Hay una senda en mitad del Valle de Ourika (en Marrakech) que conduce al paraíso, aunque parezca más bien una carretera del infierno. El terreno ocre parece levitar a cada paso, creando un ambiente cargado de polvo, donde el sol no tiene piedad de quienes quieren levantar la vista hacia el horizonte. Y eso que es imposible no quedarse prendado de las grandes montañas al fondo, cortadas en cartón piedra al azul del cielo y donde la nieve del invierno aún perdura. Es el Atlas.
¿Ver nieve a 37 grados? ¿Un espejismo? ¿Una invención? Un detalle mágico más del Edén de Ourika que lleva mimando y cuidando Yves Saint Laurent Beauty a la medida de los sueños del diseñador que decía de sí mismo que contribuyó a cambiar su tiempo. Lo mismo sigue haciendo su compañía ahora.
La senda lleva directa a unas altas puertas también ocres, como todo a las afueras de Marrakech, pero que se abren a un verde inesperado, con un amarillo único, un blanco, naranja, rosa, azul... El abanico de colores que tanto inspiró a Yves Saint Laurent y que ahora nace y se recolecta en la mágica tierra de Marrakech, en su jardín, en su Edén, en un proyecto social y ecológico 100% YSL Beauty.
Entre la hilera de plantas y árboles fuertemente agarrados, se mueven 30 mujeres de siete aldeas de alrededor, enfundadas en su ropa de trabajo y con un gran sombrero de paja hecho a mano. Forman parte del terreno como antes lo hicieron sus madres y sus abuelas. Están enraizadas a él. Pero a diferencia de ellas, y gracias a YSL Beauty, también cultivan empoderamiento, independencia y libertad junto al azafrán que recogen, el azahar que secan o el malvavisco que toquetean.
"Cuando llegamos a estas parcelas en 2014, hablamos con las mujeres de la zona para que pudieran formar una cooperativa y trabajar con ellas. Recibieron formación en recolección y secado y todo el apoyo porque sabíamos que esta era la forma de conseguir el empoderamiento de estas mujeres", explica Caroline Negre, la directora Científica y Sostenibilidad Internacional de YSL Beauty mientras observa como las trabajadoras de distintas edades bailan con las flores que recolectan.
La idea era una vuelta al origen, a la esencia, al latir de Yves Saint Laurent en sus años felices. Buscar respuestas en el Marrakech donde el diseñador fue él mismo y por eso en unos años quieren que todos sus productos de belleza lleven algún ingrediente que haya sido cultivado en Ourika. YSL en estado puro.
"Él no era un visitante ni un turista aquí. Él era Marrakech", cuenta su biógrafa Laurence Benaim que le dijo hace unos días un vendedor de la madina en cuya tienda cuelga una foto orgulloso con el diseñador.
Pero el proyecto tenía que ir más allá del romanticismo que supone la conexión del genio con esta ciudad, con su belleza. Tenía que remover cimientos siguiendo la propia estela de todo su arte: "Libertad".
"En 2014 encontramos aquí una parcela de azafrán que tenía unas cualidades excepcionales. No era como otro tipo de azafrán y pensamos que era un sitio perfecto para empezar con el proyecto que tenía que contar con las mujeres", cuenta Caroline Negre, mientras recorre el camino del jardín de un jazminero a un limonero. "La limeta de estos limones es increíble para productos de tratamiento", susurra casi como si fuera un secreto que se lleva el viento mientras sonríe.
Ese azafrán que sirvió de guía para encontrar Ourika es uno de los activos principales de la gran línea de belleza premium de YSL Beauty, Or Rouge, y un ingrediente intrínseco a la cultura marroquí. Además los pistilos de este jardín eran únicos, casi mágicos por sus propiedades, así que empezaron a agrandar los cultivos y a contratar a más mujeres para llegar actualmente a recolectar hasta 70 activos diferentes que se usan en cremas, serums, bases de maquillajes... y siempre recogidos con manos femeninas. En total, YSL Beauty utiliza 400 activos en toda su industria de belleza.
Rachida Outachkia sabe bien qué significa este vergel para ellas. Tiene sólo 43 años pero el peso de muchas décadas mirando la tierra casi por castigo. Ahora es la jefa de la cuadrilla de mujeres que trabajan en Ourika y la portavoz de quienes han ido tomando conciencia de la importancia de su palabra, además de su trabajo.
Antes de que YSL Beauty llamara a sus puertas todas estas marroquíes eran amas de casa, no tenían un salario, ni un seguro médico, ni una seguridad financiera ni recursos ni muchos de los derechos que han ido conquistando poco a poco, recolección a recolección. No ha sido fácil llegar hasta ahí porque sus familias no siempre veían con buenos ojos que ellas trabajaran. De hecho empezaron unas 10. Pero su crecimiento, físico y espiritual, ha ido de la mano de la compañía internacional que compraba más y más parcelas y plantaba más y más activos.
"Soy una mujer independiente. En mi caso estoy divorciada y no tenía que pedir permiso pero tengo tres hijos y ahora yo soy la cabeza de familia", asegura Rachida como si la frase pesara más que las enormes montañas del Atlas.
El salario que reciben las ha hecho un poco más libres. Mujeres con capacidad de decisión. Felices aunque su universo sea a veces limitado. El salario de YSL Beauty las ha hecho importantes, un objetivo que encaja perfectamente con lo que el diseñador quiso siempre para las mujeres de su presente y de su futuro.
"La moda no sólo está hecha para embellecer a las mujeres, sino también para darles seguridad y confianza, y permitirles aceptarse", decía el señor Laurent. Ourika misma.
Caroline Negre, una de las personas dentro de la compañía que más sabe de este proyecto, tiene clarísimo la combinación de valores que este jardín aporta a YSL Beauty. "Este proyecto significa el amor por Marruecos del señor Laurent, por los colores que lo inspiraraon -nosotros mismos vinimos para encontrar justo la inspiración para nuestros productos en los botánicos-. Es también la mujer, la libertad que defendía Yves Saint Laurent... Es inspiración, mujer y color, además de los activos que conseguimos", explica a MagasIN tras visitar el jardín de donde se crea la base de muchas de sus líneas más importantes.
Curiosamente, conforme han ido añadiendo más jardines, con más cultivos ecológicos y más específicos, se han dado cuenta de la simbiosis que muchas plantas ejercen sobre otras y como la dureza del terreno se convierte en una ventaja de intensidad para el activo si sus vecinas ayudan.
Lo pueden llamar ciencia verde, sostenibilidad, ecología, reforestación, reducir el impacto... pero lo que tiene claro la compañía es que no hay marcha atrás porque su lema es "cambiar las reglas, cambiar el futuro".
"Muchos ingredientes botánicos se desarrollan muy potentes intensificados por el duro clima de la región y al tener al lado otras plantas que los estimulan", explica Caroline mientras enseña una variedad de naranja amarga que despunta hacia el cielo.
Es Ramadán y las mujeres se dan prisa por terminar su faena. Han pasado todo el día trabajando sin probar bocado ni un trago de agua, pero no pierden la alegría. Menean las flores de azahar y se agachan a seguir mimando sus flores; esas que pronto se enviarán a los laboratorios de esta gran marca de belleza para que las combinen y devuelvan a otras mujeres algo de hidratación, de cuidado, de mimo, de perfume, de esencias, de colores... de belleza. Pura belleza.
La estampa que se dibuja en este valle marroquí conforme baja el sol ya lleva intrínseco un equilibrio puro, eterno y revolucionario. De eso a lo que YSL llamaba estilo. Y además, el proyecto Ourika tiene el mismo efecto que al lanzar una piedra en un lago: crecen círculos más y más grandes.
"Cada vez son más mujeres las que están montando su propio negocio de venta de frutas en el mercado o de productos manufacturados en la zona. Van viendo la cooperativa y van creciendo", asegura Negre.
Igual crecen las plantas y los árboles de este enorme jardín. Igual crece la huella de Yves Saint Laurent en su amado Marrakech. Si el genio levantara la cabeza, sonreiría y se dejaría embriagar por el juego de luces y colores de su Edén. Belleza eterna, estilo.
Objetivos para YSL Beauty
Restauración del planeta. YSL Beauty cuenta con varios proyectos en Marruecos, Haití, Madagascar, Indonesia y Canadá donde trata de "restaurar" zonas asoladas. De hecho, en los jardines comunitarios de Ourika ha conseguido revivir 210 especies botánicas de 175 géneros, 63 familias, 25 especies de aves, 2 especies de anfibios y 8 especies de reptiles. También cuenta con replantaciones en otras zonas del valle cercano al Atlas.
Reducir el impacto. Caroline Negre advierte de que el futuro sostenible de todas las marcas tiene que pasar sí o sí por el relleno de sus productos, además de por el reciclaje. YSL Beauty ya cuenta con "refill" en todos las líneas de serum y cremas de 50 mililitros y en Nu Dewy Mist el 100% del plástico es recliclado. Pero aún tiene mucho camino que recorre y para 2025 todos sus productos icónicos serán rellenables y el 15% del cristal de sus perfumes, reciclado.
Violencia contra las mujeres. La marca de un diseñador que siempre abogó por la absoluta libertad de la mujer no podría permanecer ajeno a una de las lacras que las persiguen en estos tiempos: la violencia. Bajo el lema 'Abuse is not love', YSL Beauty denuncia que una de cada tres mujeres ha sufrido cualquier tipo de violencia en el mundo y alerta sobre la que se produce dentro de la pareja y cada vez a edades más temprana. Por eso, quieren formar al 100% de sus trabajadores para que sepan detectarla y ayudar a sus víctimas.