El corazón de la biblioteca madrileña del Marqués de Valdecilla se trasladó por un momento a Afganistán. Con motivo del Día de las Escritoras, la Asociación Colegial de Escritores de España ha querido homenajear a las mujeres pastunes con un acto que se llevó acabo el martes 15 de octubre en el que se leyeron durante más de una hora los poemas recogidos en el libro El suicidio y el canto, un recopilatorio de textos escritos por afganas recogidos por Sayd Bahodin Mahruh y traducido al castellano por la poeta Clara Janés.
El acto, conducido y organizado por las autoras Pepa Roma, Ana Rossetti y Fanny Rubio, contó con la intervención de Khadija Kamin, periodista y activista afgana que acudió en representación de las mujeres pastunes en España. Junto a ella, numerosas escritoras españolas que participaron en la lectura.
Entre ellas, Marga Clarck, Lourdes Ventura, Mara Malibrán, Elvira Menéndez, Carmen Peire, Eugenia Rico, Georgina Cisquella, Mercedes Deambrosis, Asunción Fernández, Milagros Álvarez de Gortari, Marianela Tezi, Nares Montero, Diana G. Bujarral, Aurora Alcrudo de Andrés, Asunción Caballero, Nuria Suárez, Isabel Miguel, Estefanía Rodero, Paula Izquierdo, Luisa García Ochoa, Alicia Villar y Julia Barella.
Un canto de repulsa
Esta veintena de mujeres unió sus voces en un canto de repulsa hacia el régimen talibán bajo el que viven atrapadas miles de mujeres en Afganistán: "Ahora más que nunca no nos podemos olvidar de las mujeres afganas. Nosotras seremos hoy su voz ahora que ya no la tienen".
Hace menos de un mes que los talibanes ratificaron una nueva ley de moralidad por la que se prohíbe el sonido de la voz de las mujeres en los espacios públicos y que sus rostros sean visibles por la calle, por lo que tendrán que hacer uso de un velo integral de uso obligatorio. Pero, a pesar de las prohibiciones, son muchas las valientes que hacen frente a los talibanes y, en modo de poesía, mandan su más enérgica condena desde allí.
Aunque no son sus voces las que pueden elevarse, tanto las mujeres autoras como las que allí se encontraban escuchando tenían sus pensamientos en ellas, en aquellas a las que "antojan libres, sin ataduras, y que ojalá no tengan que seguir padeciendo el sufrimiento al que las someten".
La lucha de Khadija
Los 30 años de la joven periodista afgana Khadija Amin, afligida madre de tres niños, parecen muchos más por la magnitud de las experiencias propias e históricas que le han tocado vivir, que todavía pesan y hieren.
A la que fuera el rostro del telediario matinal de la Radiotelevisión Pública de Afganistán (RTA), la caída de Kabul a manos de los talibanes aquel funesto 15 de agosto la encontró fuera de la redacción, haciendo un reportaje. Mientras, el pánico se apoderaba de las gentes y las calles porque el reflejo del pasado, el Emirato Islámico, estaba de vuelta con su política del terror. Muchos de sus colegas de profesión y su madre le insistieron en que abandonase el país.
Encontró un salvoconducto con el Ministerio de Defensa: fue una de las 2.400 personas que aterrizaron el 23 de agosto en Torrejón de Ardoz (Madrid). Desde aquellos días no puede ver a sus hijos ni hablar con ellos. Es la condena que impone un marido que no acepta el hecho de que Khadija viniera como refugiada a España. Tampoco ha querido la misma condición para sí mismo ni los pequeños.
Víctima de un matrimonio forzoso y superviviente de continuos malos tratos, quiso hacer una breve, pero dura intervención en un acto de solidaridad con las mujeres afganas que no tuvieron la suerte de escapar del yugo talibán.
"Me emociona encontrar tanta respuesta en las mujeres españolas. Yo tenía 19 años cuando mi hermano me amenazó de muerte si no me casaba con el hombre que luego fue mi marido, al que conocí la noche de la boda, y sé que es una realidad difícil de entender. Mientras leíais los poemas he recordado el amor que siempre ansié de mi marido y que nunca llegó, y quiero reivindicar para que a las mujeres nunca les pase lo que me pasó a mí. Necesitan nuestra ayuda y seguiremos luchando", sentenció entre lágrimas al finalizar el acto.