Con el verano llamando a la puerta y a tan solo unos días de decir que ya está aquí, es habitual que miles de pensamientos pasen por nuestra cabeza. Tenemos que quitar el edredón, hacer el cambio de armario, pero también, pensar en todos esos planes que ahora podemos permitirnos gracias a los meses más calurosos del año, como la playa o la piscina.

Aunque haya quienes estén pensando en dónde poner su sombrilla en la playa desde los primeros meses del año, hay otros que simplemente quieren hacer algo diferente o, quizás, conocer todas esas pequeñas joyas ocultas en España para poder disfrutar en tranquilidad y olvidarse del ajetreo diario.

Uno de esos lugares se encuentra en la Comunidad Valenciana, una pequeña aldea conocida en Europa por los amantes de la escalada, que se descuelgan por sus imponentes paredones de piedra caliza, pero que para los valencianos es prácticamente desconocido: Chulilla, en especial, su Charco Azul.

El pueblo de Chulilla

En la comarca valenciana de Los Serranos y a 60 kilómetros de la capital, Chulilla fue una aldea medieval situada en un territorio que está vertebrado por el río Turia, y él ha sido el que ha marcado toda su evolución histórica, cuya belleza es tan solo una parte de todo lo que alberga en su interior.

Con la arquitectura tradicional y sus calles estrechas, empinadas y empedradas, con casitas de color blanco predominante, Chulilla es una aldea capaz de transportar a los visitantes a otra época. Especialmente, gracias a su increíble castillo, de origen musulmán y encaramado a la montaña, desde el que conseguimos unas vistas del cañón del río Turia, en cuyas paredes son conocidas por todos los escaladores de Europa.

Además de la escalada, el pueblo de Chulilla es una opción excelente para los amantes del senderismo, que pueden disfrutar de caminos como la ruta de los puentes colgantes, un sendero con el que disfrutar de la naturaleza y de la belleza de sus paisajes desde las alturas.

Conocido también en valenciano como Xulella, este municipio con menos de 700 habitantes puede presumir de ser una de las joyas geográficas desconocidas en España. Que no solo cuenta con una historia narrada entre sus calles y actividades para los más aventureros, sino que podemos disfrutar de lugares más tranquilos, pero igual de especiales, como El Charco Azul, una ubicación de película.

El Charco Azul, Chulilla

El Charco Azul de Chulilla no es más que el final de una increíble ruta de senderismo, que tiene como punto de partida la plaza mayor del pueblo, plaza de La Baronía, que da nombre a la antigua Baronía de Chulilla, instituida en 1274. Desde aquí dejamos el núcleo urbano atrás y llegamos hasta El Cañón del Turia.

El Cañón del Turia es uno de los parajes más bonitos y al mismo menos conocidos de la Comunidad Valenciana. Con una longitud aproximada de unos 4 kilómetros y paredes rectas formadas por la erosión del río, que se ha convertido en un punto de interés gracias a su espectacular mirador.

Desde la Plaza de la Baronía ya encontramos las indicaciones que nos muestran como llegar hacia el Charco Azul, por lo que la llegada al Cañón es la primera parte de la ruta. Tenemos que bajar hasta llegar al río y a la derecha, encontramos un sendero junto a la canalización de agua para producir energía hidroeléctrica.

Una vez abajo, nos vamos a encontrar una pasarela de madera, que nos llevará hasta la ubicación más deseada de quienes acuden, el Charco Azul, un pequeño embalse de agua situado al pie de las impresionantes paredes rocosas del Cañón del Turia, en un punto donde el estrechamiento del barranco es espectacular.

Su nombre podría hacer alusión al color de su agua, azul turquesa, principalmente a primera hora del día cuando el sol impacta sobre él; sin embargo, es una transformación del término árabe azud. Y es que, tal y como cuentan desde Escapada Rural, aunque parezca algo creado por la naturaleza, está construido por el hombre.

En el siglo XII los musulmanes que vivían en Chulilla construyeron una presa en el cauce del río Turia que les permitiera regar las huertas de los alrededores del pueblo. Si miramos con atención, en la zona del pozo se pueden ver los restos de algunos canales.

El Charco Azul era el pequeño secreto de los vecinos de la zona, donde se refrescaban en verano y disfrutaban en tranquilidad; sin embargo, la belleza de la naturaleza ha hecho que más personas lo conozcan. Sobre todo por su pasarela de madera, por la que se puede caminar hacia el interior de la piscina natural de agua turquesa.

Con el paso de los años se ha convertido en un lugar perfecto para bañarse, en el que, a pesar de sus diferentes usos, el baño en el Charco Azul de Chulilla es completamente seguro, ya que las aguas siempre están en calma. 

El río que atraviesa la zona es perfecto para diferentes actividades, donde podemos disfrutar del entorno de aguas cristalinas. El Charco Azul cuenta con instalaciones para adaptar la visita a familias y grupos de amigos, con áreas de pícnic, zonas de descanso y aparcamiento cercano.