo, y no creo que haya sido consciente de todos los problemas que originó su acción, incluyendo el colocarla en medio del panorama político", afirmaba la directora y guionista.

Aunque el Senado estadounidense ha emitido un informe en el que sostiene que Winner hizo un servicio público al filtrar un documento de la NSA, no está claro si Reality volverá a gozar de su libertad.

"Para ella, la gran pregunta sin respuesta es si algún día el presidente le concederá el perdón", afirmaba Tina Satter. "Sin un indulto presidencial Reality nunca tendrá el pleno derecho a la libertad en EE.UU".