El sábado 30 de septiembre se celebró una de esas bodas reales que siempre hacen soñar con castillos príncipes y princesas. Aunque los protagonistas no son los royals más conocidos pertenecen a la gran familia ducal de Luxemburgo y eso hace que el acontecimiento sea relevante por los propios contrayentes y los ilustres invitados. Todos ellos se dieron cita en el castillo Beloeil (Bélgica) para asistir al "sí, quiero" entre el archiduque Alejandro de Habsburgo-Lorena y Natacha Roumiantzeff-Pachkevitch.
Él es el último de los cinco hijos del archiduque Carlos Cristian de Austria y la princesa María Astrid de Luxemburgo en casarse, lo que hizo que el enlace fuera especialmente celebrado por la familia. La novia, nieta de un héroe de guerra francés de origen ruso, eligió un precioso vestido blanco, poco protocolario, con un gran escote, manga larga y detalles transparentes en la cintura. Tampoco faltó el velo y una diadema de diamantes. Alejandro, por su parte, vistió de chaqué, con pantalón de raya diplomática, chaleco amarillo vainilla y corbata granate.
Entre los asistentes más conocidos, la Gran Duquesa María Teresa de Luxemburgo, tía del novio, que deslumbró con un vestido bastante atrevido. Estrenaba un diseño azul Klein con un llamativo dibujo floral de pedrería firmado por Alexander McQueen, con chal incluido para tapar sus brazos en la iglesia. Los pendientes arquitectónicos en plateado tampoco dejaron indiferente a nadie. Eran de Alina Alamorean y fueron el detalle perfecto para convertirla en el foco de todas las miradas.
Por su parte, Stéphanie de Luxemburgo, esposa de Guillermo, el príncipe heredero del Gran Ducado y primo del novio, se decantó por el naranja. Su vestido tipo caftán de Taller Marmo, con un precio de 900 euros aproximadamente, fue muy acertado. Lo combinó con un clutch de Sergio Rossi y pendientes de Oscar de la Renta.
Otro de los looks destacados de la boda fue el de la madre del archiduque Alejandro, María Astrid de Austria, que eligió un vestido de volantes en blanco con pequeñas flores de cuello alzado, mangas farol y largo midi. Pertenecía a la firma Zimmermann y le añadió unos zapatos blancos.
La condesa Diane de Nassau también se decantó por la misma firma, aunque el patrón de su diseño era diferente. En su caso, llevó pamela en rosa y salones joya. Por su parte, la princesa María Gabriela de Nassau sorprendió con un vestido-capa rosa de Zara y un bolso limosnera también de la marca española. Una muestra más de que la moda made in Spain traspasa fronteras.
Pero, sin duda, una de las más elegantes fue la reina Matilde de Bélgica, que asistió a la boda sola y procuró mantenerse en un segundo plano. Ella no estrenó, sino que rescató uno de sus vestidos preferidos de Dries Van Noten, de cuello Perkins, manga larga y con vistosas flores moradas sobre fondo blanco. Lo combinó con una cartera de mano en tejido satino del mismo tono.
Con este evento, la esposa del rey Felipe ponía la guinda a una semana llena de emociones, tras la jura como oficial de su hija mayor, la princesa Elisabeth, junto a sus compañeros de la 160ª promoción de Ciencias Sociales y Militares.