Corría el año 1979 cuando una enorme y empoderada joven protagonizaba una película de ciencia ficción, con un papel hasta entonces destinado a un hombre.

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Se trataba de una mujer fuerte, andrógina, altísima, nada femenina, de cara lavada, que con un arma en la mano, salvaba a la especie humana y a su gato.

No era un superhéroe. A decir verdad, lo pasaba bastante mal. Las gotas de sudor en sus manos y una cara totalmente desencajada se convertían en un sublime primer plano.

Ella era la teniente Ripley en la película Alien, y nos mostró, a través de la pantalla grande, toda la fuerza de una mujer, que se quita de forma natural el traje espacial y se queda en camiseta sin sujetador. Era la época de la búsqueda de la libertad y la paz y había nacido una estrella.

Fotograma de la película 'Alien'.

Mañana la Academia de cine español entregará a la actriz Sigourney Weaver el Goya Internacional por “su impresionante trayectoria plagada de películas inolvidables” e inspirar “creando personajes femeninos complejos y fuertes” y añade que es una de las actrices “más reconocidas en la industria del cine”.

Sin tiempo que perder

La actriz ya está en Valladolid donde ha mantenido un encuentro con los medios de comunicación en el que, acompañada por el alcalde de la ciudad, Jesús Julio Carnero; y el presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez, también ha firmado en el libro del Consistorio.

La protagonista de Alien ha aprovechado la ocasión para agradecer "la inspiración de directores como Pedro Almodóvar", quien para ella "cuenta historias complejas y entretenidas de toda clase y condición". 

En este sentido, Sigourney Weaver ha confesado que le "encantaría trabajar con Pedro", al tiempo que ha revelado que "algo hemos hablado".

Weaver ha aprovechado este altavoz para abordar los abusos sexuales que han sufrido las actrices de Hollywood. Una realidad que ella misma ha denunciado en varias ocasiones y que en tiempos recientes también se ha dado en nuestro país. "Mi solidaridad completa con las víctimas", ha dicho al respecto.

Y ha añadido: "Sabíamos que el movimiento 'Me too' -iniciado para denunciar la agresión y el acoso sexual a raíz del caso que rodeó al productor Harvey Weinstein- no iba a dar resultados de la noche a la mañana, pero este sirve para arrojar luz sobre la existencia de estos casos y ha tenido un impacto muy importante que ha subrayado la importancia de decir basta y comunicar nuestros sentimientos. Quizá tenemos que ser un poco menos confiadas", ha afirmado. 

También ha tenido tiempo para hablar de la necesaria conciliación, y que Estados Unidos vive "un momento crítico y de inflexión, en el que se ve con claridad que necesitamos condiciones mejores para proteger a las madres en el ámbito del cuidado de los hijos".Y todo, a raíz de que el Tribunal Supremo derogase en 2022 la protección federal del aborto, lo que, según la actriz americana, "ha generado una situación desagradable e inaceptable".

Bullying en la infancia

Susan Alexandra Weaver nació en Manhattan, el 8 de octubre de 1949, hija de un productor ejecutivo de televisión, Pat Weaver, y una de actriz británica, Elizabeth Inglis, por lo que ya llevaba el destino impreso en la sangre.

Debido a su altura, que no pasaba desapercibida a nadie, a la edad de trece años medía el doble que sus compañeros de clase, por lo que recibía muchos ataques y burlas.

En el año 1962, la familia decidió trasladarse a San Francisco y después a Connecticut, donde siguió teniendo problemas en el colegio.

Al año siguiente, cayó en sus manos el libro El Gran Gatsby, y tal fue su influencia que decidió cambiarse el nombre por Sigourney.

En 1969 se matriculó en literatura inglesa en la Stanford University y cuando finalizó sus estudios, entró en la Yale School of Drama de Nueva York donde consiguió debutar en el teatro en 1973.

Debutó en el cine con Woody Allen

Hasta 1977 no debuta en el cine, pero lo hizo de la mano de uno de los grandes. Con Woody Allen en la película Annie Hall. Su papel, entonces, era pequeño.

Pero dos años más tarde, se convierte en la teniente Ripley en la película Alien con la que daría el salto a la fama. Después repetiría personaje en tres secuelas, siendo productora de las dos últimas.

Con el éxito, llegarían Cazafantasmas con Bill Murray, Armas de Mujer con Harrison Ford y Melanie Griffith, y Gorilas en la niebla, donde interpreta de forma magistral a la naturalista Dian Fossey.

Por ambos papeles ganó el Globo de Oro y consiguió candidaturas a los Óscar. También estuvo, bajo muchas horas de pintura azul, en el Avatar de James Cameron.

Después vendrían más Globos de Oro, más nominaciones a los Óscar y un BAFTA.

Ahora, a sus 74 años, y después de participar en películas españolas como Un monstruo viene a verme o Luces rojas, recibe el merecido Goya Internacional, que ya recibieron anteriormente las actrices Cate Blanchett y Juliette Binoche.