El mes de julio ha llevado a millones de españoles a disfrutar de sus esperadas vacaciones de verano. Según los datos del reciente Informe de Temporada de ObservaTur, el 29% de los españoles que viajarán este verano comenzó sus vacaciones el pasado 1 de julio. Además, el informe ha arrojado que siete de cada diez viajeros nacionales tomará entre una semana y 15 días de vacaciones y tres de ellos viajarán solo durante siete días.

A pesar de que muchas personas asocian el verano únicamente a la playa, lo cierto es que hay muchas localidades de interior que son una gran opción para hacer una escapada durante estos meses. Una de ellas se encuentra en Navarra, a tan solo media hora de su capital. Se trata, nada más y nada menos, que de Olite, una ciudad presidida por un castillo medieval de película.

La atracción principal de la villa es precisamente esta fortificación. Inicialmente, fue construida para albergar a los reyes de Navarra, de ahí que reciba el título de Palacio Real de Olite. Se comenzó a construir en el año 1402 y tardó solamente 22 años en terminarse. Además, es importante destacar que fue un encargo del rey Carlos III el Noble, quien era de origen francés y así lo reflejó en la arquitectura gótica el edificio. 

Vista aérea del castillo de Olite. iStock

El castillo estuvo casi durante un siglo en reconstrucción, ya que en 1813 sufrió un incendio que destruyó gran parte de su belleza. Sin embargo, no fue hasta principios del siglo pasado cuando el público pudo volver a admirarla tal y como era en un principio. 

Dentro de él puede accederse a lo que anteriormente fueron las estancias del rey de la reina. Al subir por su escalera de caracol, se puede visitar la torre de las Tres Coronas, la del Homenaje y la de La Atalaya, que tiene un impresionante mirador desde el que puede verse todo el pueblo. La entrada tiene un coste de 3,50 euros. 

El castillo se construyó después de que el palacio que ya había en la villa se quedara pequeño para albergar a la corte. El primero es el Palacio Viejo o Palacio de los Teobaldos. En los años 60 se transformó en un Parador Nacional. 

A pesar de ello, estos no son los únicos atractivos turísticos de la villa. También se encuentran otros como la iglesia de Santa María la Real y la de San Pedro, cuya aguja sobresale entre el resto de edificios de Olite. Otra opción es pasear por la plaza de Carlos III, situada muy cerca del famoso castillo.

Foto de archivo de Olite con el castillo al fondo. Reuters

De hecho, es precisamente en esta plaza y en sus alrededores donde se encuentran un gran número de bares y restaurantes en los que comer. Por ejemplo, uno de ellos es La Merindad, que está especializado en cocina tradicional navarra. Entre sus propuestas principales, se encuentra una selección de verduras frescas de temporada, carnes como el cochinillo deshuesado o su gran carta de vinos.

Capital del vino navarro

Olite es una gran alternativa para los aficionados al enoturismo. Precisamente, allí se encuentra el Museo del Vino. Este está situado en el edificio en que anteriormente era conocido como el palacio del Santo Ángel, en la plaza Teobaldos. Allí se realiza un recorrido por la tradición vinícola de Navarra y el proceso de elaboración de algunos de sus productos.

Por ello, la visita no estaría completa sin pasar por una de sus bodegas. Las más emblemáticas son las de Marco Real, Ochoa, Pagos de Araiz y los Cosecheros de Olite. 

La de Pagos de Araiz es una de las más características. Se encuentra a las afueras de la ciudad y su visita tiene una duración de entre una hora y media y dos. Además de un recorrido por sus instalaciones, también incluye una cata de tres de sus vinos, la entrada a su exposición de arte y degustación de sus productos.

Otra opción es la bodega de Marco Real. Dentro de ella puede visitarse una de sus estancias más innovadoras: la Sala de los Aromas. Allí, su público puede ponerse en la piel de un sumiller y se les da la posibilidad de apreciar de una manera educativa hasta 46 olores de sus diferentes productos.

Pagos de Araiz

Existen dos posibles recorridos para conocer estas instalaciones. El primero de ellos, incluye la cata de 3 vinos y tiene un precio de 18 euros. Si se busca una experiencia más extensa, la segunda opción da la oportunidad de probar hasta cinco. Esta última también ofrece un surtido de embutidos. Todo ello por 25 euros.

Olite es una combinación perfecta entre el turismo histórico, con toda su tradición medieval, y el gastronómico. Esto convierte a la villa en una gran alternativa para este verano, estando alejada de las aglomeraciones que se vivirían en un lugar costero. Además, en sus alrededores se encuentran otros puntos de interés como el castillo de Javier, la iglesia de Santa María de Ujué (o Uxue) o el monasterio de La Oliva.