Elisabeth Arrojo nació para ser médica. Lo llevaba en el alma. Aunque más bien habría que decir que nació para ser curandera, en el sentido más propio de la palabra, o sanadora. Mientras a su alrededor, sus amigos y amigas arreglaban coches o educaban sus juguetes en aulas imaginarias; ella se dedicaba a hacer mezclas con piedras, arena y hierbas para curar a sus muñecos: "A mí me gustaba arreglar personas", reconoce.

Ahora, sus "pócimas" buscan conseguir sanaciones más reales, trascendentales, algo que le suponga un reto. Por eso eligió como especialidad la oncología, un campo donde la innovación es imprescindible para que los tratamientos ganen batallas, para que sean efectivos contra una enfermedad que "aumenta de forma exponencial y va a seguir aumentando".

"La gente piensa que el cáncer le toca por su herencia, pero más del 40% de los casos se puede prevenir con los hábitos de vida. Más de la mitad están relacionados con la mala alimentación, el estrés, la obesidad... ", insiste presentando un espejo delante de una sociedad que ve esta enfermedad casi como una maldición más que como una causa/efecto del estilo de vida.

Una de las nuevas tecnologías que tiene en la clínica Inmoa la doctora Arrojo. E. E.

En realidad, esta asturiana podría haberse dedicado a lo que hubiera querido. Número 1 de su promoción en la Universidad de Navarra, confiesa que con 14 años ya se había empapado el libro del primer cirujano cardiovascular en realizar un trasplante cardiaco, Christiaan Barnard, que andaba por su casa.

"Tensión era un libro apasionante donde contaba cómo unía los vasos sanguíneos para poder trasplantar el corazón. Mientras lo leía, pensaba que eso es lo que quería hacer en la vida", dice.

Ya con la bata blanca, su carrera se ha llenado de retos y premios, casi en la misma proporción: Premio Nacional de Medicina en Oncología, Premio Europeo de Medicina en Oncología durante dos años, Premio Médico del Año, Persona Extraordinaria en las Ciencias en EEUU... 

La doctora Elisabeth Arrojo en su clínica Inmoa. E. E.

Entre investigación e investigación, saltaba del Hospital Universitario Marqués de Valdeilla en Asturias a coordinar el prestigioso centro 21st Century Oncology o a trabajar en el Hospital Universitario de Los Ángeles o en el de Pensilvania. Eso sí, siempre dando un paso más en su empeño por curar el cáncer.

"En España, cuando quieres hacer cosas nuevas, el sistema pone muchas dificultades porque la propia carga asistencial en los hospitales hace que no tengas tiempo. En EEUU, es más fácil. Si tienes una idea salen proyectos. Yo tenía unas horas solo para investigar dentro de mi contrato y la obligación de publicar. Aquí lo que hagas, tiene que ser siempre en tus ratos libres", lamenta Arrojo.

Después de haber trabajado en ambos lados del charco, Elisabeth sabe que algunas terapias llegan a nuestro país con 20 años de retraso, aunque esa no es la única desigualdad que le saca de quicio: "En España no tenemos los mismos tratamientos en todos los hospitales y como oncóloga sientes mucha frustración. No hay las mismas opciones en Madrid que en Asturias y esto es muy grave por no poder dar a todos los pacientes lo mejor".

Oncotermia

Esta experta en oncología sabe que hay palabras que han ido asumiendo cargas muy pesadas a lo largo de estos años y que determinan nuestra relación con ellas. Pasa con "oncólogo" o "cáncer". Casi todos podemos recordar cuándo fue la primera vez que la oímos. "Yo tendría 14 o 15 años y era la prima de mi madre quien estaba enferma. Pensé que debía ser algo muy grave porque todo el mundo estaba súper angustiado", confiesa.

La palabra, y la enfermedad, se volvería todavía más cercana para Elisabeth Arrojo, incluso le tocó en sus propias carnes. Pero en ese camino también se ha cruzado con otros términos, con áureas más positivas como prontonterapia, oncotermia o hipertermia.

La oncóloga Elisabeth Arrojo. E. E.

Arrojo ya había investigado en Asturias un nuevo sistema para conseguir rebajar de siete semanas a una las sesiones de quimioterapia que recibían las pacientes de cáncer de mama, siendo igualmente efectivo el tratamiento. Fue una técnica pionera que le abrió las puertas del cielo, Estados Unidos, donde ha perfeccionado esta forma de abordar el cáncer.

Sin embargo, fue de nuevo su necesidad de ser sanadora la que le hizo abrir una clínica en Madrid, Inmoa, y empezar a predicar insistentemente sobre el valor de la oncotermia como una alternativa real para muchos pacientes. Una alternativa de vida.

"Yo estaba metida en esto cuando a mi madre le diagnostican un melanoma en la mejilla. Parecía que todo iba bien, pero después de cuatro sesiones de inmunoterapia casi se muere por los efectos secundarios. Se quedó sin opciones de tratamiento y decidí combinar radioterapia a dosis bajas con oncotermia. Fue una necesidad y de no tener opciones en marzo de 2019, cinco años después, está viva y libre de la enfermedad", explica.

Pero ¿qué es la oncotermia o hipertermia con la que trabaja Arrojo? "Se trata de calentar los tumores, que tienen vasos sanguíneos muy frágiles que desarrollan para crecer, para abrirlos y que los tratamientos que viajan por ellos lleguen mucho mejor y con más oxígeno. Así, la radioterapia es más eficaz. Además, al calentar las células malignas se las enseñamos al sistema inmune y lo estimulamos", señala de una manera tan sencilla que resulta apabullantemente lógica hasta para los que no manejamos el lenguaje oncológico.

Elisabeth intentó desarrollar este sistema en un hospital público. La respuesta fue positiva y parecía que iba a ser viable, pero la burocracia en la Seguridad Social se alargaba y se alargaba y a su madre no le quedaba tiempo: "Trabajaba en Santander, vivía en Asturias porque mi madre estaba allí y abrí en Madrid para tratarla. Lo hice todo por necesidad".

"En el cáncer, esto de voy al médico y que me cure, no funciona. Hay que tomar parte activa en el tratamiento"

Mucho se ha hablado estas semanas de terapias nuevas, diferentes o alternativas en las que lo emocional o la alimentación sustituían en parte a tratamientos tradicionales como quimioterapia o radioterapia. 

El debate lo ha abierto la actriz Elle Macpherson que reveló que había sufrido un cáncer de mama que fue tratado desde un enfoque holístico, con terapias alternativas. La doctora Arrojo no quiere que la confusión que suele acompañar a esta enfermedad, donde muchas veces no se habla claro ni por parte de los médicos ni por parte de los pacientes, altere años de investigación y se mezclen términos.

"Ella reivindica un abordaje integral, que nosotros también hacemos, porque la parte emocional es superimportante como la alimentación, el ejercicio físico... Y lo creo en base a evidencias científicas, ya que, en Estados Unidos, muchos hospitales de los importantes tienen unidades de medicina integrativa para el cáncer. Pero hay que hacer el tratamiento que hay que hacer y decir que evitar una quimio es seguro, es bastante arriesgado", advierte.

Rechazando la mayor, esta doctora sí quiere que cale algo del mensaje de la modelo y es cómo afecta la parte emocional a su desarrollo y que cómo te enfrentas a la enfermedad es clave.

"Esto de voy al médico y que me cure, no funciona. Hay que tomar parte activa. Sé que es muy difícil porque en esos momentos estás derrotado anímicamente, físicamente mal, pero es cuando tenemos que poner de nuestra parte en alimentación, ejercicio, gestión emocional... A día de hoy casi el 60% de los casos de cáncer se cura y los que no, se cronifican en el tiempo y hay que transmitirlo porque si bajamos el estrés, el cortisol baja y el sistema inmune va a responder mejor", asegura.

Para quienes creen que estas terapias son más del futuro que del presente, Arrojo insiste en que ya se pueden usar en España y en todos los tumores sólidos, aunque lo que más le emociona de la oncoterapia que practica en Inmoa es que es la base de las nuevas investigaciones por el efecto en la estimulación del sistema inmune al calentar las células.

"La cura del cáncer está en nuestro sistema inmune, en estimularlo para que sea el que elimine esas células malignas", dice. Al final, la respuesta más definitiva al cáncer, como muchas cosas, sí va a estar dentro nosotros mismos.