Da igual el color del pelo: morenas, rubias, pelirrojas… en algún momento de la vida encontrarás esa primera cana que marcará un punto sin retorno. No es (sólo) la edad -puede ocurrir a los 20 o a los 50- es la genética y el melanocito, la célula encargada de generar la pigmentación en el cabello, que decide desaparecer y llevarse el color de tu pelo.
La reacción más habitual cuando esas canas se vuelven muy visibles es correr a la peluquería para ocultarlas. Pero, como ha pasado con tantos otros hábitos, el confinamiento vino a trastocar ese ritual de belleza. Y muchas mujeres se han visto en casa, con sus raíces creciendo y volviéndose más visibles día tras día.
Muchas han recurrido a tintes caseros y todo tipo de soluciones más o menos ingeniosas para ocultarlas hasta que las peluquerías pudieron abrir sus puertas. Otras, sin embargo, han visto en la cuarentena la oportunidad ideal para dejar sus canas al aire y abandonar la esclavitud del tinte cada mes. La propia reina Letizia ha aparecido durante el estado de alarma enseñando sus incipientes canas.
Durante años, las canas en las mujeres han tenido mala prensa y se las asociaba con la vejez e, incluso, un aspecto descuidado. En los hombres, sin embargo, las canas han sido señal de madurez e incluso parte de su atractivo. Ahí está la terminología para demostrar el debate sexista: mientras a los hombres con canas se les llama silver fox (zorros plateados) el mote para las mujeres con pelo gris es bastante más despectivo: granny hair o pelo de abuela.
La presión social por cumplir el canon de belleza impuesto se revela también en los datos: según datos del Instituto Médico Dermatológico de 2017 seis de cada diez mujeres se tiñen las canas frente a uno de cada diez hombres. Además, según otro estudio de la marca Pantene, el 53% de las mujeres cree que un cabello con canas es una seña de identidad y estilo, pero sólo un 21% de las españolas se plantea en serio la posibilidad de no teñirlas.
La marca lanzó el año pasado una gama de productos para el pelo canoso junto con una campaña para romper los estereotipos de género, bajo el hashtag #ElPoderdelasCanas. En ella se podía ver los adjetivos asociados a una mujer canosa ("descuidada", "dejada", "vieja") con los empleados en un hombre ("interesante", "madurito", "sexy").
Desde hace unos años, muchas mujeres han decidido asumir su color de pelo natural, lucirlo como forma de empoderamiento femenino, rompiendo ataduras estéticas y decidiendo cómo quieren envejecer. Sobre todo en Estados Unidos han aparecido varios movimientos que dan visibilidad a esta elección en las redes sociales con los hashtags #goinggrey o #greyhairmovement.
Uno de ellos es el proyecto Grombre, creado por Martha Smith, una mujer de Carolina del Norte que decidió dejar de teñirse y crear una comunidad que aunara a varias mujeres que habían tomado la misma decisión. "Creemos que hay cosas más importantes en la vida que los estándares de belleza que parecen definir el valor de las mujeres, y estamos encontrando la liberación y el empoderamiento para vivir plenamente y celebrar lo que nos hace hermosas en cada temporada de nuestras vidas", se lee en la página web.
La iniciativa, que empezó como una cuenta de Instagram y se alargó a distintas partes del globo, une a miles de mujeres en todo el mundo que se atreven a verse con canas.
Para las que han decidido dar el paso, las que ya lucen un precioso pelo gris avisan que el camino es tortuoso y lento. El proceso de pasar del tinte al color natural, dependiendo de la cantidad de canas que se tengan, puede resultar difícil por el contraste entre los dos tonos. No todo el mundo se atreve a dejar crecer el pelo de manera natural, luciendo mientras una melena bicolor totalmente marcada. En estos casos sólo hay dos opciones: cortar por lo sano o recurrir al tinte una última vez.
Las que se han atrevido a cortarse (algunas incluso a raparse) el pelo defienden que es la manera más rápida de conseguir la misma tonalidad y superar el periodo de transición, aunque advierten que, dependiendo del tamaño del pelo, un corte radical puede ser un shock. Si no te ves con el pelo tan corto, la solución es pedir a tu peluquería que te vaya bajando el tono para minimizar el contraste con la raíz e ir cortando poco a poco hasta eliminar todo el pelo teñido.
En ambos casos, la clave es la paciencia. Dicen quienes han pasado por ello, que el resultado final compensa.