Publicada
Actualizada

Elegir es complicado en casi cualquier aspecto de la vida, pero cuando estamos planeando una escapada para desconectar y disfrutar sin salir del país, la decisión se vuelve más complicada aún. Solo en España tienes para elegir entre 8.000 localidades, a cada cual más bonita y diferente.

Si estás buscando uno de esos pueblos que parecen sacados de un cuento, tan solo tienes que desplazarte a la provincia de Huesca, para encontrarte en el lugar perfecto: Lanuza.

Este pequeño municipio, situado en el corazón del valle de Tena y rodeado por los majestuosos Pirineos, con sus casas de piedra, tejados de pizarra y un embalse que lo rodea, es uno de esos lugares que dejan una huella imborrable en la memoria de quienes lo visitan.

Para llegar hasta Lanuza, la mejor opción es hacerlo en coche. Desde Huesca, se puede tomar la carretera A-136 en dirección a Sallent de Gállego, y antes de llegar al pueblo, se encuentra el desvío hacia la localidad oscense.

La belleza del recorrido por el valle de Tena hará que el viaje sea tan memorable como el destino. Una vez allí, la belleza y encanto del lugar conseguirá que te olvides de cualquier preocupación y comiences a disfrutar de Lanuza desde el primer minuto.

Un pueblo con historia

Lanuza tiene una historia larga y fascinante que se remonta al siglo XIII. Durante siglos, este pueblo vivió de la agricultura y el pastoreo, pero en 1976, la construcción del embalse de Lanuza cambió su destino.

Los habitantes fueron desalojados y el pueblo quedó deshabitado durante más de una década. Sin embargo, a principios de los años 90, antiguos propietarios y sus familias regresaron para repoblar el lugar y devolverle su esplendor.

Pueblo de Lanuza, Huesca. iStock null

Hoy, Lanuza no solo es un ejemplo de resiliencia, sino también de belleza arquitectónica. Sus casas de piedra y sus calles empedradas conservan ese aire montañés tan característico de la región, mientras que la naturaleza que lo rodea, con el embalse y las montañas como protagonistas, lo convierte en un lugar idílico.

El embalse de Lanuza

El embalse de Lanuza es, sin duda, uno de los principales atractivos del pueblo. Las cristalinas aguas del río Gállego rodean el pueblo, ofreciendo una estampa de postal que parece sacada de una película.

Este caudal, además de aportar belleza, también es el escenario perfecto para diversas actividades acuáticas, como la pesca y el piragüismo. Además, durante el verano, el embalse se transforma en un escenario flotante para el famoso Festival Pirineos Sur, donde artistas internacionales ofrecen espectáculos musicales únicos.

El valle de Tena

Lanuza está ubicado en el valle de Tena, uno de los parajes más espectaculares de los Pirineos aragoneses. Este valle, rodeado de montañas que superan los 3.000 metros de altura y con ríos y lagos de origen glaciar, es un destino ideal para los amantes de la naturaleza y el senderismo.

Una de las rutas más recomendadas es la circular por el valle de Tena, que comienza en el propio Lanuza. Esta ruta, de aproximadamente 6,5 kilómetros, es apta para todos los niveles y ofrece vistas impresionantes del valle.

Embalse del río Gallego a su paso por Lanuza, Huesca. iStock null

Una de las posibilidades que ofrece y que más gusta a todos es adentrarse en frondosos bosques y llegar a miradores desde donde se pueden contemplar los picos de los Pirineos. La tranquilidad que se respira en este recorrido y las vistas panorámicas cautivan a cualquiera que llegue hasta aquí.

Qué ver en Lanuza

Entre los monumentos más destacados de Lanuza se encuentra la iglesia de El Salvador, construida en el siglo XIX sobre las ruinas de una antigua iglesia románica. Este templo fue reconstruido tras haber sido destruido en la guerra de la Independencia.

Hoy en día alberga diversas obras de arte, como el crismón de su portada o un relicario de plata del siglo XVI que guarda las reliquias de Santa Quiteria, la patrona del pueblo.

Paseo alrededor de Lanuza. Aragón null

Pasear por las calles de Lanuza es una experiencia en sí misma. Sus estrechas avenidas empedradas, sus casas de piedra y los pequeños comercios que se alinean a lo largo del camino reflejan la esencia de las villas pirenaicas.

La sensación de estar en un lugar donde el tiempo parece haberse detenido es algo que no se puede describir, sino sentir, tal y como declaró el propio cantante internacional, Ricky Martin, al visitar Lanuza: "Siempre viví enamorado de España, pero esta vez me tiene hechizado".