Resulta llamativo el hecho de que en el instante en el que se teclea en Google 'consecuencias de no ser madre', los resultados se dividen en dos: los que se refieren a mujeres que han sido madres (al parecer, ese 'no' previo al sustantivo resulta incomprensible al algoritmo), y los artículos que hablan acerca del duelo de las que no han podido serlo pese a desearlo.
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La búsqueda refleja que no ser madre por decisión propia es algo que todavía se antoja a tantos tan ajeno, que sigue siendo un tema condenado a la otredad.
Un estigma que no cesa
Según los últimos estudios demográficos, el 10% de las mujeres españolas ha decidido no ser madres, y se contempla que este porcentaje vaya creciendo.
Sin embargo, existen socialmente aún muchos estereotipos negativos sobre las mujeres que deciden no tener hijos, pues se las tacha de inmaduras, egoístas o frías.
"Para las que decidimos de manera consciente y voluntaria no ser madres, definitivamente sigue presente este estigma. La sociedad ve nuestra decisión como inaceptable, porque persiste de manera muy fuerte la expectativa de maternidad sobre todas las mujeres, y más aún cuando tenemos capacidad gestante. La lógica social se escuda detrás de la premisa: 'si naces con útero, debes usarlo', y está tan presente en el imaginario colectivo, que el útero se ha convertido en el único órgano biopolítico que se regula y se limita por medio de leyes y mandatos como la penalización del aborto, o la prohibición de usar metodos anticonceptivos", dice Isabel Cortés, de Nunca Madres, una comunidad de mujeres no madres por elección.
Explica que la sociedad tiende a percibir a quienes toman la decisión de no ser madres como seres inferiores o 'mujeres incompletas', porque ejercer la maternidad sigue siendo romantizado, hasta el punto, de que a aquellas mujeres que se convierten en madres, se les atribuye una cantidad de rasgos cobijados bajo la definición de 'maternales', tales como el amor incondicional, el cuidado, la paciencia, la empatía, el sacrificio…
Irán Sosa, cofundadora de Nunca Madres junto a Cortés, señala que quienes deciden no ser madres son únicamente representadas a través de las brujas solitarias de Disney. "Es decir, seguimos sin existir en la publicidad, en las películas, en las políticas públicas, en las políticas corporativas, en los productos que nos ofrece el mercado, etc..", comenta.
¿Afecta no ser madre a la salud y a la felicidad?
Hablamos con la Dra. Marimer Pérez, ginecóloga y obstetra, para saber si en el ámbito de la salud, no ser madre tiene alguna consecuencia.
"Es cierto que hay enfermedades que mejoran con el embarazo. Las enfermedades autoinmunes (tengamos en cuenta que cada vez hay más mujeres con lupus o fatigas crónicas, por ejemplo) pasan una mejor etapa durante el embarazo, pues el descenso estrogénico beneficia a tales enfermedades. Al hablar de la endometriosis, es lícito decir que mejora. También ocurre con colitis ulcerosas y otras enfermedades inflamatorias intestinales con componente autoinmune, que mejoran durante el embarazo, por lo que en definitiva, la bajada de estrógenos claramente juega a favor de tales dolencias. Pero de ahí a decirle a una mujer que se quede embarazada, porque así se va a librar de algo…", comenta.
"Que conste, que igual es cierto que la lactancia materna protege del cáncer de mama, pero no me parece que sea un discurso nada actual", dice.
Le preguntamos si la medicina y especialmente, los profesionales de la ginecología no ponen cierta presión sobre las pacientes para que sean madres. ¿Su respuesta? "No hace falta ni que lo hagan, porque lo doloroso es la presión social existente a todos los niveles. Siento que a partir de los 33 años, las mujeres vienen con una mochila que les pesa. Esa presión social quizás es en parte nuestra, porque como realmente estamos intentando trabajar como si no fuéramos madres y ser madres como si no trabajarámos, hemos hecho un mal negocio que en nada nos beneficia", asegura.
Por su parte Paul Dolan, autor de Happy Ever After, ha puesto en marcha estudios que señalan que los grupos más felices son los compuestos por mujeres solteras sin hijos.
En su libro, pone además en duda el hecho de que los niños traigan la felicidad.
"Por esa misma razón, ¿les hacemos a ellos responsables de nuestra desdicha? Para algunas personas, tener hijos es genial, pero para mucha otra gente no lo es, y la idea de que no podamos hablar abiertamente sobre ello ya es un problema", escribe.
Subraya la importancia de no criticar la opción de no reproducirse y pregunta quién no ha escuchado en alguna ocasión una frase ciertamente obsoleta, pero que lamentablemente, no es tan sorprendente: "Pero si ya tiene una edad, ¿qué pretende, estar de fiesta toda la vida?".
La no maternidad en el espectro laboral
El libro Estereotipos de género en el trabajo, escrito por Maria Àngels Viladot y Melanie Caroline Steffens, recoge la conclusión de que "las madres se perciben como menos competentes y comprometidas con el trabajo que las no-madres y que los hombres con o sin hijos", por lo que hablan de la conocida como "pena de la maternidad".
El escrito indica que las mujeres sin hijos tienen hasta seis veces más probabilidades de recibir una recomendación para ser contratadas que quienes han sido madres.
Aquí entra en juego la percepción de que una madre, al asumir el cargo de las tareas domésticas y del cuidado de los niños, no se centrará tanto en el ámbito laboral.
Sin embargo, Irán Sosa quiere hablar de una de las consecuencias más comunes de no ser madre: el impuesto laboral por la no maternidad.
"Se asume que si no tienes hijos, no tienes que volver a casa y que te sobra tiempo para trabajar más. El impuesto a la no maternidad es entonces un impuesto al tiempo, como si no tuvieras que regresar a cuidar a tus perros, a tu pareja, o quizás tengas que cuidar de un adulto mayor, o como si no quisieras ir al cine, ver a tus amigas, o simplemente, pasar un tiempo de autocuidado. Las políticas corporativas no están diseñadas para garantizar ni el autocuidado, ni los cuidados de las personas (infancias, discapacitados, personas adultas mayores) ni otras existencias (plantas, perros, gatos, y un largo etc). Por ello es tan importante repensar tanto las políticas públicas, como las políticas corporativas, para que así den cabida al tema de los cuidados tanto para mujeres que son madres como mujeres que no lo son", explica a Magas.
Isabel Cortés añade otros contras. "El ostracismo laboral, que es la exclusión social por parte de colegas y personas de tu equipo de trabajo que no te invitan a ciertas actividades ni te hacen parte de ciertas conversaciones, porque no tienes hijos. Es en esos espacios en los que se forman vínculos que a la larga, pueden mejorar y fortalecer el ambiente laboral y el trabajo en equipo", asegura.
"Tampoco nos consideran para incrementos de salario, bonos, o incluso para promociones, con el argumento de que por no tener 'una familia' (es decir hijos, en la definición del término más mundana y general) no necesitamos más dinero o más oportunidades para crecer laboralmente. Se relegan nuestras solicitudes para darle prioridad a quienes son madres tan sólo con base en esa diferencia", comenta.
"Al final, todas estas consecuencias negativas señalan de nuevo la inferioridad percibida de una mujer que ha decidido no maternar, y es una forma de castigar nuestra decisión y de premiar a quienes sí cumplieron con el mandato de la maternidad por aportar algo a la sociedad", dice antes de hacer un alegato final.
"En realidad, la vida no está hecha para que todas las mujeres seamos madres. Hay algunas que querrán serlo a pesar de todo lo que ello implica, porque la maternidad no es fácil, y eso está bien. Otras decidiremos no hacerlo, por las razones que sea, y eso también está bien. La vida está hecha para que todos los seres humanos desarrollemos criterio propio con base en nuestras experiencias y conocimientos adquiridos, y tomemos decisiones que nos hagan felices. No está para seguir un mandato social que muchas veces, no resuena con quienes somos o queremos ser", concluye.