Cuando hablamos de acné, debemos tener presente que se trata de una enfermedad de la piel que se caracteriza por la aparición de una serie de lesiones de mayor o menor intensidad, especialmente en el rostro. Básicamente ésta es su definición o, al menos, en líneas generales, como la hemos entendido siempre.
Sin embargo, el acné debe ser analizado en profundidad por expertos en el cuidado de la piel para poder determinar cuáles son sus causas y por qué nos afecta, a veces, a largo plazo.
Además, a esto debemos sumarle que, si no se trata adecuadamente, podemos acabar con marcas en el rostro que muchas veces también generan cierto malestar emocional, ya que se mantienen en rostro, cuello e incluso escote.
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Pero ¿cómo debemos tratarlo en líneas generales?
El acné en la pubertad o el acné tardío puede estar causado por medicamentos, estrés, desordenes hormonales, malos hábitos de vida, algunos trabajos sometidos a temperaturas altas, grasa…
Este debe ser sometido a un diagnóstico personalizado para detectar la causa y atajar el problema de manera determinante y establecer un protocolo de sesiones y cosméticos en casa.
¿Cómo lo conseguimos con tratamientos depurativos?
- Reduciendo y equilibrando el flujo de sebo.
- Combatiendo las impurezas.
- Protegiendo y reforzando la barrera de la piel.
- Aportando elasticidad y regenerando la piel.
¿Cómo debemos tratar las cicatrices de acné?
Lo primero, no manipular los comedones… Todos alguna vez nos hemos puesto delante de un espejo para tratar de acabar con el acné activo que, además de molesto en algunos casos, es muy antiestético.
Sin embargo, ese pequeño placer que suponía ver cómo aquella erupción era desterrada de nuestra piel, la realidad es que muchas veces acababa convirtiéndose en una marca que permanecía y que, en algunos casos, implicaba un tratamiento específico para intentar fulminarla.
¿Cómo podemos reconocer una cicatriz de acné?
Son el resultado de un acné mal curado. Pueden ser superficiales, pequeñas, aunque profundas, superficiales pero muy delgadas o gruesas y que sobresalen en el rostro o en la zona en la que se encuentren.
Lo más importante es que se realice una vez más un diagnóstico personalizado con un experto para no tratar de acabar con ellas con productos o tratamientos que, además de ser inadecuados, terminan por prolongar su existencia y dificultar su cuidado.
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Por ello, aunque sea de manera generalizada, es importante potenciar la formación de nuevo colágeno y elastina, bien con un láser fraccionado o con sesiones de radiofrecuencia. Nunca debemos tratar este tipo de cicatrices como si fueran manchas porque son diferentes en su origen, en su tratamiento y en su cura, aunque muchas veces tendemos a creer lo contrario.
En cuanto a la cosmetología (que puede ayudar de manera muy efectiva una vez analizadas las causas, incluso, la alimentación, el sistema hormonal y el estilo de vida en general), es importante elegir productos que hayan sido formulados con agentes exfoliantes tales como ácido glicólico, salicílico y láctico, siempre bajo la supervisión de un profesional en el cuidado de la piel.
También es efectivo en determinados casos el uso de retinol, siempre y cuando el especialista lo haya recomendado, ya que no es para todos los casos, pero ayuda a estimular la renovación celular. Y, por último, nunca dejar de utilizar la protección solar.