La primera ministra de Igualdad que tuvo España, Bibiana Aído, lleva tiempo sin ser una figura tan pública como lo fue cuando ostentaba la cartera durante el Gobierno de Zapatero. Pero cómo no salir a la palestra para apoyar a una compañera, a la que fuera su jefa de gabinete, una de esas feministas que estuvieron sosteniéndola cuando se enfrentó a los desafíos que supuso incorporar un ministerio para algo que debería darse por hecho, que hombres y mujeres somos iguales.

Por eso, durante la presentación del nuevo libro de Nuria Varela, autora del inconfundible Feminismo para principiantes (2005, Ediciones B), decidió acompañarla. Aunque, en realidad, la presentación de El síndrome Borgen (Sine qua non, 2024) no estuvo falta de buena compañía.

Y es que en la tarde del 11 de julio, varias decenas de mujeres —y algún que otro hombre— se reunieron en el madrileño Hotel Bastardo. Y todo para arropar a la activista feminista experta en igualdad y violencia contra las mujeres.

Ella, Varela, quien no necesita prácticamente presentación, dice Aído, publica un libro "necesario y provocador". Dos adjetivos que bien podría describir cualquier otra publicación de su docena de ensayos. Desde Íbamos a ser reinas. Mentiras y complicidades que sustentan la violencia contra las mujeres (2002, Ediciones) hasta este El síndrome Borgen. Aunque este, insiste la exministra, trata sobre violencia política, algo de lo que "en España se habla bien poco". 

Aído le pregunta a Varela qué ha cambiado desde aquel año 2002, con un siglo recién estrenado. "Ha cambiado todo; las primeras nosotras", responde tajante. Eso sí, reconoce que "hemos cambiado mucho, pero seguimos cometiendo los mismos errores". Y añade: "El feminismo se ha hecho muy grande; algunas cosas que ocurrían hace 20 años ya no ocurren, pero es cierto que tenemos nuevas violencias".

La digital, por ejemplo, es algo que hace dos décadas no era tan patente. La que sí estaba ahí, aunque no se nombrase, era la violencia política que, dice Varela, en el ministerio sufrieron "muchísimo". Y Aído matiza la definición de esta, que no es otra cosa que "una violación de los derechos humanos"

Violencia en el ministerio

La exministra también recuerda que, cuando ostentaba la cartera de Igualdad, la violencia política se la ejercían a ella como ministra, pero "la vivían todas las personas que formaban parte de su gabinete". Y lo hacían “muy mal”, incide Varela.

Por eso ella, con su libro, quiere animar a “las cabezas pensantes” que estaban reunidas en su presentación a “hacer las cosas de otra manera”. E insiste en que es muy necesario “incorporar a la conversación sobre la violencia política”. Y, sobre todo, ir juntas en la lucha. Porque, recuerda, “vamos de una en una y nos están matando de una en una”. Y ahí radica el problema.

Varela insiste en que "el fallo del sistema es el apoyo entre nosotras". Y por eso reclama: "Ya está bien de no saber llegar juntas, tenemos que apoyarnos y hacer política feminista juntas. En España tenemos mucho que hacer; tenemos que empezar a hacer políticas de igualdad. Porque la derecha se las ha llevado hacia las familias y la izquierda hacia la identidad".

Tanto Aído como Varela indican que la falta de presupuestos para igualdad es un gran hándicap. 

Masculinización de la política

“A la política se viene llorada”, recuerda Aído haciendo memoria de esa frase que escuchó más de una vez. Y hace referencia a la “masculinización de la política” de la que habla Varela en su libro. Que no es otra cosa, incide la exministra de Igualdad, que una consecuencia directa de la “masculinización de la sociedad”.

Algo que, asegura Varela, se ve a la perfección en cómo "ha habido 8 asesinatos en una semana y la sociedad no se ha conmocionado". Eso, incide, sucede porque "hemos normalizado un discurso supremacista", dice haciendo referencia a la narrativa machista.

Además, añade, "todo lo que se masculiniza se hace más violento". Varela pone un ejemplo: las quejas y críticas a los conciertos en Madrid de Taylor Swift frente a la tolerancia a los forofos del fútbol. Poner el foco en las swifties y no en los futboleros tiene mucho que ver, insiste, en esta masculinización de la sociedad.

Y como madre de un adolescente, dice Varela, es consciente de cómo a los chavales les llegan esos mensajes violentos a través de las redes sociales. Esos mismos que se reproducen una y otra vez en medios de comunicación. Por eso, Varela admite que cuando estos mensajes se extienden como la pólvora es importante que “pongas la mano en el fuego las unas por las otras”.

El libro

El síndrome Borgen, como su propio nombre indica, se inspira en la serie danesa de 2010, Borgen, que narra el auge y caída de la primera mujer en convertirse en la primera ministra de Dinamarca. La elección no es baladí: como explica Varela, esta ficción televisiva retrata a la perfección las dificultades con las que se topan —y se enfrentan— las mujeres cuando alcanzan el poder político.

Este libro, le contó a ENCLAVE ODS | EL ESPAÑOL en una entrevista, surge “a través de constatar que hay una realidad que no coincide absolutamente en nada, que es muy discrepante, con los discursos oficiales”. Y lo explicaba: “Hay un discurso político, mediático, social… que dice que cada vez hay más mujeres en posiciones de poder, que hay mujeres en todas partes”.

A Varela, que es “fan” de los indicadores y los números, este mensaje le hacía torcer el gesto. Por eso se puso manos a la obra y comenzó a comparar datos. Y cuando lo hizo, se dio cuenta de que la realidad es “justo la contraria”.

Crítica a la posmodernidad

En El síndrome Borgen, Varela habla de ese posfeminismo, como explicó a ENCLAVE ODS, del que “no hay mucho consenso” sobre su definición. Pero ella lo sintetiza diciendo que es “todo ese feminismo que ha nacido de mano de la postmodernidad”. Y, matiza, que, al mismo tiempo, “la posmodernidad ha nacido de mano del neoliberalismo”.

De ahí que durante la presentación de su libro bromease diciendo que "de la feria de la posmodernidad siempre se sale por la tienda de regalos". Por ello, insiste, "la posmodernidad no es compatible con el feminismo".