El día de la boda todo debe salir perfecto. Es la frase más usada por aquellas personas que acaban dando el paso. No se trata de una tarea fácil, ya que entran en juego muchos factores, y hay muchos elementos que hay que cuadrar: ropa, peinado, maquillaje, menú, fotos...
Para que todo salga a pedir de boca, hay planificar al dedillo. Por eso, no conviene dejarlo para última hora. Tampoco se trata de un camino fácil. ¿Cuántas parejas no han discutido, por ejemplo, por el número de invitados?
No es el único bache. Hay muchos más: la elección del lugar donde se llevará a cabo el enlace, el menú a poner a los invitados... Para que la boda no acabe estallando por los aires, nada mejor que planificar este largo proceso para no acabar abrumados y desesperados.
¿Qué hay que organizar primero?
Desde la reserva del lugar y la selección del vestido o del traje, hasta la planificación de la nueva de miel, hay que seguir un calendario para que, en el caso de haber fallos, se puedan realizar los ajustes pertinentes.
Así lo estiman desde Dewedd, que da una serie de recomendaciones para poder llegar al día de la boda sin estrés ni preocupaciones. Así, en lo primero que hay que poner ‘manos a la obra’ es el lugar y el catering.
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“Generalmente suele reservarse con 12 meses de antelación pero todo dependerá de lo solicitado que esté el lugar y de la fecha en la que se requiera dicha reserva”, explican desde la wedding planner virtual. Por eso, conviene tener en cuenta el número estimado de invitados y reservar el catering si no está incluido en el lugar de celebración.
¿Y cuál debe ser el segundo paso? El vestido y el fotógrafo. Hay que realizarlo con tiempo suficiente para realizar ajustes o encontrar el vestido perfecto. Sobre el fotógrafo, conviene que sea cuanto antes para asegurar su disponibilidad en la fecha elegida.
¿Cuándo hacer las invitaciones?
Más o menos, ocho meses antes del enlace. Lo mismo sucede con la planificación de la luna de miel. Las invitaciones debe realizarlas una empresa y luego hay que entregarlas. Y la luna de miel, o bien se deja en manos de terceros, o puede hacerse por tu cuenta. Cuanto antes se tengan los hoteles reservados, así como los billetes de avión o barco, por ejemplo, mejor.
Y seis meses antes del enlace conviene tener realizados los cursillos prematrimoniales (si la boda es religiosa) y tener prevista la música que habrá en la ceremonia y en la recepción. Los músicos también tienen su propia agenda.
El tiempo se sigue acercando: la prueba del menú, así como los detalles del look nupcial, convienen llevarlos a cabo cuatro meses antes. Y dos meses antes poner el foco en la decoración y la prueba de maquillaje.
En el esprint final (entre 15 y 30 días antes de la boda) hay que organizar las mesas y otros detalles pendientes. En este punto, desde Dewedd remarcan el siguiente punto: “Asegúrate de tener en cuenta las preferencias de tus invitados para crear un ambiente cómodo y agradable”. Personas que no se llevan bien, sentadas en la misma mesa, pueden ser un ‘cóctel molotov’ a punto de explotar y, por tanto, de ‘reventar’ el evento.
¿Y qué hacer el día antes? Desde la wedding planner virtual lo tienen claro: relajarse y disfrutar del momento. “Recuerda que lo más importante es el amor que compartes con tu pareja, y que el día de la boda será inolvidable independientemente de los detalles”, concluyen.