El mundo del maquillaje es muy extenso y complejo. Para conseguir un rostro impecable, debemos tener muchas cosas en mente. Nuestro tipo de piel, tono, subtono, qué formulación es comedogénica para evitar posibles granitos e irritaciones, qué producto es el mejor para sellar o que otro puede fijárnoslo por más horas. Todo con un fin: que dure impecable el mayor tiempo posible.
No suficiente con eso, cada día conocemos más técnicas que prometen conseguir todo lo anterior por arte de magia. Mientras que muchas de ellas funcionan y su eficacia ha conseguido que se mantengan con el paso de los años, otras cuantas tan solo son una perdida de tiempo y en prácticamente todas las ocasiones, de dinero.
Al final estamos constantemente comprando nuevos cosméticos para conseguir dar con el milagroso que pueda otorgarnos esa piel de porcelana que vemos en las alfombras rojas. Sin embargo, por mucho que probemos ese que recomienda nuestra actriz favorita, en muchas ocasiones no es culpa del producto, sino de nuestra propia piel.
Uno de los aspectos que provocan que la piel no quede igual que en fotografías o vídeos que vemos es debido a su textura, que puede ser irregular por diversos motivos. Entre ellos, los más destacados son la acumulación de células muertas, la aparición de manchas del acné, el envejecimiento o el propio vello natural que todos tenemos.
Este último, en muchas ocasiones, es el causante de que nuestro maquillaje no se vea como nos gustaría. A pesar de que pensemos que con diferentes productos podemos taparlo, lo cierto es que una vez nos miramos al espejo o nos hacemos una foto, observamos como nuestro rostro tiene una textura aterciopelada y antiestética.
Con el fin de evitarlo nació el dermaplaning. Una tendencia que siguieron celebrities como Victoria Beckham o Jennifer Lawrence para conseguir una piel radiante y tardó poco tiempo en convertirse en un hábito obligatorio en la rutina de miles de mujeres. Los expertos dudaron de su eficacia y, por ese motivo, nació el oilplaning que sigue sus mismos pasos pero de manera más cuidadosa.
El truco para que tu maquillaje se vea con efecto porcelana y dure todo el día
El dermaplaning nació como el afeitado facial femenino. Por mucho que en un primer momento aterrorizó a millones de mujeres, con el paso del tiempo se rompieron los mitos de que si se realizaba, el vello saldría mucho más fuerte y oscuro (dependiendo siempre del tipo de piel), por lo que todas ellas comenzaron a probarlo.
Gracias a su éxito, nació la alternativa oilplaning, una versión optimizada del anterior. Con un modo de depilación mucho más seguro y suave, esta nueva práctica promete los mismos beneficios que la original, pero sin deteriorar o irritar la piel gracias a la utilización de aceite facial apto para el tipo de dermis correspondiente. El deslizamiento de la herramienta sobre el rostro es más fácil, lo que puede variar los resultados y ser especialmente útil para pieles sensibles.
El oilplaning sigue los mismos pasos que la técnica en la que se inspira, consiste en un método de exfoliación físico que elimina con una cuchilla la capa superior de la piel, constituida por células muertas, para obtener un cutis más suave y conseguir que todos los productos penetren mejor en la piel.
El resultado de este tratamiento es una piel visiblemente mucho más limpia, en la que no solo los productos de cuidado pueden penetrar y funcionar mejor, sino que el maquillaje luce más bonito y dura más tiempo en el rostro. El procedimiento ayuda a potenciar los efectos de cualquier tratamiento que realicemos inmediatamente después.
Entre los beneficios que aporta al rostro encontramos la suavidad, ya que elimina las células muertas; la iluminación, al eliminar la capa opaca de la piel; mejora la absorción de tratamientos; reduce las pequeñas líneas de expresión, gracias a alisar la superficie y, sobre todo, elimina el vello facial fino, lo que facilita la aplicación del maquillaje.
Cómo realizar correctamente el oilplaning
Normalmente, este procedimiento se hace para mejorar el look de maquillaje, pero también queda excelente a cara lavada. El oilplaning busca mejorar el tratamiento del que se inspira, por lo que el procedimiento es mucho más suave y delicado. Lo primero que debemos hacer es limpiarnos la piel muy bien, para reducir el riesgo de propagación de bacterias o residuos. Después, escogeremos el aceite facial que sea apto para nuestra piel.
Una vez escogido, vamos a aplicar el aceite facial en todo el rostro y después, procederemos a pasar la cuchilla. El producto actuará como amortiguador, protegiendo la berrera cutánea y evitando la irritación y otros problemas que pueda generar. Además, facilita el deslizamiento y ayuda con la tarea de eliminar el vello uniformemente, más rápido y evitando heridas o cortes.
Para llevarlo a cabo, uno de los consejos primordiales es estirarnos la cara de manera ascendente para que la cuchilla se deslice aún mejor y de igual manera, evitemos posibles cortes. Con la herramienta vamos a tener mucho cuidado y vamos a ir poco a poco, en pequeñas secciones del rostro.
Iniciamos desde el borde de la cara, tensando la piel con una mano y sujetando la cuchilla con la otra. Las pasadas deberán hacerse con movimientos en la dirección del crecimiento del vello y una vez terminemos esa zona, limpiaremos la cuchilla antes de continuar. Como último paso, tendremos que limpiar bien e hidratar el rostro con nuestra rutina tradicional para reforzar la barrera y funcionen de oclusivo para retener la hidratación.
Precauciones antes de añadir el oilplaning la rutina
A pesar de todas sus ventajas, es cierto que algunos expertos se oponen a la técnica y destacan ciertas precauciones que debemos tener en cuenta, sobre todo, para no irritar la piel o conseguir un efecto contrario a lo que queremos.
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Es necesario usar un protector solar para evitar una hiperpigmentación, ya que, tras el tratamiento, la piel se queda muy sensible a la exposición al sol.
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Hay que tener cuidado con los cortes, heridas, infecciones o daños cutáneos.
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Se deben utilizar siempre navajas de un solo uso, limpias y bien afiladas.
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Evitar este procedimiento en pieles sensibles o reactivas y también en las pieles con acné activo.
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No debemos excedernos en la frecuencia de realización. Una vez al mes sería suficiente.
- Algunos expertos recomiendan no utilizar exfoliantes químicos fuertes ni retinoides ni tres días antes ni tres días después, para así evitar irritaciones.