Las fragancias, compuestas por ingredientes naturales o artificiales, provocan a través del olfato distintas emociones. Vamos a repasar en seis notas qué ingredientes contienen, los efectos sensoriales que provocan, qué evocan, si son dañinos los perfumes sintéticos, qué son las fragancias ecológicas y la normativa al respecto.
1. Ingredientes de una fragancia
Los ingredientes de una fragancia suelen ser naturales o aceites esenciales, aunque otros contienen disolventes, estabilizadores, filtros solares o conservantes.
En cuanto a los ingredientes naturales, de las 250.000 especies de plantas, solamente 2.000 sirven para realizar esencias de perfumes. Entre las 2.000 especies que sirven encontramos flores, hierbas, especias, frutas, maderas, raíces, resinas y hojas.
Los extractos animales que se utilizan siempre proceden de alguna grasa. También existen perfumes y esencias creadas químicamente en laboratorio, que contienen derivados del petróleo, alcohol, carbón. Por otra parte, como a todas las plantas no se les puede extraer el aroma, también se intenta imitar de forma química.
No es este el único motivo por lo que son necesarios los laboratorios para la fabricación de fragancias. Para la obtención de un litro de aceite esencial se necesitan miles de flores. La influencia del clima cada temporada hace variar la disponibilidad de las plantas y ante su escasez o la incertidumbre, se recurre a la fabricación de aceites sintéticos. Probablemente, estos no sean tan delicados o concentrados, pero las tendencias del consumo se decantan por los más simples y frescos.
2. Efectos sensoriales del perfume
El perfume puede alterar el estado de ánimo, evocar momentos, situaciones o personas o provocar un sentimiento diferente.
A veces, están diseñados para enmascarar algún olor o aroma desagradable, pero otras tratan de provocar un impacto en nuestra mente, generar una sensación o atracción por algo.
Las fragancias pueden despertar sensaciones de creatividad, claridad, frescura, suavidad, relajación, bienestar, atracción… Esto se debe a que el olfato está directamente conectado con la parte límbica del cerebro, donde se almacenan la memoria y las emociones. Por eso, los fabricantes tienden a asociar directamente las fragancias con la identidad del producto.
Un gran ejemplo son los suavizantes de la ropa. En los supermercados, muchas personas, además de observar la etiqueta y el envase, lo abren para olerlos y tomar su decisión como clientes.
Y hay indicadores que demuestran qué fragancias son más adecuadas para cada uso. El olor frutal, floral, dulce y limpio suele emplearse en productos de uso cosmético o de higiene en general. Los aromas florales se usan más en jabones y productos de baño y los desodorantes suelen tener aromas más mezclados, más sofisticados y no tan básicos.
3. ¿Qué evoca cada fragancia?
Como son tantas y tan diversas, he aquí unas referencias a los sentimientos que provocan.
La lavanda es calmante, relaja los nervios, mejora la tensión arterial y alivia el dolor de cabeza. Tiene un aroma herbal, dulce y floral.
El ciprés es energizante y combate la ansiedad con su aroma ligeramente ahumado y picante.
El jazmín mejora el mal humor, combate la depresión, revitaliza y aporta confianza. Tiene un olor fuerte, romántico y dulce.
La salvia vigoriza, aporta energía y combate la fatiga. Mejora la tristeza y la depresión. Su olor tiene notas cálidas, amaderadas, picantes y una reminiscencia fuerte a tierra.
La citronella estimula el estado de alerta y vigía y mejora la circulación. Su aroma es fuerte de limón, pero punzante y fresco. Es ideal para el jabón y los cosméticos naturales.
La manzanilla disminuye la tensión nerviosa, el estrés, el insomnio y la irritabilidad. Es dulce, almizclada y amaderada.
4. ¿Son dañinos los perfumes sintéticos?
Los perfumes sintéticos no tienen por qué ser dañinos, aunque potencialmente perjudican a algunas personas. También son potencialmente dañinos para el planeta y los consumidores cada vez son más conscientes de su responsabilidad en la elección.
Según la compañía Lenntech, empresa holandesa de tratamientos de agua, los fosfatos en algunos de estos perfumes provocan que crezcan algas de forma incontrolada, provocando una disminución del oxígeno e incrementando las toxinas en el agua, en la que viven animales y plantas.
Entre los posibles efectos perversos de los componentes volátiles de los perfumes está la contaminación atmosférica, si se han utilizado elementos como el petróleo o el alquitrán de hulla.
Además, algunos de los componentes de los perfumes sintéticos, de productos cosméticos y de higiene, tanto personal como del hogar, se han encontrado en peces y pájaros acuáticos.
5. Los perfumes ecológicos
Son aquellos perfumes formulados de manera natural, con ingredientes naturales, en los que la extracción se realiza siguiendo los métodos naturales. No se emplean disolventes o productos sintéticos o químicos que puedan tener impacto en el medioambiente.
Los perfumes químicos no tienen las propiedades beneficiosas que puedan tener las esencias naturales o las aguas con extractos destilados.
6. Autorregulación de la industria
Las fragancias han de cumplir la misma normativa que los productos cosméticos y los ingredientes deben estar incluidos en la información de la etiqueta.
El Código de Prácticas IFRA (“International Fragrance Association”) incluye, desde 1973, recomendaciones de las buenas prácticas en los modos de uso, en la combinación de ingredientes, la cantidad y las fragancias permitidas y un listado de las que están prohibidas.
Actualmente, en la Unión Europea, la lista de los ingredientes que componen las fragancias y pueden ocasionar alergia asciende a 26 y deben obligatoriamente indicarse en la etiqueta. Las personas más sensibles son las embarazadas, niños, inmunodeprimidos y personas mayores.
Además, la IFRA ya tiene consignados 3.059 ingredientes con posibles efectos cancerígenos, tóxicos sobre el aparato reproductor o generadores de alergias o sensibilidad.
Algunos de los ingredientes prohibidos en las fragancias o perfumes son el acetaldehído -que puede afectar al sistema renal y reproductor, sistema nervioso y aparato respiratorio- y la benzofenona -considerada como disruptora hormonal y algunos estudios lo relacionan con algunos tumores cancerígenos-, así como sus derivados: el benzofenon-1 y la oxybenzofenona .
La IFRA y el RIFM (Instituto de Investigación de Materiales de Fragancias) se autorregulan de forma voluntaria y establecen unas normas en las que se enumeran las sustancias químicas que se pueden usar o que están recomendadas. Esta normativa está en vigor en Estados Unidos, Canadá y Europa.
El problema estriba en que las grandes corporaciones y fabricantes son muy celosos de sus fórmulas (secretas) y las características tan especiales que componen cada una de sus fragancias. Por ello, es habitual que no mencionen los ingredientes que contienen. Pero, por otro lado, cada vez más personas se inclinan por productos que tengan esencias naturales, orgánicas y de elaboración local.
Según Campaign for Safe Cosmetics, cuando se indica fragancia en la etiqueta, es habitual que señale la existencia de productos sintéticos.