Al igual que muchas prendas, inicialmente pensadas para un fin utilitario, la sudadera se ha democratizado por completo. Lucida por personalidades tan diferentes, e incluso parte del mundo de la realeza (el modelo Harvard de Lady Di hizo historia), sigue cosechando éxito, en todas sus versiones.
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Polo Club aclara sobre su origen: "Al igual que los vaqueros, la sudadera se diseñó para trabajadores como uniforme laboral. Surgiría en el siglo XIX en Francia, utilizada por los vendedores de frutas y hortalizas para resguardarse del inclemente frío. En estos mercados franceses se formaría, asimismo, el término ‘chándal’, refiriéndose al vendedor de ajos (marchand d’ail).
Habría que esperar hasta 1926 para introducirla en el mundo deportivo. El retailer Benjamin Russell sería el 'padre' de este nuevo jersey deportivo de algodón, ideado para mejorar la uniformidad de los jugadores de fútbol americano.
Su hijo se quejaba constantemente de la picazón que producían los jerséis de lana, por lo que Russell comenzaría a experimentar con el algodón, material que se utilizaba para la ropa interior de las mujeres. Su diseño obtuvo tal éxito que no tardaría en comercializarlo por todo el país, extendiéndose a las demás equipaciones deportivas, especialmente en el ámbito universitario".
La capucha no tardó en incorporarse: "la firma Champion las añadiría en 1930 para proteger las cabezas del frio, asimismo, de los guardabosques o de los trabajadores de almacenes frigoríficos. Más tarde, proveería sudaderas, como ropa deportiva, al ejército estadounidense para sus entrenamientos.
En los siguientes años, la sudadera daría lugar a numerosas variaciones para conseguir distintos modelos, como, por ejemplo, incorporar la cremallera para vestirse con más rapidez. Además, aunque su uso principal estaba reservado para hombres, las mujeres comenzarían a vestirlas".
Irrumpieron entonces los logos universitarios, estampados o bordados, respondiendo a la estética college. "La década de los 70 puso fin a la exclusividad de la sudadera como elemento deportivo. La estética del hip-hop y del breakdance la acogería como uniforme para formar parte de su ADN hasta hoy.
Sucedería lo mismo con los surfistas y los skaters, atraídos por la comodidad, el acabado oversized y el toque informal de una prenda nunca utilizada en el día a día de la ciudad.
En esta época también empezaría a relacionarse con subculturas más marginales y con la criminalidad. Por ejemplo, los grafiteros la utilizarían para esconder su identidad al pintar sobre los vagones o las paredes de los edificios".
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