El 40% de los españoles ha elegido agosto para irse de vacaciones, el otro 60% se reparten entre los dos meses anteriores y los posteriores, según datos de ObservaTur.
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Sin embargo, y a pesar de los millones de desplazamientos que se producen en verano, muchas mujeres no dejan de trabajar en su lugar de destino vacacional. Son las que no desconectan nunca.
Por un lado, hay mujeres a las que debido a sus frenéticas rutinas diarias, durante todo el año, viven con el piloto automático puesto y su cerebro en constante estado de alerta.
Cerebro de 100 a 0
Ese cerebro acostumbrado a no descansar para que no pase nada y para anticiparse a los problemas, no puede pasar de 100 a 0 de inmediato en desconexión. Se ha acostumbrado a vivir sobreestimulado y por inercia, durante los periodos de descanso, sigue funcionando de igual manera.
Por otro lado, los expertos aseguran que hay que distinguir entre distintos orígenes de esa falta de desconexión y estrés, así como los factores que lo favorecen. Que tienen que ver, en muchos casos, con la exigencia del puesto de trabajo y de la empresa.
Y en otras ocasiones, como decíamos anteriormente, con la dificultad de adaptarse rápido al periodo de calma, tras haber vivido una situación de estrés. Y finalmente, también responde a un tipo de personalidad específica.
Personalidad autoexigente
En muchos ocasiones, es la responsabilidad ligada al cargo que se ostenta y la personalidad 'autoexigente' la que impide apartarse varios días del teléfono de la empresa o del correo electrónico durante el verano.
"Me encanta mi trabajo y es prioridad para dar servicio a mis clientes cuando lo necesiten, aunque sea fin de semana o esté de vacaciones, siempre que sea posible. Cuando estoy de vacaciones, cada día me conecto y miro por si hay algún correo o mensaje importante que atender, pero no suelo hacer llamadas”, asegura Rocío Bacharach, fundadora de R&B Comunicación desde hace 23 años.
Y añade que: “Estar conectada un par de veces al día me da tranquilidad y me gusta saber que todo está en orden. Imagino mi cerebro como una caja con muchos compartimentos estancos, y el trabajo es uno de ellos. Un vez que sé que está todo bien, tengo el don de desconectar para el resto del día, y disfrutar de la familia y amigos”.
La pasión por su trabajo impide desconectar a Irene Teruel, Head de Global Partnerships en Nowports. “La razón principal por la que sigo conectada durante las vacaciones es que considero mi trabajo una parte fundamental de mi vida y disfruto de mantenerme involucrada en él, incluso cuando estoy fuera de la oficina”.
Y añade que: “No siento las vacaciones como una necesidad de escapar de mi trabajo, sino más bien como una oportunidad para encontrar un equilibrio entre mi vida profesional y personal. Soy consciente de que esta falta de desconexión se debe principalmente a mi personalidad, pero considero que desconectar y tomar un respiro siempre es beneficioso”.
“Quiero evitar sorpresas durante mi ausencia y preparar mi vuelta para que sea más sencilla”, asegura Sílvia López, Head of Product & Design en Telefónica.
Y añade que: “Eso sí, en un día de vacaciones, no tengo la rutina de mirar constantemente el móvil, pero como no quito las notificaciones puedo entrar al sistema, y ver si hay algo que me parece relevante. Supongo que es algo intrínseco a mi y no al puesto, ya que lo hago desde siempre. Es una sensación de control”.
“Por supuesto mi familia reclama atención plena y por ello, no están cómodos si tengo la mente en otro sitio…”, concluye.
Trabajadoras autónomas
Una situación distinta es la de las mujeres que tienen una empresa o aquellas que son trabajadoras autónomas, por ejemplo. En este caso, resulta más difícil desvincularse por completo, y el 'cuidado' de la empresa se sitúa por encima del cuidado de la propia salud mental. En muchas ocasiones, trabajo y vida convergen totalmente.
“Desde los 17 que empecé a ser autónoma no sé lo que es tener un horario laboral. Llevo toda mi vida haciendo de mi trabajo mi vida”, asegura Laura Pomares, fundadora de Sain Clinics.
Y añade que: “Tengo la suerte de poder trabajar desde cualquier país del mundo y conectar con todas nuestras pacientes, sea el día que sea, a la hora que sea. Mi trabajo no me supone un esfuerzo, un dolor de cabeza o un mal estar. Es muy cierto el dicho que dice 'busca un trabajo que te guste y no tendrás que trabajar ningún día de tu vida'", asegura la directiva.
Diversos estudios aseguran que los directivos y los autónomos son los que menos desconectan. “Creo que está en consonancia más bien con la personalidad. Conozco a muchos empresarios que apagan el móvil cuando se van de vacaciones y lo encienden de vuelta. Para mi, no es un tema de facturación ni de obligación, sino que va con mi persona. No por que seas empresario o directivo quiere decir que ames tu trabajo y para mí esa es la clave, hacer lo que amas”, concluye.
No desconectan por la familia
“Hace más de treinta años, la socióloga Susan Walker describió la carga mental invisible como el trabajo de pensar y sentir que recae sobre muchas mujeres de parejas heterosexuales cuando tienen un hijo.
Tres décadas después, las mujeres todavía son las que, mayoritariamente, tienen en mente todo aquello relacionado con la organización familiar y los cuidados. Se trata de una carga mental que no hace vacaciones, más bien al contrario: puede intensificarse cuando salimos de la rutina para ir a un lugar nuevo con la expectativa de descansar, disfrutar y desconectar”.
Así lo aseguran Francesc Núñez, profesor de los Estudios de Artes y Humanidades de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), y Maria Olivella, coordinadora de la Unidad de Igualdad. “Y no hay soluciones mágicas. Tomar conciencia de ello es un primer paso. Hacer valer las tareas de cuidados desde la familia y desde la empresa, el camino a seguir”, aseguran.
Desde la organización de las vacaciones hasta el traslado a un lugar nuevo, pasando por la intendencia o los imprevistos de los días de supuesto descanso, la carga mental que muchas mujeres de parejas heterosexuales asumen durante todo el año puede acentuarse en momentos de veraneo. Tomar conciencia de ello y gestionar las expectativas es un primer paso, coinciden Olivella y Núñez.
"Los tipos de relaciones que tienes con tu pareja y con tus hijos te los llevas de vacaciones, y esto no se puede cambiar fácilmente, sino que, muchas veces, se tensa", asegura el sociólogo.
"Las vacaciones son deseadas, porque se supone que serán un espacio de más satisfacción, de más tiempo libre, de más libertad personal. Las expectativas son muy grandes. Pero, justamente, todo esto tiene unos efectos no deseados porque, con esa ruptura de la rutina, de golpe te encuentras en situaciones que no controlas, donde todo es nuevo, donde tienes que decidirlo todo", añade.
Fuera la culpa
"El rol de género femenino está basado en una mirada colectiva y no individual, en aquello que Carol Gilligan definió como la ética del cuidado", explica Olivella por su parte.
"Los cuidados son unos valores que las mujeres tenemos muy entrenados, y uno de los errores que cometemos, como sociedad, es pensar que nos los tenemos que quitar de encima", continúa.
"Pienso que es importante ser conscientes de ello y saber diferenciar entre el tiempo de cuidados y el tiempo de ocio, pero también animo a las mujeres a no sentirse culpables si se dan cuenta de que su tiempo de ocio es, en realidad, sobre todo un tiempo de cuidados. El problema es de quien no cuida. Cuidar no tendría que ser una tarea mal vista", subraya la coordinadora de la Unidad de Igualdad.