El interior de España es un abanico de posibilidades para disfrutar de una escapada adaptada a tu estilo de vida, especialmente si eres un amante de la historia de nuestro país y en esta ocasión quieres alejarte de los destinos turísticos más concurridos.
Sumergirse en la autenticidad y diversidad cultural de este destino que te proponemos, conseguirá que te embarques en unos de los viajes más especiales que hayas realizado últimamente. En la provincia de Cáceres se encuentra uno de los pueblos más bonitos y con más historia del país.
Tan solo conociendo que está limitado por el Valle del Jerte, La Vera, Monfragüe, Valle de Valle de Alagón, Valle de Ambroz y Trasierra-Tierras de Granadilla, puedes imaginar la belleza que rodea a este incomparable lugar. No es de extrañar el significado que su fundador, el rey Alfonso VIII de Castilla dio a este histórico enclave: Ut placeat Deo et hominibus ("para agradar a Dios y a los hombres"). Así es Plasencia.
Su impresionante patrimonio arquitectónico, fruto de su pasado medieval y renacentista, su exuberante naturaleza que la rodea y su auténtica gastronomía conseguirán que tu viaje a Plasencia se convierta en toda una experiencia sensorial.
Tan solo a 80 kilómetros de la ciudad de Cáceres, Patrimonio de la Humanidad, este destino se erige como imperdible combinando la tradición y la modernidad, garantizandote una visita de lo más enriquecedora.
El único pueblo con dos catedrales
Lugar histórico de asentamiento de romanos y árabes, existen pruebas aún visibles, como restos de cerámica, de que el pueblo cacereño también estuvo habitado en la Prehistoria.
Plasencia fue conquistada y repoblada en el siglo XII por las tropas cristianas de Alfonso VIII, convirtiéndose a partir del siglo XV, en la ciudad de todos los nobles de la región, dando lugar a una arquitectura palaciega, enclave de casoplones, palacios e iglesias de importante reputación.
Destaca el Palacio de los Monroy o el de las dos Torres, donde se alojaron ilustres personajes tan emblemáticos como Fernando el Católico o Pedro de Alcántara. Pero también otros como el Palacio de los Marqueses de Mirabel o el de Carvajal-Girón que nos descubrirá la arquitectura propia del pintoresco extremeño.
Podrás apreciar su trazado medieval a través de los restos de murallas, torreones y puertas (hay siete en total) como la del Sol y el postigo de Santa María. Su Plaza Mayor, epicentro de la vida urbana de la ciudad, donde se encuentra la sede del Ayuntamiento, es escenario de su principal celebración, declarada Fiesta de Interés Turístico, el Martes Mayor.
Cualquier rincón de Plasencia llama la atención. No obstante, son sus dos catedrales, la Vieja y la Nueva, las que albergan gran parte del protagonismo de la ciudad. La Catedral Vieja comienza a construirse en el siglo XIII, aunque se puede apreciar un claro estilo románico, mucho después de haber comenzado esta vertiente europea, debido a la situación fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes que conseguían retrasar cualquier vertiente artística.
La Catedral Nueva está más identificada con elementos góticos y renacentistas que se pueden apreciar en su coro, bóvedas y portadas platerescas. Del siglo XV, este templo catedrático está levantado por los mejores arquitectos, canteros y escultores de la época. Una de las mayores curiosidades que destaca de ella son las primeras representaciones de tauromoquía a pie que se pueden apreciar en su interior.
Un convento convertido en Parador
En el corazón de la ciudad, se yergue majestuoso el antiguo Convento de San Vicente Ferrer, del siglo XV, hoy el Parador de Plasencia. Construido bajo las órdenes de los duques de la villa, los Zuñiga y Pimentel, este impresionante edificio de techos abovedados y muros de piedra es una de las mayores delicias donde poder hospedarse.
De estilo gótico "tardío" y elementos renacentistas, el parador conserva su esencia original, destacando el artesonado del claustro bajo, el púlpito del refectorio, múltiples restos de pintura en sus muros o un increíble friso de azulejos del siglo XVI. Pero si algo conseguirá maravillarte es su escalera volada de 1577, una de las más bonitas de toda España.
Sin duda, uno de los rincones más especiales y relajantes del Parador de Plasencia lo encontrarás en la antigua bodega del convento, hoy en día convertido en un bonito bar para disfrutar de tus veladas más especiales del viaje.
Convencidos de que estas pocas pinceladas habrán bastado para ir mirando el calendario y comenzar a organizar tu escapada a Plasencia (está a poco más de horas desde Madrid), esta joya conocida como "la perla del Valle del Jerte" aguarda un sinfín de sorpresas más que no puedes perderte como su acueducto del siglo XVI o el Mirador de Sorolla, lugar que el propio pintor tomó como representación de Extremadura.