Ilustración que representa una metáfora visual del lobo y la abuela en el cuento de Caperucita Roja.

Ilustración que representa una metáfora visual del lobo y la abuela en el cuento de Caperucita Roja. Julia Ramírez

La tribuna

Soy más vieja que la abuela de Caperucita

Cruz Sánchez de Lara Julia Ramirez
17 febrero, 2024 02:07

Esta semana estaba en la peluquería para eso de teñirme las canas. Toda la vida tuve el pelo negro, hasta que comenzó a volverse blanco y negro.  

Me encantaría responder a la tendencia de la comodidad del pelo gris y no puedo hacerlo. Es una auténtica faena para mí porque veo guapísimas a las demás, pero yo no me veo.

Mi amiga Mar lo ha tenido blanco una temporada y la encontré más sexi que nunca. Ella ha vuelto a ser rubia y yo creo que no dejaré de ser morena, al menos, durante mucho tiempo. Sigo resistiéndome a ese comentario de siempre de ‘a partir de cierta edad, es mejor darle luz a la cara con unas ‘mechitas'. Como si el diminutivo de mechas, dulcificara lo de ‘a cierta edad’.

Tengo 51 años. Es esta época de mi vida en la que la gente para piropearme me dice que no aparento la edad que tengo o me pregunta cómo puedo decir que soy mayor. 

Pero volvamos a la peluquería. Me pongo frente al espejo y aplasto mi pelo con las dos manos, separándolo con una raya.

-Ay, esto de hacerse mayor se nota hasta en la raíz.

Todas le quitan importancia y me dicen que estoy estupenda. Raquel que está de pie lavando la cabeza a Vanesa -mi secretaria-, me responde con gracia y con ese desparpajo que da la juventud.

-Hablas como si fueras la abuela de Caperucita.

-Raquel, la abuela de Caperucita era más joven que yo casi con toda seguridad… Un cuento de más de dos siglos, con la vida media de aquella época y la edad de la maternidad, te hace calcular. La abuela como tarde sería madre a los veinte. Su hija tendría a Caperucita a esa misma edad, y eso, tomándolas ya como mayores. Estamos en 40 y la niña tendría siete u ocho. Máximo, 48.

Se pararon a pensar y ya estábamos todas con la broma. Ana, María, Brenda y Raquel se reían porque ellas aún podrían ser la madre de Caperucita, pero todas se dieron cuenta de que jugamos con el concepto de la juventud, imponiéndonos la obligación de parecer eternamente jóvenes.

Allí estaba yo tiñendo mis canas y subida a mis tacones. Me había levantado a las seis y media de la mañana y la jornada se presentaba larga. Estaría trabajando hasta por la noche sin haber podido descansar desde hacía semanas. Pero eso qué más da.

Me pasa a mí y os pasa a algunas de vosotras: algunas habéis dejado de ser Caperucita hace nada, otras podríais ser su madre, otras, sus abuelas y algunas hasta sus bisabuelas, pero estáis estupendas y si no, algo falla. Recordad que esperan que estemos estupendas.

Ahora bien, yo me pregunto: ¿La abuela de Caperucita seguiría sintiéndose joven? ¿Le pasaría como a mí que tiene sus recuerdos de la infancia tan frescos como los de la semana pasada? Hace nada me ‘infiltré’ en mi colegio de la infancia y recordaba cada escalón, cada clase, cada profesor y los apellidos de mis compañeros.

¿Se miraría al espejo y vería cambios que no entiende? A mí me pasa cuando me toco las sienes. No comprendo dónde ha ido a parar la carnecita esponjosa que había ahí cuando me pongo los dedos y noto solo hueso.

Con esto de la juventud y la madurez, me siento más equilibrista que maga, intentando cuidarme para cumplir años bien, mucho mejor que la ancianita abuela a quien supero en edad y luchando contra esa imposición social del ‘eternamente joven’ que me niego a secundar. 

No sé, por qué, me da la sensación de que no soy la única.

Yulia Navalnaya, esposa del fallecido líder opositor ruso Alexei Navalny, 16 de febrero de 2024.

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