La aparición de arrugas en el rostro es un proceso prácticamente inevitable. Son la mera prueba de que los años pasan para cada uno de nosotros y no hay forma de librarnos de ello. Con el paso del tiempo, la piel va perdiendo elasticidad debido a la disminución de la producción de colágeno y parece que lo único que podemos hacer es aceptarlo.
A pesar de que el proceso de envejecimiento no se puede detener, sí se puede retrasar o provocar que suceda de forma mucho menos pronunciada. Si bien es cierto que casi todos los procedimientos quirúrgicos son efectivos y duraderos, cada vez más personas optan por buscar soluciones naturales.
Para ello existen en el mercado miles de opciones: cremas, aceites o tónicos que prometen devolverle toda la elasticidad a nuestra piel que ha perdido a lo largo de los años y además, presumen de tener componentes 100% naturales que no dañan nuestra dermis. Aunque algunos sean efectivos, no todos son tan accesibles como la maicena.
Todos conocemos los usos de la maicena en la cocina, desde su empleo en repostería para preparar los mejores postres hasta mejorar los platos más tradicionales como la carne picada. Además de todo ello, ahora muchas personas han descubierto su poder sobre la piel.
Mientras que todos conocemos remedios naturales como el té, el limón o el aceite de oliva para combatir los signos de la edad, la maicena es un ingrediente que seguro tenemos en la cocina, pero del cual desconocemos todas sus ventajas, como rellenar las arrugas más profundas o favorecer la elasticidad de nuestro rostro.
El sencillo truco de la maicena para eliminar las arrugas
De todos los beneficios desconocidos de la maicena para nuestra piel, el principal son sus propiedades antioxidantes. Gracias a este efecto y a su función protectora de la piel provocada por radicales libres, previene los síntomas del envejecimiento como arrugas y las líneas de expresión. Sus propiedades antiinflamatorias también favorecen este proceso, puesto que ayudan a disminuir la hinchazón y cualquier irritación cutánea, mejorando la elasticidad de nuestro rostro.
La maicena es un alimento que contiene propiedades astringentes, que son las que favorecen tanto a reducir como a equilibrar los niveles de grasa de nuestro cutis. Esto se traduce en que es un excelente tratamiento para mejorar afecciones provocadas por un exceso de sebo como los poros abiertos o el acné, manteniendo nuestra piel suave e hidratada el mayor tiempo posible.
Gracias a su ligereza, la maicena también se puede emplear en pieles sensibles e incluso, puede funcionar como un exfoliante que elimine residuos o restos de la dermis. Los resultados pueden variar de una persona a otra; sin embargo, nada más enjuagarnos el producto, vamos a ver como nuestro rostro ha ganado suavidad.
Así debes preparar tu mascarilla con maicena
Gracias a los beneficios que tiene el almidón de maíz, muchas personas han probado con él para realizar diferentes mascarillas. La principal es únicamente con la maicena, pero también podemos añadir ingredientes como bicarbonato de sodio, aceite de oliva, huevo o arroz. Estos son los pasos que debemos seguir:
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El primer paso consiste en limpiar el rostro con nuestros productos rutinarios, para eliminar impurezas y residuos.
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En un recipiente, vamos a añadir la maicena y agregar agua poco a poco mientras removemos.
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Mezclamos ambos ingredientes hasta conseguir una pasta y lo aplicamos con ayuda de una brocha o la mano, evitando el contorno de los ojos.
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Lo dejamos actuar durante 15 minutos y cuando pase el tiempo, retiraremos la mascarilla con agua fría.
Lo recomendado por los dermatólogos siempre de comenzar un proceso nuevo para nuestra piel es hacer una prueba de alergia en el brazo para ver si reacciona bien o, al contrario, se irrita. Si todo está bien y nuestra dermis lo acepta, podemos aplicarla al menos tres veces a la semana para conseguir una piel radiante.