El concepto de dar forma a nuestro rostro mediante herramientas ha sido tendencia desde hace al menos una década. Todo comenzó con los rituales de la medicina tradicional china que se generalizaron, con la popularidad del uso del gua sha, el rodillo de jade o pequeñas ventosas para afilar la línea de la mandíbula, acentuar los pómulos y levantar las cejas.
Con la llegada de los inventos milagrosos y utensilios que prometen eliminar todas nuestras imperfecciones en tan solo unos segundos, hemos dejado de valorar los beneficios que nos aportan herramientas que llevamos con nosotros a todas partes: nuestras manos. En cuanto al maquillaje se refiere, incluso las expertas recomiendan emplearlas para que los productos actúen de forma más eficaz y, cuando hablamos del cuidado de la piel, son ellas las que mejor pueden conseguir activar la circulación.
Los expertos dicen que los masajes faciales diarios pueden tener un impacto transformador en nuestra piel. Tan solo unos minutos al día, pueden ayudarnos a ver grandes resultados de la manera más natural posible, sin exponerla a formulaciones desconocidas. De hecho, estas técnicas pueden ayudarnos a levantar y reafirmar el rostro y lo mejor de todo es que no necesitamos acudir a un profesional cada vez que deseemos obtener los beneficios.
Una vez más, son los asiáticos quienes nos ofrecen sus trucos y consejos para lucir esa piel que les caracteriza. Porque aunque digamos que no, todos queremos conseguir ese rostro terso, sin imperfecciones, iluminado y sin rastro de signos de la edad. Aunque parezca difícil de lograr, lo cierto es que lo único que necesitamos es constancia y, sobre todo, las técnicas adecuadas.
Todos conocemos los masajes asiáticos. Métodos terapéuticos que combinan diferentes técnicas orientales, enfocadas en la aplicación de masajes curativos y de igual modo estéticos. La técnica Kobido, también conocida como masaje facial japonés, es conocida como un lifting gracias a su efecto rejuvenecedor.
Qué es el masaje facial japonés y cuáles son sus beneficios
El masaje facial japonés o la técnica Kobido llegó a Estados Unidos en el año 1984. Este procedimiento toma técnicas de la medicina tradicional japonesa y las fusiona con manipulaciones actuales sobre el rostro. Su nombre significa el "antiguo camino de la belleza" y fue el secreto de la belleza japonesa hasta el año 1472.
La técnica tiene como propósito trabajar todas las zonas del rostro, cuello, hombros y pecho para lograr un rejuvenecimiento en la piel. Los masajes faciales tienen muchos beneficios y, gracias a sus diferentes velocidades, mejoran nuestra circulación profunda, eliminan las células muertas y estimulan la producción de elastina y colágeno.
La repetición del masaje de manera habitual ayuda a aumentar el flujo sanguíneo y oxigenar los tejidos, alimentando la piel con los nutrientes que necesita. Al mejorar el flujo sanguíneo y linfático, colocar el cuello en la posición correcta y realizar masajes profundos, podremos conseguir no solo una dermis rejuvenecida, sino brillante, suave e iluminada.
Múltiples expertos en el cuidado de la piel creen que los masajes faciales regulares son la base de una piel sana y uno de los métodos más eficaces para neutralizar los signos de la edad. Se realizan en todas las zonas del rostro con movimientos de percusión, rápidos, fuertes y rítmicos, combinados con masajes intensos y suaves que trabajan los músculos faciales y del cuello con, al menos, 47 movimientos que pueden combinar los desplazamientos de las manos con otras herramientas, como el rodillo de jade.
El masaje japonés logra estimular el sistema nervioso, mejorar la circulación y fortalecer y tonificar los músculos faciales. Además, es un método eficaz para exfoliar la piel y eliminar toxinas. Consigue que nuestra piel tenga un mejor aspecto e incluso, puede tratar el acné y el enrojecimiento.
Como añadir los masajes faciales a nuestra rutina
Los masajes faciales japoneses se pueden realizar en centros estéticos; sin embargo, también podemos realizárnoslos nosotros mismos. Podemos hacerlo todas las mañanas, antes de aplicar maquillaje, o agregarlo a nuestra rutina nocturna para relajarnos al final del día.
Podemos incorporar diferentes movimientos en diferentes momentos del día, pero lo fundamental es agregar una crema hidratante o un aceite facial para que las manos se deslicen mejor por el rostro y evitar una posible irritación. Una vez cogida una buena cantidad, los pasos son los siguientes:
- Vamos a deslizar tres veces las manos desde las orejas hacia la clavícula.
- Con tres dedos, apretaremos suavemente la frente y deslizaremos las manos hacia la clavícula cinco veces, pasando siempre por las sienes en cada movimiento.
- Colocaremos el dedo anular en la parte externa del ojo y haremos círculos tres veces hacia dentro pasando por el lagrimal. Al alcanzar la ceja, presionaremos suavemente hacia las sienes y clavícula.
- Colocaremos las yemas de los dedos en la barbilla, y deslizaremos tres veces hacia el arco de cupido con un poco de presión.
- Con la misma posición anterior de las yemas de los dedos sobre la barbilla, deslizaremos los dedos hacia el lagrimal del ojo cuatro veces.
- Masajeamos del centro del rostro hacia las sienes y bajaremos a la clavícula tres veces.
- Para finalizar, con tres dedos, haremos movimientos verticales de zigzag sobre la frente cinco veces.