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España es el destino favorito de millones de turistas desde hace años. Son muchos los motivos que lo corroboran, su cultura, su buen tiempo, la gastronomía y, en especial, su dimensión y la increíble geografía de la que presume. Nuestro país cuenta con casi 8.000 kilómetros de costa; sin embargo, según los datos, el turismo rural ha crecido considerablemente en los últimos años.

Con más de 8132 municipios, es normal que en España el turismo rural se haya convertido en una alternativa a la tradicional forma de turismo de masas. Con su riqueza natural, paisajística y cultural, la visita de pequeños pueblos se ha convertido en un entorno codiciado para quienes buscan escapar del ajetreo de la vida urbana.

A pesar de que en muchas ocasiones resulte complicado encontrarlos para poder hacer una escapada, hay quienes lo hacen por nosotros, como es el caso de National Geographic, que cada tiempo determinado nos descubre joyas que, para millones de personas, son desconocidas. Una de las últimas es Aínsa, un pequeño pueblo con menos de 3 mil habitantes que se encuentra en Huesca y que encierra en su interior calles medievales, ríos y montañas que parecen estar atrapados en el pasado.

Aínsa, Huesca

Aragón es la cuna de los aficionados al arte medieval. Es inspiración para los artistas, y el albergue de algunos tan relevantes no solo en España, sino en todo el mundo. Si nos vamos hasta el norte, encontramos el pequeño pueblo de Aínsa.

Una joya escondida en la confluencia de los ríos Ara y Cinca, que fue catalogado como Conjunto histórico-Artístico en 1965, con la Iglesia de Santa María (del siglo XI) y su castillo que destaca en la categoría de Monumento nacional desde 1931.

Lo cierto es que en el Pirineo aragonés es habitual ver de este tipo de elogios a la belleza rural, cuyas casas están construidas en piedra. Su casco antiguo, que parece haberse detenido en el medievo, además de sus calles llenas de encanto, ha sido lo que ha llevado a la revista de investigación a catalogarlo como uno de los puntos más bonitos de España.

Este pueblo de Huesca alberga un casco histórico y un castillo medieval de estilo románico. Esta fortaleza es lo primero que vamos a ver nada más llegar, ya que son las primeras vistas al cruzar el puente que conecta el aparcamiento con el casco.

Está situado en un extremo de la famosa Plaza Mayor y en la actualidad presenta un estado de ruina, aunque conserva partes de su muralla y algunas torres que nos permitirán viajar hasta el pasado.

Sin movernos mucho, el punto decisivo de esta villa medieval es esa misma Plaza Mayor. Es el escenario de una curiosa recreación conocida como La Morisma, una recreación que conmemora la victoria del rey García Ximenez sobre el ejército sarraceno, "gracias" a una cruz de fuego que prendió de forma milagrosa y llenó de coraje a los cristianos. Todo el pueblo está rodeado de historia y allá donde vayamos, podremos disfrutar de ella.

La iglesia no puede faltar en un pueblo de esta talla. De estilo románico, data del siglo XII y está considerada como uno de los mejores ejemplos del románico del Alto Aragón. Sin embargo, cada pequeño rincón de Aínsa es digno de contemplar, ya que parece estar construido hace miles de años, y todavía hay quienes dudan de cómo se mantiene con tanta belleza.

Cuentan con diferentes fiestas tradicionales y eventos a celebrar; sin embargo, si vamos a pasar varios días en la zona, hay otros pueblos de enorme belleza muy cerca de Aínsa como Panticosa, Sallent de Gállego, Canfranc o Boltaña. Con el verdor típico de la primavera, además, están incluso más bonitos que de costumbre.